El PP se hace un 11-M
El trauma en el PP por las jornadas que siguieron a los atentados del
11-M no está curado, y de vez en cuando se les aparece el fantasma de
aquellos días. “¡Vienen a por nosotros, es otro 11-M!”, se esconden bajo
la cama algunos en el PP y alrededores mediáticos estos días a cuenta
del Barcenasgate. Los ingredientes serían hoy los mismos que entonces:
manipulación informativa, Rubalcaba, convocatorias frente a la sede del
partido, linchamiento moral. Y el objetivo, una vez más, barrerlos del
mapa.
La comparación, que algunos hacen en voz alta, y que seguramente
comparten muchos otros, demuestra que la derecha no solo no ha digerido
lo que pasó entre el 11 y el 14 de marzo de 2004: sobre todo no han
entendido por qué perdieron aquellas elecciones. Ni plan premeditado, ni
conspiración, ni mano negra rubalcabiana: fueron ellos mismos los que
se arrojaron por la ventana a fuerza de insistir en una mentira que
nadie creía.
De ahí que cuando estos días alguno evoca el 11-M, haya que darle la
razón. En efecto, el numerito de estos días se parece mucho a aquellas
jornadas: otra vez se agarran a la mentira hasta el final, aunque nadie
les crea. Solo les falta poner de portavoz a Ángel Acebes, y ya tenemos
el déjà vu completo.
Puro déjà vu, esto ya lo hemos vivido antes, pensamos muchos. Salvando
las evidentes distancias del terror y los muertos, volvemos a sentir una
repugnancia y una rabia como la de entonces; volvemos a sentirnos
engañados por el gobierno; volvemos a vivir con estupor y ansiedad cada
minuto que traerá una nueva revelación indignante que se suma a la
montaña de infamias.
También como entonces la mayoría de la prensa se va rindiendo a la
evidencia, incluso la más fiel muestra dudas y acabará dejando solo al
gobierno en su trampa. También como aquellos días la prensa
internacional airea el escándalo. También hoy circula enloquecida la
información por cauces informales (el “pásalo” de ayer está hoy en las
redes sociales) y nos convocamos a las concentraciones sin que nadie nos
llame. Como entonces, exigimos que se vaya un gobierno mentiroso.
Más déjà vu: hoy como ayer los portavoces y dirigentes se enrocan en la
negación. “Todo es falso”, asegura Rajoy frente a los papeles,
confesiones, cuentas suizas y pruebas caligráficas. Ese “Todo es falso”
suena igual que el “Ha sido ETA” que repitieron incluso cuando ya
teníamos la cinta de vídeo y los primeros detenidos. “Es un montaje”,
dicen hoy, y recuerda a las denuncias de conspiraciones, montañas
lejanas y desiertos remotos.
Si en 2004 la mentira nos enfurecía porque teníamos doscientos muertos,
cientos de heridos y todo un país estremecido; hoy nos indigna porque a
la corrupción y la falsedad se suman seis millones de parados, miles de
familias desahuciadas, un país empobrecido y saqueado.
Las mentiras del 11-M provocaron un vendaval que se llevó por delante al
PP, aunque algunos sigan pensando que perdieron por culpa de los
atentados. Tras la debacle no hicieron autocrítica, no pidieron perdón,
no nos juraron que no volverían a hacerlo. Un partido que miente así a
un país herido merecería una larga travesía del desierto, pero la crisis
y la nefasta gestión de Zapatero les devolvieron pronto el poder
perdido. Y vuelven por donde solían.
Ahora son ellos mismos los que han colocado las bombas: Bárcenas, Mato,
Sepúlveda, Correa, sobres, contabilidad B. Y si no son bastante
destructivas, es su mentira la que amplía la onda expansiva que otra vez
se los llevará por delante. De modo que sí, esto es otro 11-M: el que
el PP se está haciendo a sí mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario