La casta maldisfruta de los viajecitos gratis..
Bronca entre Cospedal y Sáenz de Santamaría ante el Papa por el uso de la mantilla - ElConfidencial.com
La escena fue propia de una película berlanguiana en blanco y negro. Las
dos mujeres más poderosas de la órbita de Mariano Rajoy -con permiso de
Viri- enzarzadas ante el papa Benedicto XVI por una pura cuestión de
celos y egos en la que ni siquiera el entorno, el propio Vaticano,
consiguió apaciguar la tensión.
Sucedió en la plaza San Pedro el pasado 7 de octubre, durante el acto
solemne de proclamación por parte de Benedicto XVI de los dos nuevos
‘Doctores de la Iglesia’ católica: el santo castellano-manchego, Juan de
Ávila, y la santa alemana Hildegarda de Bingen. Una ceremonia a la que
acudió una importante delegación española encabezada por la
vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y cuyas imágenes dieron la
vuelta a España por la estampa 'desfasada', según las voces más
críticas, que ofreció la presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores
de Cospedal, ataviada para la ocasión de riguroso negro y mantilla.
Como manda la tradición y el protocolo, ¿o no?
Pues no. Al menos, según la formalidad vaticana, que establecía para la
ocasión que bastaba con llevar la melena cubierta con un velo para
cumplir con el protocolo, tal y como así hicieron la número dos del
Gobierno y su jefa de gabinete, María González Pico, que habían sido
informadas sobre el ceremonial por el embajador español ante la Santa
Sede, Eduardo Gutiérrez Saénz de Buruaga, y que, al parecer, se callaron
ese pequeño detalle o no se acordaron de comunicárselo a la secretaria
general del PP, que fue, junto con alguna otra parlamentaria del
partido, como la senadora Carmen Funes, de las pocas que aparecieron en
la plaza de San Pedro con el tocado tradicional de la mantilla de
encaje.
Que la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y la
secretaria general del PP y presidenta de Castilla-La Mancha, María
Dolores de Cospedal, no se soportan es un secreto a voces dentro del
Partido Popular. La cuestión es que Cospedal solo se percató de la
vendetta, así lo interpretó ella, cuando ya no había marcha atrás
posible. Algo que desató, en plena misa, una bronca monumental y un duro
cruce de reproches entre ambas que, a juicio de alguno de lo presentes,
resultó algo bochornosa.
Relegada a una silla por el protocolo
La humillación para Cospedal, sin embargo, no quedó ahí y fue incluso
mayor al término de la ceremonia. Saénz de Santamaría y María Dolores de
Cospedal tuvieron la oportunidad de saludar personalmente al papa
Benedicto XVI, pero, acto seguido, solo una de ellas, la vicepresidenta,
como no podía ser de otra forma, se reunió a puerta cerrada con el
secretario de Estado Vaticano, Tarcisio Bertone, en el Palacio
Apostólico. En el coloquio, de unos quince minutos, estuvieron presentes
el subsecretario de Asuntos Exteriores, Rafael Mendívil Peydro, y el
embajador, pero el protocolo de la Santa Sede no dejó pasar a Cospedal
al no formar parte del Gobierno de España y, por ello, la número dos del
PP tuvo que esperar en una silla a que su eterna rival interna
concluyese la entrevista, que versó sobre las relaciones bilaterales.
Sea como fuere y dijera lo que dijera el protocolo, a Cospedal y a
Soraya no les valió una misa para recomponer su tirante relación en
torno al inquilino de la Moncloa. Ni el Vaticano ni el Papa ni la
comunión del momento les ha acercado personalmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario