¿Es el embajador de USA en España el Bárcenas norteamericano?
Encubierto con el nombre de “pacto anticorrupción", Alan D. Solomont,
embajador de USA, ha tenido la insolencia de exigir un pacto de gobierno
al PP y al PSOE para salir de la crisis moral. De esta manera el cónsul
del imperio interviene en un momento crucial de la política domestica.
También sin proponérselo ha desnudado los temores de los círculos
empresariales y de inteligencia por la deriva rupturista de los
acontecimientos de nuestra maltratada neo-colonia.
No es casual que Solomont opine sobre corrupción y aportes privados de
las grandes compañías a los partidos políticos. En realidad el embajador
sabe mucho del tema. Hasta hace unos años Solomont era una especie de
Bárcenas norteamericano que ocupó el cargo de Tesorero y Presidente del
“Business Council” del Partido Demócrata.
Aunque de profesión enfermero, Solomont amasó rápidamente una
multimillonaria fortuna con el negocio de la salud para ancianos,
gracias a la deficiente sanidad publica norteamericana. Más tarde se
encumbró en la alta política aupado por el eficaz “lobby judío
americano”. Como broche de oro obtiene el cargo de embajador en España.
Es una generosa retribución, para un hombre que no es diplomática de
carrera, pero que logra captar millones de dólares para la primera
campaña de Barak Obama.
Hasta aquí la biografía de Alan Solomont no es novedad para la
mercantilizada política de USA. Sin embargo, tal como denuncia el
experimentado periodista de investigación Christopher Bollyn la familia
de los Solomont no es de “los trigos muy limpios”. Los Solomont son
conocidos en Israel por sus delitos financieros. Jay Solomont, cumplió
condena en una prisión israelí por malversación de fondos y su hermano
David, fue acusado de malversar 1 millón de dólares de una empresa
start-up.
Pero el Solomont embajador no se queda en chicas. Sus declaraciones
confirman que la intervención de Estados Unidos en la política Española
es un hecho permanente y que necesariamente hay que tenerla en cuenta
para cualquier análisis político que se precie de serio
En su libro Soberanos e Intervenidos el Abogado Joan Garcés, cimentó,
sin lugar a desmentidos, los detalles de la injerencia imperial en la
península. Utilizando los documentos desclasificados de la CIA, Garcés
nos detalla como “Nixon encargo al agregado militar en Italia y coronel
de los servicios de inteligencia, Vernon A. Walters, la misión de
transmitir a Franco que “España era vital para el Oeste. Nixon , dice,
no quería ver desarrollarse una situación caótica o anárquica,
expresando la esperanza de ver entronizado a Juan Carlos”
Alan D. Solomont hace honor a esta tradición intervencionista y no se
cansa de declarar que España es un “aliado estratégico clave” y que
Cataluña “es también una región muy importante”.
Basta mirar el mapa para darle la razón. España posee la puerta, la
única entrada (el estrecho de Gibraltar) al Mediterráneo y desde ahí a
todo Asía… y como lo muestran las últimas intervenciones militares
imperialistas el mar Mediterráneo sigue siendo una pieza fundamental en
todas las estrategias geopolíticas de las grandes potencias.
Por eso lo que se juega en España es más importante de lo que muchos
suponen. Por la misma razón hoy se hace imprescindible rechazar con
contundencia la injerencia norteamericana. No hay “derecho a decidir”
que valga sino denunciamos al maniobras del imperio.
Para enfrentar con éxito este combate la gran mayoría coincidimos en la
necesaria unidad de las fuerzas sociales y políticas. El momento
histórico solo es asimilable a los días de la llamada “transición”.
Sabemos que cuando un pueblo no tiene memoria tiende a repetir sus
errores y fracasos. Por lo tanto vale la pena recordar que, en su
momento, la cúpula liderada por Santiago Carrillo, abdicó de la lucha,
bajo las banderas y con su renuncia, permitió la reinstalación de la
monarquía y la ausencia de una auténtica democracia.
En este sentido nos preocupan las equivocas declaraciones del líder de
la Izquierda Institucional (IU) cuando alerta acerca de un “estallido
social”. Nos parece conveniente que las aclare en bien de una unidad que
se esta forjando desde los movimientos sociales.
El Rebélate que proclamaba IU en sus campañas no pueden ser una ardid de
marketing electoral. En los días venideros se trata precisamente de
eso, de una rebelión popular, de un estallido social, de una ruptura
democrática para lo cual se requiere no solo unir a todas las fuerzas
posibles sino que también de un proyecto político que permita a los de
abajo ejercer la democracia mediante un proceso constituyente sin
tutelajes de una casta política inepta y corrompida.
No concebimos este proceso sin los militantes de IU, pero los
movimientos sociales tienen fundadas e históricas dudas acerca de la
actitud de algunos de sus dirigentes.
Lograr la caída del desprestigiado régimen político español es una tarea
ingente que demorara su tiempo. Las declaraciones del embajador
norteamericano ponen de manifiesto que los enemigos de los pueblos de
España no solo están en el territorio peninsular.
La carencia de un proyecto político para llevar a cabo una auténtica
revolución democrática puede ser también un enemigo muy peligroso, pues
llevaría a los pueblos de España a un callejón sin salida. Sí quienes
ejercen como dirigentes no son capaces de trabajar por una unidad
popular que comprenda una estrategia de ruptura, la historia se los
demandará.
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