20060515

Los alimentos de tubo de ensayo deberán probar sus virtudes

Las mesas se llenan de alimentos enriquecidos o alterados para convertirse en armas milagrosas contra todos los males habidos y por haber y que en ocasiones sirven para cebar las arcas de la industria alimentaria a expensas de un consumidor desinformado, un mal que la Eurocámara se propone erradicar.

Distinguir las panaceas de las quimeras es el objetivo de las recomendaciones para una segunda lectura que la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria presenta este lunes ante el pleno de la Eurocámara con vistas a la adopción de un Reglamento sobre la adición de vitaminas, minerales y otras sustancias a los alimentos.

Ofuscado con el principio de mente sana en cuerpo sano, el consumidor combina los alimentos 'sin' (por ejemplo los 'light') y los 'con', o sea aquellos con compuestos beneficiosos para la salud que sin ser curativos alardean de reducir riesgos de enfermedades.

En el mejor de los casos, cuando las susodichas propiedades han sido demostradas científicamente, lo que no ocurre siempre, para que los resultados sean visibles se requiere que la ingesta de estos productos vaya acompañada de una dieta equilibrada y un estilo de vida saludable, señala la Comisión.

Para impedir repercusiones negativas en la salud, Karin Scheele, de esta comisión parlamentaria, pide que "las vitaminas y minerales añadidos sean biodisponibles, es decir asimilables por el organismo", que "se establezcan contenidos máximos seguros" que eviten un consumo excesivo y que "la información ofrecida al consumidor sea comprensible y útil".

La prevención de las enfermedades cardiovasculares, de la obesidad, de la diabetes o del envejecimiento se ha convertido en una obsesión en las sociedades occidentales que llevó hace unos años a la industria alimentaria a ponerse manos a la obra.

En España destacan dos compañías de capital español que se dedican a los alimentos funcionales: Puleva Biotech y Natraceutical.

La primera de ellas se ha especializado en los productos lácteos, sobre los cuales reina el yogur, y la segunda libra sobre todo una guerra contra el colesterol y los triglicéridos que durante el primer trimestre de 2006 le permitió aumentar el beneficio neto hasta 1,86 millones de euros, según un comunicado reciente del grupo.

Los precursores de esta moda han sido Japón y Estados Unidos, donde la composición y comercialización de estos productos se legisló parcialmente en los años 90.

Por otra parte, Adriana Poli Bortone, de la misma comisión parlamentaria, presentará un informe sobre las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables utilizadas en el etiquetado, la presentación y la publicidad de los alimentos.

El objetivo: asegurarse de que cuando la industria alimentaria afirme, por ejemplo, que tal o cual alimento es rico en ácidos grasos o pobre en azúcares lo haga ajustándose a una normativa legal y a la ciencia.

Poli Bortone insiste en la necesidad de vigilar de cerca los productos destinados a los niños, de ayudar a las pequeñas y medianas empresas para la aplicación del Reglamento y "de la extensión del mismo a los productos importados", como ya se ha votado en primera lectura.

Y es que cuando la comida pasa por el laboratorio conviene dejar de lado el veredicto del paladar y de la vista para dejarse guiar por unas etiquetas que estén obligadas a pasar por todo tipo de controles que garanticen la veracidad de la información que contienen.

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