´Vivir en soledad no es vida, así estoy muerto´
Ha
colocado carteles en comercios de Requena en los que pide incorporarse a
un grupo familia a cambio de 600 euros para pagar gastos de la casa y
una habitación - Busca calor humano y compañía para superar el daño que
le causa su vida en solitario.
JOSÉ FERRER REQUENA «Busco una familia de acogida, vivo solo y no
debería, pues aunque gozo de buena salud ya tengo 80 años. Quiero
sentirme uno más en casa, viviendo en compañía y ayudar en todo lo que
pudiese.......». Así empieza el mensaje que Faustino León colocó en
muchos comercios de Requena. Necesita una familia con la que compartir
sus inquietudes y aparcar a un lado años de soledad que han dejado y
siguen dejando marca en su ánimo.
Este octogenario no es una víctima de la crisis, tampoco del sistema a
pesar de su vida, desgarradora en algunos momentos. Tiene un grado de
dependencia muy bajo, tiene un techo donde cobijarse y una pensión que
le permite vivir sin holguras, pero sin carencias. Aunque sí sufre de un
mal que afecta a muchos ancianos y que con mucha frecuencia es ignorado
por la sociedad: la soledad, que deja profundas secuelas en el ánimo de
muchos de ellos y que los sistemas de protección social no han
conseguido atajar.
Con la soledad a la espalda
Sus primeros escarceos con la soledad comenzaron desde muy pequeño. Fue
una de la víctimas inocentes de los conflictos bélicos y a los 5 años se
quedó sin padre, un suceso que sigue recordando con mucho dolor.
Comenzó a trabajar pronto en el campo para sacar adelante a su hermano y
a su madre. Contra la norma de aquellos años, que era casarse muy
joven, él no pudo hacerlo hasta los 39 cuando por fin instaló a su madre
en Valencia junto a él. Años dedicados por entero al trabajo sin dejar
tiempo para sí mismo y para cultivar amistades.
En 1996, poco después de jubilarse, se rompe su matrimonio y decide
abandonar su casa, dejando a su esposa y a 4 hijos, otro momento que
recuerda con tristeza. «Las decisiones que tome entonces han marcado mi
vida. Mi cabeza cambió por dentro y ya no he vuelto a dar un paso a
derechas» asegura. Entonces inicia un largo periplo por numerosas
residencias de la tercera edad de toda España donde no acaba de
encontrarse cómodo. «No me gusta estar en esos centros, no podía
disfrutar de mi libertad. No tenía bono social y costeaba mi estancia
con mi pensión y mis ahorros y no me dejaban hacer muchas cosas» explica
Faustino León.
Ese periplo viajero lo intercala con unos años en Ontinyent, en un piso
de su propiedad, y otro periodo en la pedanía requenense de Los Cojos,
donde nació, junto a su madre hasta la muerte de ésta. Allí sufrió un
ictus cerebral, que ha superado y que no le merma nada de sus
condiciones físicas. Desde hace dos años reside en Requena y ahora ha
decidido buscar una familia de acogida para huir de su soledad.
Necesito una familia
«Vivir así, no es vida. Estoy muerto» asegura con lágrimas asomando por
sus ojos. Reconoce que tantos años de soledad le han llevado a pasar por
periodos de depresión, que siempre ha superado.
«Echo de menos el calor humano, la compañía de una familia, de alguien
con quien hablar. Me desespero muchas veces de estar tanto tiempo solo.
Necesito una familia», asegura. No obstante recuerda que ha pasado
momentos duros cuando residió con una familia porque «llegaron a
agredirme y tuve que marcharme corriendo de la casa. Fui a un hospital
donde me hicieron un parte de lesiones y después a una comisaria de
policía, desde donde me mandaron a la del pueblo donde me habían pegado.
Me dijeron que ellos no podían tramitar la denuncia. Me sentí muy
desamparado en ese momento», explicó.
A pesar de los riesgos sigue queriendo incorporarse dentro de una unidad
familiar, que le de una habitación que está dispuesto a pagar, igual
que parte de los gastos de la casa «tengo mi pensión y puedo contribuir
realizando tareas de la casa y salir a hacer recados. Se cocinar, hacer
la compra y todavía puedo valerme por mismo».
Defiende que las personas mayores tienen cosas para aportar a la
sociedad y contribuir con su ayuda «poner paños calientes» a parte de
los problemas de la crisis «en mi caso tengo experiencia», matizó.
«Vivir sólo me ha hecho mucho daño por eso necesito de una familia. La
convivencia es la mejor medicina que conozco para evitar los males de
esta carga y de otros que sufrimos las personas mayores», afirma.
´Vivir en soledad no es vida, así estoy muerto´ - Levante-EMV
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