Se podrá recortar en fotocopias, ujieres o calefacción, pero los pasillos del Congreso de los Diputados seguirán vistiendo costosos retratos de sus expresidentes cueste lo que cueste. La mayoría absoluta del PP desplazó a José Bono, siendo
sustituido por Jesús Posada al frente del hemiciclo, pero este no ha
olvidado a su predecesor y, siguiendo con la tradición, mandó realizar
un retrato al estilo de los Austrias del Siglo XVI.
Sin embargo, la polémica va más allá porque al propio Bono, el nuevo inquilino de los pasillos de la Cámara Baja, no solo no le molesta el gasto, sino que no le importa que se realice. Se las tuvo tiesas con su predecesor, el socialista Manuel Marín, durante la pasada legislatura por la tradición del retrato, porque el ahora profesor no quería una pintura suya sino una foto que, aunque cara, 'solo' costaba 24.780 euros. Vamos, que ni siquiera el ahorro de 58.000 euros le hizo cambiar de opinión a Bono, aunque Marín se salió con la suya.
La estampa de Bono llevará la firma de Bernardo Torrens,
pintor que ya cuenta con una de sus obras en la galería de retratos del
Congreso, ya que fue quien realizó la semblanza del expresidente Félix
Pons, también socialista. Y se colocará en la galería de la primera planta del Congreso de los Diputados, cerca de los despachos de algunos componentes de la Mesa.
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