Vozpópuli - Los trabajos y los días del Gobierno Rajoy: Una semana más y ya solo queda todo por hacer
Es la frase de la semana. La pronunció el jueves el responsable de una
casa de análisis, recogiendo el sentir de una amplia mayoría tras la
publicación de los resultados de las auditoras Roland Berger y Oliver
Wyman. “Ya solo queda todo por hacer”. Como la semana pasada. Como hace
un mes. Como hace dos. Lo dijo el propio jueves el secretario de Estado
de Economía, Jiménez Latorre, un hombre que está para cualquier cosa
menos para dar ruedas de prensa, porque su dominio de la materia a
tratar, se supone que bancaria, es tan parco que causa sonrojo verle
expresarse por televisión. Si creíamos que los Gobiernos de Rodríguez
Zapatero habían batido todos los records de improvisación y amateurismo,
estábamos equivocados. Fue Jiménez Latorre, en efecto, quien el jueves
dijo aquello de “estamos donde estábamos”, glorioso motto para esculpir
en piedra como testimonio de lo que puede significar el inmovilismo, el
marear la perdiz, el volver la burra al trigo y lo que ustedes quieran,
en la acción, más bien inacción, de un Gobierno urgido precisamente a lo
contrario: a tomar decisiones reales con la mayor celeridad posible.
Parece que los mercados quisieron el viernes hacernos un guiño,
aparentemente satisfechos con ese rango de entre 51.000 y 62.000
millones que ambas auditoras han fijado como necesidades de capital para
nuestros bancos en una hipótesis de extrema dificultad. Y de hecho la
prima de riesgo cayó hasta los 480 pb, mientras el bono a 10 años bajaba
hasta el 6,38% de interés. De modo que es posible que Alemania, que es
quien ha impuesto este ejercicio de falaz transparencia, se haya quedado
satisfecha, porque en España pocos se han tragado el resultado del
teatrillo de un mes de trabajo por el que dos sociedades se han llevado
la bonita suma de dos millones de euros. Será por dinero. En efecto, ni
Oliver ni Roland han tenido contacto directo con las entidades ni han
visto sus balances, sino que han usado datos facilitados por el Banco de
España (BdE), que ha proporcionado también el cuadro macro con el que
ambas, mediante la aplicación de un modelo de probabilidades, han
llegado a esas cifras. Más de 64.500 euros diarios facturados al Estado
español por un trabajo de corta y pega que, como reconocen en su
disclaimer (“RB accepts no responsability for the completeness and
accuracy of any documents and information made available in the course
of the project”), se ha hecho a ojo de buen cubero.
Al hablar de la necesaria recapitalización de la banca seguimos
empantanados en cifras globales sobre las que pende la sempiterna sombra
de la sospecha, cuando lo verdaderamente útil, lo imprescindible, sería
conocer de una vez por todas las necesidades pormenorizadas de cada
entidad para proceder en consecuencia. Naturalmente eso exige trabajo,
no cálculos cabalísticos; exige revisar expediente por expediente y
balances actualizados de cada entidad, material todo en poder del BdE y
de sus servicios de Inspección. Exigiría, en suma, poner a trabajar a
los inspectores del Banco, que son los que conocen la materia mejor que
nadie. Por desgracia, eso, que hubiera tenido todo el sentido del mundo
cuando el PP llegó al poder, es a estas alturas una entelequia que la
guerra entre el BdE y Economía, entre gobernador y ministro, ha hecho
imposible. Estamos bancariamente intervenidos, y como tal se hará lo que
mande la famosa troica (CE, BCE y FMI) de los de negro.
Algún día habrá que escribir la historia de esta insensata cadena de
errores. “Esto no es nuevo”, asegura un ex alto cargo del BdE que guarda
su prestigio intacto. “Hemos hecho reconversiones bancarias para decir
basta; contamos con los protocolos, conocemos la tecnología, y
disponemos del respaldo legal [Ley 26/1988, de 29 de julio, sobre
Disciplina e Intervención de las Entidades de Crédito] necesario. En
España se hizo también con la reconversión de la industria naval y del
acero, entonces públicas. Si tenemos tres acerías y solo hay trabajo
para una, se cierran dos y a la que queda se le otorgan las ayudas
oficiales pertinentes. Es lo que se hizo con los bancos. Claro que para
eso hace falta otra cosa: ¡hacen falta cojones…! O dicho de otra forma:
hay que tener sentido de la responsabilidad y coraje político para
imponerse a poderes fácticos e intereses creados, cosa que no ha
ocurrido con los últimos gobernadores del BdE”.
El galimatías de la reconversión bancaria
Con los mercados de capitales cerrados para la banca española y el
crédito a particulares y empresas en el limbo desde hace tiempo, la
crisis bancaria y su solución se ha convertido en un galimatías casi
imposible de descifrar. Los plazos se eternizan. De acuerdo con la
información facilitada ayer por Miguel Alba en VP, el Gobierno hará
oficial mañana la petición del rescate a Bruselas, sin concretar cifra.
¿Motivo? El FROB tiene que hacer una nueva valoración de los activos de
Novagalicia, Valencia y CatalunyaCaixa –que con Bankia a la cabeza
forman el grupo de los malditos- para actualizar las cifras de estas
entidades cuando recibieron fondos públicos, proceso que “demorará unas
semanas”. Hacia mediados de julio, el Ejecutivo realizará una primera
petición concreta de fondos para las cuatro citadas, que será la parte
del león de los 62.000 millones estimados.
A mediados de septiembre, se conocerán los resultados de un nuevo “test
de estrés” –que se iniciará a finales de julio- de las carteras
crediticias de todas y cada una de las entidades que, con toda
probabilidad, correrá a cargo de Oliver Wyman. Una vez conocidos, los
bancos con déficit de capital –se estima que Santander, BBVA y CaixaBank
no necesitarán ayudas- tendrán 15 días para detallar un plan de
recapitalización, lo que permitirá al Ejecutivo, no antes del mes de
octubre, realizar una segunda petición de fondos europeos para atender
esas necesidades individualizadas. Los afectados dispondrán de nueve
meses para materializar la capitalización. En definitiva, el sector no
estará listo para cumplir su función, dar crédito a quien lo pida y
pueda devolverlo, canalizar al ahorro hacia inversores solventes, hasta
dentro de un año, lejos de la celeridad que exigen la presión de los
mercados y las instituciones económicas internacionales. “Ya solo queda
todo por hacer”.
Otro año largo, pues, en stand-by, no obstante lo cual el ministro De
Guindos se pone gallito y dice -dijo el jueves- que la petición formal
de rescate se realizará “en los próximos días”, y el viernes, abierto de
capa, se lució afirmando que “de vez en cuando al señor Juncker hay que
explicarle las cosas”. Natural. Jean-Claude Juncker, primer ministro
luxemburgués, había emplazado a España a presentar esa petición “antes
del próximo lunes”. Estamos arruinados, pero a chulapos no nos gana
nadie. Lo esencial: seguimos sin saber las condiciones financieras
(plazos, tipos de interés) que Bruselas va a imponer a esa línea de
crédito de hasta 100.000 millones, y tampoco sabemos las condiciones en
materia de política de reformas, aunque ahí no hay sorpresas, porque el
Gobierno sabe de sobra lo que tiene que hacer y, por cierto, no hace.
“Parole, sono solo parole”
En un clima más relajado, los españoles, y no digamos ya los alemanes,
asistimos el viernes al ejercicio orwelliano que supuso esa “cumbre del
crecimiento” celebrada en Roma entre Merkel, Hollande, Rajoy y Monti.
Reunión a cuatro que, en realidad, fue a siete, porque los tres últimos
se presentaron con la prima de riesgo del brazo: oronda y satisfecha,
mofletuda, las de los dos últimos; flaca aún, medio escondida pero
entrando en carnes, la francesa. La señora Merkel, venciendo su natural
repugnancia a hablar de dinero en familia, pareció aceptar un
fantasmagórico programa de estímulo para la economía europea por valor
de 130.000 millones, el 1% del PIB de la UE, que los cuatro propondrán a
sus socios en la inminente cumbre de Bruselas. Parole, sono solo
parole. Lo importante para España, la posibilidad de que el dinero de
los 100.000 millones concedidos por el Eurogrupo vaya directamente a los
bancos sin pasar por el FROB, volvió a recibir un ¡nein! rotundo de la
canciller. Una pena, porque ello evitaría que esa pasta europea pase a
engordar la ya importante deuda pública, agravando la situación de
nuestra prima de riesgo e importunando, con ello, la siesta de don
Mariano en estos meses de dura caló que se avecinan.
Al margen de la victoria futbolística de ayer sobre Francia, el fin de
fiesta ha estado protagonizado por el otrora odiado Fondo Monetario
Internacional, quien, también el viernes, dio a conocer un sorprendente
comunicado poniendo a caldo las políticas de austeridad de frau Merkel y
abogando por la posibilidad de recapitalizar bancos con problemas “sin
pasar por los Gobiernos”. Para Moncloa, como hecho a pedir de boca. Por
desgracia, parece que el desahogo de Christine Lagarde no supone sino
el reconocimiento de que tanto Washington como el propio FMI se dan por
derrotados ante la determinación del Gobierno alemán de defender la
ortodoxia a ultranza. ¿Significa eso la intervención de España como
país? Todo un cúmulo de decisiones mal tomadas -desde la propia creación
del FROB- nos han conducido a tener que solicitar el rescate bancario.
Si ahora éste se gestiona mal, como parece el caso, puede que no quede
más remedio que pedir la intervención. “El cabreo de la señora Merkel
está más que justificado”, sostiene el ex alto cargo del BdE arriba
citado, “porque sabe que, al final, no va a tener más remedio que tirar
del dinero alemán para salvar el culo a españoles y, lo que para ella es
peor, italianos, que aún no han movido un dedo. La apuesta de dejar
caer al Sur es muy arriesgada y tendría connotaciones históricas
evidentes”. Habrá que verlo.
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