20130204

Esta vez, presidente, ni lo acepto ni lo creo

Esta vez, presidente, ni lo acepto ni lo creo


El problema de Rajoy es que no contestó a nada de lo que debía, y que, valiéndose de artes retóricas nada recomendables, desvió hacia sí mismo las acusaciones que quería relativizar y rechazar. Y eso, cuando las personas que escuchan son inteligentes, no solo no vale, sino que, en aplicación del aforismo excusatio non petita acusatio manifesta, puede confirmar las peores sospechas.

Dice Rajoy que el PP jamás tuvo una cuenta en Suiza, pero nadie lo había acusado de eso. También dice Rajoy que él no necesita la política para ganar dinero, cosa de la que tampoco tenemos la menor duda. Y dijo, como ya era obvio, que él no había distribuido ni cobrado sobres con dinero negro ni en el PP ni en ningún otro sitio. Pero hurtó la cuestión básica -la de si Bárcenas pagaba sobresueldos-, dando a entender que él considera blanco lo que el juez investiga como negro. Es decir, que negó el color del dinero, porque ese accidente aún es discutible, pero no negó ni afirmó el hecho principal: cobrar «algo», «de alguien» y «en algún envoltorio», como diría José Mota. Porque de esta forma, además de diferir el debate a un momento más dulce, se reduce su alcance a si el dinero era negro, y se sabía, o todo fue culpa de Bárcenas, que ya es, a todas luces, el chivo expiatorio.

¿Y por qué lo hizo así? Porque la decisión que adoptó el PP -equivocada, mentirosa e ilícita- fue la de cerrarse sobre sí mismo, negarlo todo mediante frases sutiles y de doble sentido, y lanzar todas las culpas hacia fuera: los medios de comunicación, que construyen insidias; el jefe de la oposición, que le hace preguntas incómodas en vez de adoptar una defensa corporativa; los hábiles financiadores del PP, que, burlando la estricta vigilancia de Rajoy, Fraga y Aznar, dieron sablazos a diestro y siniestro y metieron en el PP enormes y negras cantidades de dinero que los pobres dirigentes suponían caídas del cielo.

Por eso Rajoy no fue creíble, dejó en alto todas las espadas y quedó expuesto a nuevos papeles y filtraciones que, con independencia de que tengan validez judicial o no, ya le han confirmado al pueblo lo que se temía: que aquello es una merienda de blancos, que la Gürtel y el caso Naseiro son excrecencias de la calle Génova, y que todas las negativas referidas al dinero negro y a las pagas paralelas con las que los ajustadores huían del ajuste se hacen con expresiones de doble sentido. Y eso quiere decir, lamentándolo mucho, que a Rajoy ya solo lo pueden salvar una negligencia cómplice de los jueces y fiscales -no es la primera vez que tal cosa sucede- o un pacto de silencio con los periódicos que tienen el material delator en sus cajas fuertes. Porque la verdad -la que todos sabemos, tiene larga historia y sale a borbotones por las rendijas del asunto- solo puede llevar a este PP al desastre.

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