20130208

El banco malo vende sus pisos un 25% por encima del precio al que los adquirió

Observaciones:
  • El banco malo ofrece sus pisos un 25% por encima del precio de compra. Venderlos... no los vende a ese precio, pues tampoco se venden ni al precio anterior..

  • El banco malo es la forma de convertir en paganinis de las malas inversiones inmobiliarias de una década de créditos locos a todos los españoles..

  • Las valoraciones de fantasia para que no se deshinche el castillo de naipes de la contabilidad nacional es consecuencia lógica de los sueños humedos de tener un "banco malo" donde colocar el marrón.




El banco malo vende sus pisos un 25% por encima del precio al que los adquirió

ALGUNOS PASAN DE 115.000€ A 200.000€

El banco malo (Sareb) ha decidido primar unos precios elevados de venta de sus pisos frente a la rapidez en dar salida a su stock, con el fin de maximizar su rentabilidad. Así, ha impuesto a las entidades que comercializan sus inmuebles –las nacionalizadas- un precio mínimo de venta un 25% por encima del valor al que los transfirieron a Sareb, y les otorga incentivos para venderlos todavía más caros. Eso ha provocado casos como el de un piso que valía 115.000 euros cuando era propiedad de estas entidades (Bankia, CatalunyaCaixa, NovaGalicia y Banco de Valencia) haya pasado a costar 200.000 tras ser transferido al banco malo.

De esta forma, se ha frustrado el deseo de miles de ciudadanos de que la puesta en marcha del banco malo trajera consigo importantes rebajas de los precios de la vivienda. Según fuentes conocedoras de la situación, la sociedad que preside Belén Romana ha establecido ese suelo del 25% por encima del precio de transferencia, que implicaba un descuento medio del 54% sobre el valor en libros en el caso de la vivienda terminada.

Pero además, incentiva que los inmuebles se vendan todavía más caros. Así, si una entidad vende un piso de Sareb por un precio superior al mínimo, se llevará un 33% del exceso, mientras que el 66% restante corresponderá al banco malo, lo cual significa que les interesa poner el precio más alto posible. Esta política contrasta con lo que habían sostenido algunas voces del consejo de Sareb, que preferían primar la velocidad en deshacerse del stock.

“Los bancos accionistas no quieren que Sareb hunda el mercado y les obligue a bajar los precios de sus propios inmuebles. Ya intentaron reducir todo lo posible el descuento con que se transfirieron desde las entidades nacionalizadas, y como este finalmente fue bastante importante, ahora tratan de contrarrestarlo con un precio mínimo mucho más alto”, explica una de las fuentes consultadas.

Desde Sareb, por su parte, aseguran que su objetivo comercial es maximizar la rentabilidad de la sociedad aunque declinaron hacer comentarios sobre los porcentajes mencionados.

Mejora de comisiones para las nacionalizadas

Como adelantó El Confidencial en septiembre, las propias entidades nacionalizadas que han traspasado sus activos a Sareb son las encargadas de gestionar y vender esos inmuebles, aunque ya no sean suyos. Del citado sobreprecio impuesto por el banco malo deben salir las comisiones para retribuir este esfuerzo comercial, unas comisiones que inicialmente eran muy bajas -tan sólo el 2% por la venta de inmuebles-, pero que ahora se han renegociado ante las protestas de las entidades, como también adelantó este diario.

Según las fuentes consultadas, la comisión base, la que se cobra por vender un piso al precio mínimo impuesto por Sareb, se sitúa en el 3,5%. Si además la entidad vendedora concede la financiación para la compra (es decir, la hipoteca), esta comisión sube entre 0,75 y 2,25 puntos en función de las condiciones de la misma. Y, como se ha dicho, se lleva el 33% del exceso sobre el precio mínimo. Asimismo, hay una comisión del 0,15% anual por la gestión y el mantenimiento de los inmuebles.

Los mismos pisos cuestan ahora mucho más

Cuenta un agente inmobiliario cómo antes de las Navidades tenía un inmueble con un precio de venta de 125.000 euros, por el que el cliente estaba dispuesto a pagar 115.000 euros y el banco a aceptar ese precio. La operación parecía encarrilada. Sin embargo, un mes después, la misma vivienda cuesta ahora 200.000 euros. Es decir, un 60% más y en niveles de la burbuja inmobiliaria (2008).

"No han sido los suficientemente duros con las provisiones de pérdidas, de ahí que se esté produciendo este fenómeno", explica José Luis Ruiz Bartolomé, consultor independiente y autor del libro Adiós ladrillo, adiós.

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