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El rescate bancario superará los 300.000 millones de euros

El rescate bancario superará los 300.000 millones de euros
Juan Laborda (21-08-2012)

La dependencia de las entidades bancarias españolas del BCE no hace sino aumentar conforme pasan los meses.

En julio solicitaron más de 400.000 millones de euros al regulador europeo, lo que representa más del 30% del total demandado por la banca europea, y siete veces más de lo pedido en el mismo mes de 2011. Se trata de cifras escalofriantes.

Además de reflejar que nuestras entidades financieras tienen cerrado el acceso a los mercados de capitales, dichas solicitudes de liquidez ponen de manifiesto un sistema bancario totalmente zombi, cuyo tamaño del balance es exagerado, lleno de activos tóxicos, y no solo inmobiliarios.

Por eso, llama la atención ciertas noticias publicadas sobre el banco malo que previsiblemente se constituirá con el dinero del rescate bancario solicitado a Europa. Según éstas, el banco malo sobrepagará por la compra de activos tóxicos. Rajoy y compañía volverán de nuevo a meternos la mano en los bolsillos para proteger, por enésima vez, a la élite que quebró el sistema.

Era necesaria una intervención o nacionalización de casi todo el sistema, pero no como se ha diseñado finalmente, a través de un rescate bancario a costa de los contribuyentes españoles, y cuya cifra final superará, según nuestros cálculos, los 300.000 millones de euros, es decir, casi tres veces la cuantía tope que Europa nos prestaría a través del mecanismo de estabilidad europeo.

La inacción de los gobiernos PSOE y PP

Desde este blog denunciamos en su momento la inutilidad de las fusiones frías y el mecanismo de saneamiento de nuestro sistema bancario vía FROB implementado por el anterior ejecutivo.

También manifestamos nuestro más absoluto rechazo a las dos reformas del sistema financiero español emprendidas por el actual Ejecutivo de Rajoy.

Qué casualidad que todas estas medidas fueron pactadas por los dos grandes partidos políticos de este país, las únicas en las que se han puesto de acuerdo.

Todo era fruto de una tremenda improvisación, tanto en el procedimiento utilizado, la cuantía de saneamiento estimada, como en los aspectos técnicos desarrollados. Confundían saneamiento financiero con requisitos de capital. Además, y eso era muy grave, no contemplaban un cambio sustantivo de la propiedad y de los equipos directivos de las entidades que finalmente serían rescatadas, y que presidieron su descapitalización o la consintieron.

Las elites económicas y políticas diseñaron una reforma del sector financiero a la medida de sus intereses.

Se la jugaron a la carta equivocada, una recuperación del ciclo económico que mejorara el margen de explotación y aliviará su insolvencia. Se equivocaron, y ya era muy tarde.

El rescate del sistema bancario superará los 300.000 millones de euros

Como consecuencia el gobierno de Rajoy solicitó a Europa un rescate de nuestro sistema financiero, cuyo diseño supuso una socialización en toda regla de las multimillonarias pérdidas privadas provocadas por una élite financiera y política que, aún hoy, sin ningún tipo de rubor, sigue exigiendo sangre, sudor y lágrimas al resto de los ciudadanos.

Dicho rescate, además, no valdrá para nada.

La cuantía necesaria, siguiendo el diseño implantado por las élites, rondará finalmente los 300.000 millones de euros frente a los 100.000 millones inicialmente solicitados.

En nuestro escenario adverso asumimos una caída del PIB en el período 2012-2014 superior al -8,0%, una tasa de paro que alcanzaría el 30% en 2014, un descenso del precio de la vivienda desde 2007 entre el 70%-80%, lo que supondría una caída adicional en el período 2012-2014 alrededor del 35%-45%, y una caída del suelo de hasta el 100%.

Según estos cálculos las pérdidas del sistema bancario español para el período 2012-2014 oscilaría entre 300.000 y 400.000 millones de euros.

Teniendo en cuenta los ratios de capital que se exigirán, dichas pérdidas no podrán compensarse con los 100.000 millones de provisiones existentes, especialmente si continúa salida de depósitos. El acudir a estas provisiones aceleraría las necesidades de capital. Todo un sinsentido. Asumimos además una generación de beneficios en el sistema bancario español prácticamente nula.

El problema no es solo inmobiliario, la crisis sistémica ha acabado contaminando al resto de la economía española, y de qué manera. La mora alcanza cifras muy superiores al 15% del total de préstamos de la banca.

¿Qué hacemos con los préstamos concedidos a grandes empresas inmobiliarias, de servicios, de medios de comunicación, y un largo etcétera, cuya actividad está cayendo en picado?

Requisitos que deberían haber guiado la intervención bancaria

La intervención de todo sistema financiero se debe de hacer bajo una serie de premisas. Hay que reducir la capacidad de nuestro sistema financiero de manera que sólo sobrevivan los bancos solventes. Lo que nunca hay que hacer es repetir lo de Cajamadrid con Bancaja, ambas con problemas, o, por ejemplo, lo de Unicaja con las cajas de Castilla y León, donde las entidades problemáticas acaban contaminando a la entidad solvente.

Es necesario sacar los activos tóxicos del sistema bancario e integrarlos en un banco malo aparte. No se puede permitir una chapuza como la de Bankia, un banco malo dentro de la entidad, donde simplemente se cambian de cajón los activos tóxicos, lo que acabó contaminando a todo.

El precio de transferencia al banco malo debería aproximarse al valor fundamental. Basta ya de la opacidad que la banca ha mantenido hasta ahora. El banco tiene que proporcionar información sobre el valor actual confirmado tanto por expertos independientes como por la desacreditada autoridad de supervisión bancaria.

El Estado, es decir, los contribuyentes, no puede permitirse el lujo de sobrepagar.

Al sacar el activo tóxico del banco y pagar por debajo de su valor en libros, desde el lado del pasivo no tendrá capital suficiente. El Estado antes de poner un duro debe estrujar a los bonistas, transformado los bonos en capital. Han asumido un riesgo excesivo y se han equivocado.

Sólo se garantizan los depósitos.

Después, y si hiciera falta, conforme se va limpiando de activos contaminados y estrujando a los acreedores, el Estado podría entrar como accionista en aquellas entidades en las que se pueda garantizar su solvencia.

Existen distintos bancos malos posibles, con nombres y apellidos, pero el gobierno de Rajoy finalmente optó por una solución “a la irlandesa”, donde todo el coste del rescate corre a cargo de los contribuyentes, tanto en financiación del pasivo del banco malo como en la recapitalización del banco intervenido o insolvente.

Se debería haber apostado por un banco malo a costa de la gerencia, de la propiedad, y de los bonistas, siguiendo la experiencia de Suecia en 1992 o de Islandia en 2008.

A la vez que se sanea el activo de los bancos, se debe reducir la deuda de los agentes económicos en torno a dichos activos.

Esta idea, tabú para algunos, ya ha sido asumida por el FMI en el capítulo tres de su último informe bianual con el título “Dealig with Household Debt”.

Insolvencia bancaria e intereses de clase

La asunción de una serie de políticas económicas por parte del actual gobierno y del anterior, reflejan en última instancia el sometimiento a la clase dominante.

Es la clase dominante, el capitalismo financiero, quien determina y quien marca lo que en última instancia hacen los gobiernos.

El ingrediente más importante para una recuperación económica sostenida es la reforma de los abusos que permitieron una burbuja espectacular, una mala asignación del capital productivo y los efectos negativos de los monopolios y los fraudes financieros en la economía real.

Hoy en día una auténtica política reformista exige hacer frente a los monopolios empresariales y financieros.

Pero de eso, nada de nada. Ya verán ustedes lo que Rajoy y sus muchachos van a hacer con los organismos reguladores, aquellos encargados en última instancia de la defensa de la libre competencia y de hacer frente a los abusos de ciertos oligopolios.

¡Quedan avisados!

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