típico de hispanistán.. por eso el país está en la ruina pero es que además no vale ni la pena emprender, pues siempre se va a encontrar a algún "apoltronado" al que le moleste nuestro negocio, y va a hacer lo imposible para hundirlo.. en el caso de la "guerra del pan", inspecciones semanales (y lo que suponene de pérdida de tiempo) cuando la media es una cada dos meses.. presiones y amenazas de las harineras (ahí se ve el modelo de "libremercado" en hispanistán).. esto es que algún castuzo va cobrando "mordidas" aquí y allá.. y claro.. entonces no es posible vender las barras a 20-25 céntimos..
La ‘guerra del pan’ de Valencia obliga a intervenir al Consell
La guerra del pan ya es un fuego cruzado de denuncias administrativas y
amenazas judiciales, donde ha irrumpido un actor inesperado: el Consell.
El promotor de la contienda, el panadero valenciano José Navarro,
convulsiona desde septiembre el mercado distribuyendo 50.000 barras
diarias a 20 céntimos. Ahora se siente “acosado” por sus adversarios:
los horneros tradicionales. Denuncia
que las tres tiendas donde reparte su pan barato —Torrent, Quart de
Poblet y Gandia— reciben un promedio de una inspección semanal de los
departamentos de Comercio, Trabajo y Sanidad de la Generalitat. La media
en un establecimiento de las mismas características es de un registro
de oficio cada dos meses, según fuentes del sector.
Navarro no tiene pruebas (las denuncias son anónimas) pero apunta a su
competencia, que en poblaciones como Torrent o Quart se ha desfondado
hasta perder una cuarta parte de sus ventas desde su aterrizaje.
“Los panaderos van a por nosotros”, explica un portavoz de Navarro, que
acumula una decena de procedimientos, principalmente del área de
Sanidad. Todos, dice, se han resuelto favorablemente.
Las inspecciones se traducen en visitas a instancia de un denunciante,
donde se comprueba desde la calidad de las harinas utilizadas para
amasar el pan, la legalidad de los trabajadores en la plantilla o la
fecha de caducidad de los alimentos con los que Navarro abastece a
diario a sus 6.000 clientes. “Nos tienen fritos”, remarcan.
La Consejería de Sanidad no da cifras, aludiendo a la protección de
datos, pero admite que este mismo miércoles visitó a uno de los
comercios. El procedimiento permanece abierto. “En una de las
inspecciones en el centro de Navarro de Riba-roja se repitió la visita
por discrepancias”, apuntan desde Sanidad.
Los
horneros niegan la ofensiva administrativa. Vicente Martínez,
presidente del mayoritario Gremio de Valencia, desmiente que sus más de
200 socios hayan denunciado a su adversario. Admite que la semana pasada
su organización transmitió “el problema” de las barras de bajo coste a
la Consejería de Economía con el argumento de que si Navarro continuaba
sus ventas “hundiría” a un sector compuesto en la capital por 300
microempresas. Martínez calcula que el fenómeno provocará el cierre de 50 empresas en los próximos tres meses.
Tampoco se da por aludido Antonio Cuñat, del Gremio de Panaderos de
Torrent. Enmarca las inspecciones de la Dirección General de Sanidad en
un trabajo administrativo “rutinario”. Pero celebra el celo burocrático
que soporta su competencia. “Me alegro que le hagan muchas visitas”,
afirma. Como una veintena de compañeros de esta población valenciana de
80.000 habitantes, el panadero comercializa en una contraofensiva barras
a 20 céntimos gracias a la “ayuda” de las harineras, que les regalan
sacos de producto para atenuar la guerra de precios. Se queja de que
tiendas de ultramarinos de la localidad revendan el pan de Navarro con
un recargo de hasta 20 céntimos.
Navarro
ultima el contraataque: denunciará en los tribunales a los panaderos
que le acusan de vender por debajo de coste —una práctica ilegal pero
muy difícil de demostrar si no se desciende a los libros de contabilidad
de la empresa— y de amasar sus bollos con harinas de mala calidad.
Sostiene que si esto último fuera cierto, su empresa habría cerrado por
la presión administrativa.
El
precursor de las barras baratas dice ser una víctima de sus
proveedores. Asegura que más de cuatro empresas le han cortado el
suministro en dos meses por las “presiones empresariales”. Acusa al
Gremio de Panaderos de Valencia de intentar su desabastecimiento. “El
representante de una de estas empresas me llamó para decirme que no me
atendía porque sufría amenazas”, dice un portavoz de Navarro.
Villafranquina y Harinera del Mar, sus primeros proveedores, declinaron
atender a este periódico.
El promotor del pan low cost se prepara para crecer. Tiene previsto
abrir dos tiendas al mes el próximo año en la provincia de Valencia y
contratar a cerca de 300 personas. En su entorno perfilan una estrategia
que incluye la búsqueda de proveedores de harina en Italia y Francia
para “esquivar las presiones” que —según dice— sufre en España y la
construcción de un nuevo obrador que reforzará su planta de Riba-roja.
Hoy abrirá un punto de venta de pan a bajo coste en la población
valenciana de Vilamarxant y en los próximos días lo hará en Albal, donde
los horneros se muestran muy preocupados y han comenzado a movilizarse,
según fuentes del sector. Junto a la apertura de nuevas tiendas, prevé
adquirir panaderías tradicionales al borde de la quiebra para producir
sus barras de bajo coste. Ya ha comprado tres.
Fuentes patronales temen que su “delicada” situación empeore con la
irrupción en la guerra comercial de las cadenas de supermercados.
Supondría, dicen, una segunda vuelta de tuerca a la “reconversión” que
atravesó su actividad cuando las grandes superficies lanzaron bollos
como producto reclamo a mitad de precio hace más de una década.
El
convulsionado sector intenta desmontar la viabilidad económica del pan a
20 céntimos. “Los números no salen, es imposible, según nuestras
estimaciones basadas en más de 300 empresas, algunas con más de cien
años de experiencia”, apuntan desde el Gremio de Panaderos de Valencia.
Basan su estimación en que, si el kilo de harina cuesta 45 céntimos y
permite producir cinco barras, no es factible comercializar un bollo low
cost como los de Navarro tras repercutir gastos energéticos y laborales. El portavoz del Gremio de Valencia añade que el precio de la harina se ha duplicado en siete años.
La Federación Gremial y Empresarial de Panadería (Fegreppa), que según
fuentes del sector prepara un informe sobre la viabilidad comercial de
la barra low cost, ha declinado atender al periódico.
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