La verdad 'incómoda' de la economía
Robert Reich siempre fue el más bajito de la clase. Por eso tiende a
levantar la voz y a crecerse en público con su sentido del humor. En
tiempos de crisis, sus delirantes clases sobre la riqueza y la pobreza
en Berkeley rompieron los confines universitarios. Cientos de jóvenes
hacían cola todas las semanas para escucharlo. Le invitaron a trasladar
el aula al foro del movimiento Occupy, que hizo suyos algunos de sus
originalísimos e ilustrativos dibujos…
Pero Robert Reich no es un economista anti-sistema, no nos confundamos.
Fue secretario de Trabajo con Bill Clinton, auspiciado precisamente por
Larry Summers. Estuvo vinculado al poder, aunque lleva más de 15 años
por libre. Fustigó por igual a republicanos y demócratas y se desmarcó
con un libro, 'Aftershock', que intentó explicar al gran público el
antes y después de la debacle financiera.
'Aftershock' llegó a manos del director de cine Jacob Kornbluth ('El
mejor ladrón del mundo') y de ahí surgió la «terrible idea" de hacer un
documental sobre un tema tan palpitante como poco "sexy": la desigualdad
económica.…
"Dicho así suena como algo muy seco y aburrido", reconoce Kornbluth.
"Pero si a la gente le decimos que es como 'Una verdad incómoda' sobre
la economía, entonces se despierta el interés".
¿Comunista?
El interés se ha disparado tras el paso fulminante de 'Inequality for
All' ('Desigualdad para todos') por el Festival de Sundance. El peso
pesado Harvey Weinstein ha decidido poner toda la carne en el asador y
convertirlo en "el documental del año". Y Robert Reich, mucho más
punzante y divertido que Al Gore, se dispone a convertirse a los 66 años
en lo que nunca fue: el gran "comunicador" de la economía.
A Reich empiezan a lloverle ya los improperios, de "manipulador" a
"comunista". Los escépticos de la desigualdad (también los hay) no
dudarán en usar todas las armas a su alcance para fustigar al profesor
de la incorregible Berkeley y desacreditar el mensaje.
Esta vez, sin embargo, será difícil acusarle de afán de lucro por el
"cuento de la desigualdad". La película ha sido posible gracias a una
campaña de 'crowdfunding'»en Kickstarter hasta llegar a los 83.391
dólares. Pese al acuerdo para la gran distribución comercial, director y
economista han prometido ser fieles al espíritu y entrar en el cuerpo a
cuerpo con la audiencia en proyecciones populares.
El mensaje de Reich es así de simple: "La desigualdad nos ha llevado a un callejón sin salida.
El 70% de la economía depende del gasto de los consumidores. Pero la
clase media no gasta por la pérdida de empleo y de poder adquisitivo. Y
las empresas no contratan porque no tiene clientes. Entre tanto, los
Gobiernos han caído en la trampa de la austeridad y hacen que se
contraiga aún más de la demanda. Simultáneamente, permiten que el 1% de los más ricos se hagan con más y más riqueza".
En apenas dos minutos y medio, ayudado por su rotulador negro, Robert
Reich es capaz de explicar la "verdad" sobre los impuestos, y cómo es
posible que multimillonarios como Mitt Romney acaben pagando sólo el 14%
de sus ingresos. En 'Desigualdad para todos', orquestada en torno a las
conferencias de Reich en Berkeley, los ricos como Nick Hanauer
(inversor de capital riesgo) toman ocasionalmente la palabra y admiten
que deberían pagar más impuestos. El propio Hanauer rompe ante las
cámaras el mito: "No crean eso de que los millonarios crean empleo;
quienes crean de verdad empleo son las clases medias".
Entre tanto, y a bordo de su Mini Cooper, Reich sale al encuentro de los
americanos de clase media venidos a menos. Gente como Robert y Erika
Vaclav, que hace horas extras como cajera en un supermercado para poder
pagar las actividades extraescolares de su hija. Al marido le
despidieron como gerente de Circuit City, una cadena de venta de
ordenadores que cerró, y desde entonces no encuentra un trabajo estable…
"Esta es la dinámica en la que estamos metidos", explica Reich. "La clase media, que era el motor de la economía, vive al límite y está totalmente exprimida. El poder adquisitivo ha caído en picado desde finales de los años setenta, mientras que los ricos han ido aumentando las diferencias.
Los cien americanos más ricos ganan más que los 150 millones de
americanos en el fondo de la pirámide. La mitad de los activos en
Estados Unidos están en manos de 400 millonarios… Eso no es sólo malo para la economía, es malo para la democracia".
Sostiene Reich que la debacle financiera es precisamente un subproducto de la desigualdad,
y recuerda como en el 2007 se alcanzó el mayor "pico" en la diferencia
entre ricos y pobres desde 1928, un año antes del famoso "crack". Nos
previene el profesor de Berkeley contra la polarización extrema, la
política del miedo y los falsos profetas que suelen medrar en épocas de
incertidumbre económica.
"Pero nuestro principal enemigo es el cinismo", insiste. "La falta de
confianza en los políticos y en las instituciones no nos puede llevar al
conformismo. El cambio es posible, pero no basta con votar cada cuatro años. Tenemos que ser ciudadanos activos e intentar cambiar el sistema desde dentro".
Reich reclama en el fondo "una economía que funcione para la gente".
Y sus recetas pasan necesariamente por una mayor intervención del
Gobierno, empezando por una subida de impuestos a las rentas más altas y
con medidas de alivio y estímulo para las clases media. En pocas
palabras, una "redistribución de la riqueza" (con perdón) como la que
existía hasta primeros de los setenta, antes de la revancha del
neoliberalismo.
"Una cierta desigualdad es inevitable e incluso deseable", admitía
recientemente Reich, en declaraciones al 'Observer'. "Al fin y al cabo,
es lo que ha hecho funcionar el capitalismo. Ahora bien, nunca hasta el
punto al que hemos llegado ahora, en que el 70% de la gente tiene un
pedazo tan pequeño de la tarta que no sólo afecta a sus vidas, sino a
toda la economía".
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