20130215

7 obviedades de que el nuevo orden mundial lleva décadas

La Gran Obra de Todas Las Eras” no acaba nunca. Está concebida para la perpetuación indefinida, para el eterno “perfeccionamiento”… No obstante, si el lector quiere tener una visión de un estado avanzado y harto postrero del Novus Ordo Seclorum, basta con que abra los ojos al mundo que le rodea y reflexione en los siete puntos que aquí se exponen:

1.- La centralización de poder: Ya hemos visto que, a nivel político, el Novus Ordo Seclorum se manifiesta como un proceso de centralización de poder, ya visible en el siglo XIX. Ese “centro” al que tiende a acumularse dicho dominio político es Europa (y por extensión, el satélite del gobierno federal norteamericano) Se trata del llamado Anglo-American Establishment. Lo más terrible de este proceso de centralización de poder es que éste parece no tener límite: es decir, cuanto más centralizado está el poder, más poder existe para centralizar. Resulta así de paradójico: si los grupos financieros europeos ya controlaban el mundo a mitad del siglo XIX, actualmente lo controlan más allá de su totalidad, más allá de su objetivo inicial, más allá de lo que parecería el propio límite de control. Resulta ser así de aterrador. Las naciones y estados soberanos ya cumplieron su papel en este proceso; por lo tanto, su presencia se reduce a la residual utilidad que aún pueden tener para los grupos de poder transnacionales.

En la medida en que carezcan de esa utilidad, los estados y naciones molestan, sobran, resultan ya obsoletas. Es por ello por lo que se iniciaron proyectos de unión transnacional (primero a nivel económico, después a nivel político) de los que hay que destacar la Unión Europea. Existen proyectos semejantes al europeo, pero resulta comprensible que el pionero, y el más explícito y evolucionado, sea precisamente la Unión Europea. Actualmente, las naciones europeas son piezas de un mega-estado que aspira a dominar desde Cabo Finisterre hasta la frontera turca, desde el Círculo Polar Ártico hasta Gibraltar. Esta “unión europea” contemporánea no es sino el sueño de Napoleón, de la casa Saxe-Coburg, de Karl Marx, de Adolf Hitler, y de los politicuchos de Maastricht, hecho realidad: una superplataforma estatal que domina el continente que ha servido (y sirve) de base de los elitistas linajes (la “aristocracia”) que articulan el Novus Ordo Seclorum. La tendencia del resto de continentes será esta misma, y todos esos megaestados –a su vez- colaborarán en una centralización global de dicho poder; el loco sueño de la enfermiza ambición aristocrática ya hecho realidad: el gobierno mundial.


2.- El gobierno mundial y la fuerza militar única: Esta es la pretensión explícita de los grupos de poder europeos: el gobierno mundial. Ya lo era en el siglo XIX, y lo es hoy en día, sólo con una salvedad: la pretensión actual es perpetuar y fortificar dicho gobierno porque ¡el gobierno mundial ya existe! ¡Ya es un hecho! Algunos ciudadanos que oyen hablar del “gobierno mundial” pueden pensar que se trata de una “profecía exagerada” para un futuro lejano… y sin embargo, todos ellos nacieron bajo dicho gobierno. Toda la agenda desarrollada en el siglo XIX y XX, consiguió por medio de ciertos eventos (principalmente, guerras), una centralización de poder en los grupos políticos que conforman el Establishment europeo-norteamericano. En esta agenda, tuvieron una gran importancia las dos “guerras mundiales” que devastaron Europa por partida doble en menos de cincuenta años. La primera guerra (“La Gran Guerra”) tuvo como consecuencia la Sociedad de las Naciones (1919), el prototipo de lo que tras la Segunda Guerra Mundial se presentaría como ONU (1945). Si una organización de unión transnacional surge con la guerra, ¿quién controlará dicha organización? Pues los causantes de dicha guerra: las minorías que se lucraron, que obtuvieron poder, que se alimentaron con el horror de la guerra. ¿Es la ONU –por lo tanto- el actual gobierno mundial? Por supuesto que no: la ONU es tan sólo una institución (por lo demás, utilísima) al servicio del gobierno mundial. Éste usará la institución que él mismo ha creado mientras le sea de utilidad. Si puntualmente le resulta inútil, el mismo gobierno mundial desdeñará la autoridad de la institución para sus propios fines (esto ya ha ocurrido múltiples veces; la más reciente el 22 de Mayo de 2003, con el Consejo de Seguridad de la ONU y la invasión de Irak) Esto nos lleva a un tema estrechamente unido al gobierno mundial: el ejército único.

Si ya hay un gobierno mundial, habrá una fuerza militar única. Esto es un hecho desde hace mucho tiempo, pero incontestablemente claro y explícito desde el fin de la guerra fría y el colapso soviético. La red militar de la OTAN encabezada por el ejército de Estados Unidos resulta ser la fuerza militar única, incomparable a ninguna otra forma de poder bélico, invencible ni tan si quiera en sueños por otro ejército, y completamente inexpugnable por otra fuerza más o menos militar. Si esto es así, algún ingenuo podría preguntar con razón: si sólo hay una fuerza militar, ¿por qué sigue habiendo guerras? Las fuerzas militares fuera del paraguas de la OTAN desempeñan el papel de enemigo que toda fuerza militar necesita para legitimarse. En última instancia, existe una estrecha colaboración entre ejércitos. Sólo el ejército norteamericano-británico-israelí podría destruir toda forma de civilización con un escaso porcentaje de su potencial. La misma industria bélica que equipa esta maquinaria de horror, se lucra vendiendo los excedentes al resto de ejércitos (nacionales o paramilitares, pertenecientes a la OTAN o “al Eje del Mal”, “legales” o no) Los rudimentarios ejércitos nacionales, las diferentes fuerzas armadas del resto de estados, los soldados que sirven a estados soberanos, grupos guerrilleros o “rebeldes” de todo tipo, harán su trabajo (es decir, la guerra; matar) siempre y cuando su misión sea útil para el interés del gobierno mundial.

En otras palabras: Si dos colectivos (estados, ejércitos, naciones, razas, grupos religiosos…) quieren matarse entre ellos, tendrán que pedir permiso a la fuerza militar única para hacerlo; si esta decide que el conflicto es rentable e interesante para su programa (lo que ocurre la mayoría de las veces tratándose de sufrimiento), se declara una guerra: la industria bélica arma a ambos bandos, los grupos financieros internacionales se interesan por la deuda externa que puede dejar el conflicto, y las corporaciones transnacionales y ONG´s intentan meter los colmillos en el siempre rentable contexto bélico. Sólo existe un fuerza: la que se alimenta del negocio de la escenificación bélica que tienen que sufrir –claro está- los pueblos. Todo estado, ejército o grupo rebelde que se presenta como “enemigo”, tiene precisamente un papel colaboracionista como “enemigo”, trabaja en el proyecto global como “enemigo”. Si esa misma entidad (estado, ejército…) tiene otro tipo de utilidad o supone un tímido atisbo de resistencia, se soborna (Arabia Saudita, casi todos los estados de América del Sur, muchos africanos como Uganda…), se “golpea” (Chile en 1973, Irán en 1979…), o directamente se devasta (recientemente Irak, en 2003).

No sólo eso: en un mundo con una fuerza militar única, no sólo habrá guerras, sino que habrá muchas, infernales, y –lo peor- inacabables. Con el siglo XXI, se llevó a la exitosa práctica, la teoría de la “guerra permanente”, que ya se conocía bien en Europa, pero que jamás pudo aplicarse completamente. En el siglo XXI, las guerras comienzan… pero no acaban jamás. Se van transformando, se van dividiendo en “etapas”, en “campañas”, en “episodios” narrados por las plataformas de massmedia. El ensayo general de esta teoría de la “guerra permanente” fue (es) el conflicto palestino-israelí. En este mundo en “guerra permanente”, se intentará adoctrinar a la población en un esquizofrénico y obsceno eufemismo: ejército = “fuerza de paz”. Aunque cueste trabajo aceptarlo, esta deforme ecuación está calando socialmente, gracias a los “Cascos Azules” de la ONU, y al término de “ayuda humanitaria”. ¿De dónde salen los repartidores de bocadillos de las Naciones Unidas? ¿Dónde se entrenan? ¿Dónde se han formado y quién ha fabricado las armas que portan para no utilizar? Respuesta a todas estas preguntas: de la misma fuerza militar única, la cual sirve a un gobierno mundial que es un hecho, que no es una abstracción, que no es una especulación teórica. ¿Dónde se articula este gobierno?




3.- La articulación política mundial a través de grupos privados de poder: Al igual que existe un porcentaje de ciudadanos que niegan estas obviedades, los hay quienes niegan la existencia de grupos cerrados de poder que articulan la agenda política global. Los estados “democráticos” son estructurados en un bipartidismo controlado por grupos financieros que eligen los candidatos, imponen el programa, y pagan las campañas. Los regímenes dictatoriales se sostienen en la medida que suponen ser de utilidad para la perpetuación y fortificación del Establishment. Los unos y los otros (los estados “democráticos” y los dictatoriales) son tan sólo piezas de ajedrez en una partida transnacional con el jaque mate a la vista. Estos grupos transnacionales de poder son cerrados, privados, y –en la medida de lo posible- secretos. Resultan ser los herederos de aquellas sociedades europeas decimonónicas (que vimos con Weishaupt), que se desarrollaron a lo largo de la primera mitad del siglo XX (Thule, The Round Table, The Golden Dawn, Vrile…), y que hoy se atreven a presentarse como grupos no gubernamentales. La historia de dichas sociedades no interesa tanto como la obviedad de su existencia y poder. Su historia es enrevesada, confusa, y contaminada por una malintencionada desinformación.

Sin embargo, su existencia y poder son innegables, incluso por ellos mismos: El Grupo Bilderberg data de 1954, y se tienen registradas y comprobadas 57 reuniones desde esa fecha. El Club de Roma se formó en 1968 y su membresía incluye las mismas calañas que incluye Bilderberg: nobleza, alta política, cúspide militar e inteligencia, finanzas, directiva corporativista, massmedia, “ambientalistas” varios… Algunos miembros de estos clubes, pertenecen también a la Comisión Trilateral, organismo que incluye a grupos políticos, militares, financieros y corporativistas de Japón, la Unión Europea y Estados Unidos. El núcleo norteamericano de la Comisión Trilateral conforma gran parte del CFR, grupo privado de poder que articula la política exterior de la mayor potencia militar del planeta. Estas cuatro organizaciones con membresía común resultan ser los grupos políticos incontestablemente más importantes de la cúspide del Nuevo Orden Mundial. Así es: estos grupos existieron y existen, y su desmesurado poder exigen que ya no sean secretos, que se tengan que camuflar, y que se conozcan los lugares, fechas, y asistentes de sus reuniones. La esplendorosa hegemonía de la élite global permite que nada de esto sea secreto, que todo se presente de modo explícito, descarado, en las propias narices del ser humano.


4.- La acumulación de capital: La consecuencia económica de todos estos puntos es una acumulación de capital que en el siglo XXI alcanza cotas de una obscenidad indigerible. La centralización de poder conlleva una concentración de riquezas aplicable a todos los niveles: continental (continentes riquísimos y continentes pobrísimos), nacional (dentro de un continente, naciones ricas en comparación a otras muy pobres), territorial (dentro de una nación, ciudades “ricas” y áreas rurales miserables), y social (una minoría riquísima –cada vez más rica, cada vez más reducida-, y una masa hundida en la pobreza). Esta situación va muchísimo más allá de cualquier “desigualdad”: se trata del más efectivo, silencioso, y barato medio de genocidio. Se estima que un 2% de la población mundial posee el 50% de la riqueza del planeta. El sistema monetario – desarrollado en ese mismo siglo XIX por los mismos grupos financieros europeos ya nombrados- se presenta en el siglo XXI como inexpugnable, sólido e incuestionable.

Los grupos bancarios adquieren –cada año- cotas de poder que crecen exponencialmente. Las corporaciones transnacionales acumulan beneficios comparables (incluso, superiores) al PIB de muchos estados. La inflación ya se ha convertido en un incuestionable “mal necesario”. Actualmente la población paga deudas que sólo podrán comenzar a cubrirse dentro de tres generaciones. Los organismos bancarios internacionales (FMI, BM…) dominan un mercado con tendencia a periódicas “crisis” que petrifican a los seres humanos y fortalecen al mismo sistema bancario. La “deuda externa” perpetua queda garantizada en todos los estados. Si todos los estados tienen “deuda externa”, ¿dónde está ese “exterior” al que todos los gobiernos interiores deben dinero? No está en ninguna parte: los grupos financieros que crearon este sistema de explotación aseguran su hegemonía a través de esta estafa.



5.- La sociedad sin dinero en efectivo: Un objetivo (casi cumplido) relacionado con esta acumulación de capital, resulta ser la sociedad sin dinero en efectivo. Esto resultaría ser el éxito definitivo del sistema bancario a nivel social. Muchos ciudadanos pueden opinar que se está lejos de ese éxito, y sin embargo, gran parte de las compras que actualmente realizan (si es que son tan privilegiados de aún tener poder adquisitivo), las realizan a través de sus tarjetas de crédito. Los movimientos monetarios de mayor importancia se llevan a cabo a nivel electrónico, y –ya hoy- el dinero en efectivo sólo existe como medio para residuales movimientos de personas físicas (“tomar un café”, “comprar el periódico…), el comercio doméstico (leche, pan, huevos…), y tráficos clandestinos (principalmente, drogas). De estas tres utilidades del “cash”, sólo la última se presenta como una dificultad para implantar la sociedad sin dinero en efectivo. Las autoridades de los diferentes estados modernos están –ahora mismo- fomentando el uso de monederos electrónicos, tarjetas de débito, tarjetas de clientes… publicitándolas como más “prácticas”, más “seguras”, más “cómodas”. En el Nuevo Orden Mundial, quien tenga la “suerte” de disponer de dinero, lo hará a través de chips que primeramente se encontrarán en tarjetas siempre presentes en la cartera del ciudadano, y que posteriormente pasarán a estar en el propio cuerpo, en lo más íntimo del ser humano, bajo la piel. Esto nos lleva a otro punto de vital importancia, también de imparable desarrollo actual.



6.- El fin de la vida privada: A algunos les puede sonar exagerado escuchar que la “destrucción de la familia” es el principal objetivo social del Novus Ordo Seclorum. Así es: cualquier estructura humana tiene como base la institución familiar; si un proyecto “secular”, contratradicional, e infrahumano quiere imponerse, resulta comprensible que la familia sea una institución a destruir. Evalúe el lector con honestidad –en el entorno que tenga más a mano- la salud de la institución familiar: matrimonios basados en mentiras, hipocresía, separaciones, divorcios, paternidades ausentes, maternidades sin paternidades, incomunicación, infancias en soledad, ausencia de cohesión y estructura familiar, matrimonios no consumados… ¡e incluso matrimonios gay! La familia moderna no es sino el maltrecho residuo superviviente de un proceso de destrucción institucional de base social. El objetivo está claro y su éxito está a la vista: la destrucción familiar como unidad de desarrollo del ser humano.

También puede parecer exagerada la situación que Aldous Huxley plantea en su “Brave New World”: seres humanos gestados y criados lejos de sus padres, con una crianza y educación bajo control del Establishment. Esto no es literatura: los Huxley estaban involucradísimos en grupos de poder elitistas, y conocían las agendas tecnocráticas. ¿Niños criados por el Establishment, lejos de sus padres? No es ciencia-ficción: en las familias modernas actuales, los padres (los dos, el padre y la madre) necesitan trabajar más de cuarenta horas semanales; los niños tienden a entrar en las guarderías y escuelas siendo lactantes (cada vez antes); la escolaridad lleva cada vez más tiempo semanal, tendencia que los padres agradecen porque resuelve su problema de “falta de tiempo” fuera de la jornada laboral; el tiempo excedente en el “hogar”, el niño lo pasa solo o mal acompañado: TV, internet, videojuegos…; la educación “extraescolar” recae en plataformas de massmedia que cuidan de los niños mientras los padres trabajan; el “hogar” se convierte así en una plataforma de educación del Establishment de alta tecnología (TV digital a la carta, LCD, internet de alta velocidad, Playstation, canales temáticos de televisión…) Esta exagerada situación es el riguroso presente del mundo moderno, y –muy probablemente- en los próximos años se acelerará la tendencia hacia el concepto familiar huxleyiano.

Esta destrucción de la familia tiene, como manifestación en el terreno social, el fin de la vida privada. Este objetivo también se encuentra actualmente en un estadio harto avanzado. Todo movimiento físico internacional queda registrado en mega-bases de datos de control migratorio. Todo movimiento económico está registrado por los mecanismos de control del sistema bancario (tarjetas de créditos, cuentas…) Los censos poblacionales se perfeccionan con registros electrónicos de huella digital. Toda comunicación interpersonal (tanto telefónica, como por email) es susceptible de ser espiada a través de los medios que controlan las diferentes plataformas de comunicación (corporaciones telefónicas, servidores de internet, google…) Todo movimiento dentro de las metrópolis modernas es –ya, hoy, actualmente- registrado por sistemas de cámaras cada vez más sofisticados. Todo comercio, hospital, ministerio, universidad… están vigilados por personal, videocámaras y escáneres que se ocupan de nuestra seguridad. Todo trabajador corporativista está siempre localizado gracias a dispositivos de telefonía móvil operativos las 24 horas del día. Toda región del globo puede ser mapeada vía satélite a tiempo real. Los pasos aeroportuarios se blindan con escáneres del iris del ojo (“Los ojos son el espejo del alma”), con escáneres biométricos de la fisonomía del rostro (“La cara es el espejo del alma”), y escáneres de rayos X que literalmente desnudan al hombre moderno (“el cuerpo es una tumba para el alma”).

Actualmente, el fin de la vida pública sólo requiere integrar los medios de control en el mismo cuerpo del ser humano a través de chips biotecnológicos que ya existen, que ya están probados, y que ya están operando. ¿Otra exageración, también? No: otra realidad del presente. Chips RFID ya han sido testados en familias voluntarias. Mientras se desarrollan los ajustes y los perfeccionamientos tecnológicos pertinentes, esa misma tecnología ya está siendo aplicada en tarjetas de identificación nacional, pasaportes digitales, vehículos, camiones, empresas de transporte, sistemas de rastreo policial, niños susceptibles de secuestro, mujeres maltratadas, animales domésticos… Esta serie de amenazas ya materializadas nos llevarían al séptimo punto en este resumen del proyecto global del programa político del New World Order, el cual encerraría todos los precedentes.



7.- El proceso de deshumanización: Ya en su definición, señalamos al ser humano como el infeliz protagonista del Novus Ordo Seclorum, y este protagonismo también se refleja en el terreno político y social. En el Nuevo Orden Mundial, lo humano existe en la medida en la que esto aún resulta útil. En otras palabras, el ser humano deja de ser algo, para servir para algo. Y eso es en resumidas cuentas lo que aquí señalamos como proceso deshumanizador. Este resulta ser el objetivo social que culminaría todo el resto. Sin embargo, esta deshumanización iría mucho más allá de lo social, más allá de lo político, muchísimo más allá de lo filosófico. Se desentrañará en los siguientes capítulos dicho proceso, así como su función de culminación con lo que ya se ha definido como Novus Ordo Seclorum. Como el ser humano resulta ser el principio y el fin de este proyecto, vamos a tomar como punto de partida de la exposición lo más tangible, concreto e íntimo del hombre y de la mujer: su cuerpo.



Y algunos dirán, ¿por qué demonios dejan entonces informar sobre ellos sin censura?. ¿Y que más da? Aparte de toda la desinformación que tiene que haber, su dominio y control es tan brutal que están informados de todo lo que pasa en el planeta casi. Por eso hasta se exhiben dejando saber dónde y cuándo habrá reuniones de Bilderberg por ejemplo mientras la humanidad se cae a trozos.

No hay comentarios: