20130210

Entiende el Mercado Eléctrico

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Entiende el Mercado Eléctrico

LAS SIETE FALACIAS DEL MERCADO ELÉCTRICO ESPAÑOL


FALACIA 6: LA ENERGÍA NUCLEAR TIENE EL COSTE DE GENERACIÓN MÁS BAJO Y DEBE POR LO TANTO SER PROMOVIDA

De la misma manera que la internalización de ventajas que intenta realizarse aplicando primas en el caso de las energías renovables es desprestigiada sin hacer una análisis profundo de cuál es su razón de ser, con la energía nuclear ocurre algo similar. Es muy común la argumentación simplista (y de nuevo, interesada) de que se trata de la energía con los costes de producción más bajos y que por lo tanto debe ser desarrollada prioritariamente para disminuir el precio de la electricidad.

Obviando los aspectos más críticos de la energía nuclear que merecerían un tratamiento más extenso en un texto aparte (posibilidad de accidente nuclear, proliferación de armas, ausencia de un plan a largo plazo para los residuos, agotamiento del uranio, etc.) lo cierto es que actualmente la energía nuclear no sólo no interioriza en su coste ninguna de estas desventajas sino que además recibe una serie de ayudas que la sitúan en una posición muy ventajosa a la hora de competir en el mercado eléctrico. En el caso de las centrales nucleares, si se consideran los costes de inversión retribuidos durante el Marco Legal Estable (recogidos en esta tabla), los Costes de Transición a la Competencia y los costes externos (que se detallan en el siguiente párrafo) el precio del Wp nuclear instalado resulta ser de 4.76 €, lo que se traduce en un coste de la energía de 10 cent€/KWh [1] (muy superior a los 1.06 cent€/KWh que publica el Foro nuclear [2].

Como se detalla en el apartado 2.6, entre los costes externos que la industria nuclear no asume completamente se encuentra la gestión de los residuos nucleares. Hasta 2005 los Planes General de Residuos Nucleares mediante los cuales la empresa pública ENRESA se encargaba de la gestión de los residuos nucleares y del desmantelamiento de las centrales eran sufragados mediante la componente regulada de tarifa. Del mismo modo, el stock de combustible nuclear también se pagaba con dinero recaudado en la componente regulada. Es decir, todos los consumidores independientemente de cuál fuera el origen de la electricidad que consumíamos en nuestras casas pagamos, en una clara ayuda pública a la industria nuclear, un total de 976 millones de euros por estos dos conceptos. A esto hay que añadir la que probablemente sea la mayor ayuda a la industria nuclear es la limitación en el importe a pagar por la empresa generadora a 700 millones de euros en caso de un hipotético accidente. El resto de indemnizaciones correría a cargo del Estado siendo esta una forma de ayudar a la industria nuclear muy diferente a la del resto de productores de energía, que debe asegurar sus plantas de producción de hipotéticos accidentes al 100%.

Por último existe una idea muy extendida socialmente que merece la pena revisar. A menudo se trasmite a la ciudadanía que "la energía nuclear es la más barata pero el gobierno no permite su desarrollo". Nada más lejos de la realidad: desde 1997, cuando comenzó la transición al mercado ibérico de electricidad, dejó de estar vigente la moratoria nuclear y, por lo tanto, cualquier empresa puede construir centrales nucleares y vender su producción a través del mercado eléctrico. Por lo tanto, si las grandes empresas generadoras de electricidad de este país no invierten en nuevas centrales nucleares es por decisión propia, probablemente relacionada con la escasa rentabilidad de éstas. Lo que sí resulta muy interesante para estas empresas es aumentar la vida útil de las centrales ya construidas, puesto que los costes de inversión ya han sido amortizados y en esas condiciones la generación de energía tiene un coste muy reducido y produce grandes beneficios. Respecto a esto último, creemos que debe haber un debate público en el que participe la ciudadanía y en el que, en cualquier caso, se tengan en cuenta dos cuestiones básicas: en primer lugar, la seguridad de estas instalaciones puestas en funcionamiento en la década de los setenta debe ser garantizada. Pero es que además, si el Consejo de Seguridad Nuclear realiza un informe positivo y el gobierno permite la continuidad de su funcionamiento, el beneficio extra que obtengan estas centrales debe ser reembolsado al sistema eléctrico. Es decir, cuando comenzó la transición al libre mercado se les reconoció a los generadores nucleares una compensación como concepto de Costes de Transición a la Competencia porque no iban a vender su electricidad a un precio lo suficientemente alto para garantizar la amortización de su inversión considerando una vida útil para las centrales de 40 años. Pues bien, si ahora se decide ampliar la vida útil de las centrales, los beneficios extra que conlleve esta decisión deben ser reembolsados (o fuertemente tasados) al sistema eléctrico ya que en caso contrario la amortización se habría realizado de manera artificialmente rápida.


FALACIA 5: LAS PRIMAS A LAS ENERGÍAS RENOVABLES CONSTITUYEN LA RAZÓN PRINCIPAL DEL AUMENTO DEL COSTE DE LA ELECTRICIDAD Y DEBEN POR LO TANTO SER ELIMINADAS

Una vez que el mercado eléctrico ha sido liberalizado, las primas se convierten en el mecanismo para valorizar económicamente las ventajas propias de algunas fuentes de energía, de manera que el propio mercado incentive su desarrollo. Resulta obvio que las energías renovables aportan significativas ventajas al sistema eléctrico y colaboran en la consecución de unos objetivos que serían más que deseables. En primer lugar, su impacto sobre el entorno es reducido como también lo es su menor emisión de gases de efecto invernadero y otros gases contaminantes, lo que acerca al cumplimiento del protocolo de Kyoto, otros tratados internacionales (como el Convenio de Contaminación Transfronteriza y de Larga Distancia - Ginebra 1979) y otros compromisos con la Unión Europea (como las directivas sobre Calidad del Aire o la de Techos Nacionales de Emisión). En segundo lugar, el uso de energías renovables evita tener que recurrir a los ya de por sí escasos recursos fósiles de nuestro país y permite aumentar nuestra soberanía energética. Además, las energías renovables permiten la generación distribuida de energía cercana a los puntos de consumo y, como consecuencia el aumento de eficiencia del sistema al disminuir las pérdidas en el trasporte de electricidad. Como todos estos aspectos no están recogidos en el coste de la producción de energía y como los productores que finalmente vendan su energía serán determinados por el mercado eléctrico ya liberalizado, la forma de potenciar el desarrollo de estas energías disponibles consiste en la instauración de un sistema de primas que las coloque en una situación más competitiva a la hora de acudir al mercado eléctrico.

Ahora bien, renunciar a un sistema eléctrico con gestión pública y pasar a un sistema liberalizado donde las ventajas de las energías renovables se internalizan mediante primas no es totalmente equivalente. En primer lugar, las primas tienen que estar perfectamente diseñadas para lograr su objetivo sin que aparezcan mecanismos contraproducentes, como el que afectó a la energía fotovoltaica (explicado en este apartado). Pero es que además, las primas han sido duramente criticadas desde algunos sectores que las consideran una intervención no deseable del estado en el libre mercado eléctrico, obviando que se trata de una internalización de ventajas. Como consecuencia las primas han resultado muy desprestigiadas y son a menudo acusadas (con frecuencia de manera interesada) de ser las únicas responsables del aumento del precio de la electricidad o del aumento del déficit de tarifa. Estas acusaciones pasan por alto los ahorros ocasionados por la disminución del coste de la energía que ocasiona el hecho de que las primas desplacen la curva de oferta del mercado a la derecha haciendo que el precio de casación al que se retribuyen todos los productores de energía que entren a mercado sea menor. Existen informes que estiman que el ahorro ocasionado por este desplazamiento de la curva es del mismo orden que las propias primas [1].

Por último, para rebatir el argumento de que las primas a las renovables son la causa del aumento del déficit tarifario no hay más que revisar todos los aspectos que se financian mediante la componente regulada de la tarifa eléctrica para darse cuenta de que no son las primas a las renovables las únicas responsables de dicha componente. Como se explica en el apartado 2.4}, desde que acabó el proceso de liberalización del mercado eléctrico, es decir, entre 2007 y 2009, las primas al régimen especial han supuesto aproximadamente el 27% de la componente regulada de la tarifa que a su vez representa la mitad de lo que pagamos en nuestra factura de la luz, es decir suponen el 13.5% de nuestra factura eléctrica. Pero es que simultáneamente existen otros mecanismos como las subastas CESUR (cuyo funcionamiento se detalla en el apartado 3.4) que han sido directamente responsables de un aumento del 12% en la componente de mercado (es decir un 6% de la factura final) durante el mismo periodo de tiempo y todo ello sin generar un solo kWh y sin acercarnos en modo alguno a ninguno de los objetivos deseables del mercado eléctrico esbozados en la primera falacia.

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