20120928

Un asombrado economista extranjero en España.

Un artículo de un economista americano de hace ya algunos años -del 93 concretamente- pero que permanece, por desgracia, en plena actualidad y que merece la pena volver leer.

Solo una consideración por mi parte, y es que entre esos “cazadores de rentas” que el autor denuncia no menciona -quizá por no invadir el terreno político y ceñirse únicamente al ámbito económico, o tal vez por ser políticamente neutral- a los mayores y los más peligrosos de ellos: los políticos.

Toda la proliferación de administraicines territoriales -cuyo paradigma a estos efectos son las Comunidades autónomas- corporativas, institucionales, organismos autónomos empresas públicas y demás entes de distinto pelaje, no tienen otra finalidad - a pesar de las rutinarias invocaciones a la “descentralización” y al “servicio al ciudadano”- que la de otorgar, a través del poder coercitivo y exactor del Estado, un "paraíso" económico al estamento político a costa de crear un correlativo "purgatorio" económico al resto de la Nación. Casta política que, ocupada en enriquecerse es incapaz no ya de ofrecer un Proyecto Político a la Nación de la que vive y a la que parasita, sino ni tan siquiera de mantenerla unida.

Donald R. Street

ESPANA está rodeada de supersticiones que afirman la necesidad de mantener a miles de funcionarios inútiles. Por ejemplo, no comprendo el sistema español de las notarías, salvo que crea un purgatorio económico para la mayoría y un paraíso para un grupo de los que en economía se llaman «buscadores de rentas».

Comenté a unos amigos españoles que una transacción de propiedades en mi Estado, en Alabama, por valor de 300.000 dólares comporta unos gastos de transferencia del título de propiedad de menos de 250 dólares. Mis amigos no lo podían creer, puesto que aquí esa misma operación cuesta miles de dólares.
En Estados Unidos, la transferencia de un título de un inmueble la hace un chico o una chica de dieciocho años que acaba de terminar el Bachillerato. ¿Acaso son por ello los títulos de propiedad menos seguros que en España? Claro que no, y, además, por el precio de una comida para dos personas en Madrid cualquiera puede comprar seguridad para su título de propiedad en EE.UU. a una compañía privada sin necesidad alguna de ningún abogado ni los servicios de un notario.

Pero en España, los jóvenes se pasan años y años estudiando para preparar las oposiciones, y hay cientos e incluso miles de aspirantes por cada puesto en ciertas profesiones. La razón es que quieren recibir las rentas de ese purgatorio creado por el Estado de forma totalmente artificial. Y lo malo de todo esto es que se produce una enorme desviación de recursos que podrían dirigirse a satisfacer otras y más importantes necesidades de los españoles. He realizado investigaciones económicas en una docena de los 30 países del mundo por donde he viajado. Y he observado que cuanto más difícil es la transferencia de las propiedades, más pobre es el país.

Como economista y consultor de un proyecto de desarollo pasé casi dos años en Haití, el país más pobre del hemisferio occidental, y noté que allí era casi imposible transmitir un título de propiedad. También en Haití se obtienen rentas de la gente. Un general recibe una cuota por el contrabando, otro consigue un porcentaje de todo lo que pasa por el sistema de fábricas de harina, otro de la industria del cemento, etcétera.

Mis amigos españoles me cuentan que numerosas profesiones, o bien son innecesarias, o bien cobran rentas por otros purgatorios. Mencionan a menudo a los arquitectos, que firman algo sin haber realizado ningún servicio y capturan una gran cantidad de rentas. En los Estados Unidos, los arquitectos cobran por diseñar edificios, nunca por simplemente firmar.

Me contó un amigo que cuando recibió un aval báncario de los Estados Unidos en España tuvo que pagar 400 dólares a un «interventor» solamente por firmar. También me han comentado el elevado coste de las transferencias de dinero a través de los bancos en España, un coste varias veces superior al que rige en Estados Unidos.

He leído que la Telefónica se ha comprometido a instalar el teléfono en veinte días. En Estados Unidos es posible que cuando uno solicita un teléfono, la compañía se lo instale en el mismo día. Por otro lado, yo mismo he tenido la experiencia de mandar un paquete que contenía cami- setas de mi Universidad a unos amigos de España que nunca lo recibieron. Hace poco me llegó a mi casa «urgente» desde España: había tardado dos semanas.

Es el mercado Libre el que puede destruir los monopolios creados para favorecer a un grupo de buscadores de rentas artificiales.
Creo que ya es hora de que España elimine todas las trabas al comercio, la industria y las demás actividades económicas para que mejore la eficiencia y aumente el bienestar de su población.

Donald R. Street es catedrático de Economía en la Universidad de Auburn (Alabama, Estados Unidos).

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