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Las donaciones anónimas que llevaron a Merkel al poder

Las donaciones anónimas que llevaron a Merkel al poder

Mariano Rajoy se va a encontrar hoy en Berlín con una mujer que debe su cargo y su carrera política actual a un escándalo de financiación ilegal en su partido, la CDU. El 4 de noviembre de 1999 estallaba el Spendenaffäre, el asunto de las donaciones, que se llevó por delante, como primera víctima, al entonces tesorero de la Unión Cristiano Demócrata, Walther Leisler Kiep, quien no supo explicar tras su detención por la policía el origen de un millón de marcos (medio millón de euros), cantidad que tampoco había declarado.

Poco después, Heiner Geissler, exsecretario general de la CDU, revelaba que el partido tenía cuentas de origen dudoso y que Helmut Kohl, el presidente desde hacía casi 25 años, estaba al tanto de ello. La Ley de Financiación de Partidos de 1983 permitía donaciones anónimas y todos los partidos, también los socialdemócratas y los liberales, se beneficiaron de esa laxitud legal. El asunto Flick demostró que el gran industrial alemán había dado enormes cantidades de dinero a la CDU y al SPD a través de sus respectivas Fundaciones.

Pero había muchos más trapos sucios en la sede de los democristianos: las investigaciones posteriores demostraron que la CDU tenía una doble contabilidad y que Kohl había introducido un modus operandi según el cual el tesorero era responsable sólo de los ingresos, mientras que los gastos eran decididos por el secretario general, quien no tenía ningún poder sobre el tesorero. Había creado también empresas pantalla a las que iban a parar esos pagos en negro. Kohl tuvo que admitir el 30 de noviembre de 1999 que existían esas irregularidades y esos ingresos oscuros, y concluyó con una frase autoexculpatoria ante el tribunal: “Yo sólo quería servir a mi partido”.

Éste no fue el único, ni el último, momento amargo para el canciller y jefe supremo de la CDU. Los democristianos tuvieron que admitir que habían aceptado donaciones de personajes dudosos, entre ellos el traficante de armas Karlheinz Schreiber -huido meses antes a Canadá-. Kohl se negó a dar los nombres de otros donantes que habrían aportado al partido entre millón y medio y dos millones de marcos (menos de un millón de euros), siempre en dinero contante y sonante. Reconoció ante la justicia esos hechos, pero dijo también que había dado su palabra de honor de que nunca divulgaría las identidades de los donantes. Está fuera de duda que Kohl se aprovechó personalmente de aquel dinero ilícito, y nunca traicionó a esas personas, cuyos nombres siguen siendo desconocidos.

Merkel exigió a Kohl que dimitiera

La crisis en la CDU fue mayúscula y Angela Merkel, que ocupaba desde hacía apenas un año el puesto de secretaria general, decidió pasar a la acción. El día 22 de diciembre de ese mismo año publicó en el diario favorito de Kohl, el Frankfurter Allgemeine Zeitung, una carta pidiéndole que abandonara la Unión Cristiano Demócrata para evitar daños mayores. “El Partido -escribía Merkel- debe aprender a caminar, debe confiar en sí mismo en el futuro, sin ese caballo de batalla, como el propio Kohl se ha definido a sí mismo, y debe emprender la lucha contra el enemigo político”.

Merkel daba así un paso adelante para acabar políticamente con el hombre que la había apoyado y promocionado cuando era una oscura política del Este. 'La chica de Kohl', como la llamaban aquellos que vieron perplejos cómo era protegida por el Canciller de la Reunificación, luego nombrada ministra de temas de Mujer y, posteriormente, de Medio Ambiente, se emancipaba radicalmente de su padrino político y tomaba la iniciativa para salvar a esa CDU abrumada por los escándalos. Probablemente, también para salvar su propio pellejo.

Esta crisis también acabó afectando al que pretendía ser el heredero de Kohl al frente del partido, Wolfgang Schäuble, hoy ministro de Finanzas. Poco después de la marcha humillante de Kohl se desveló que Schäuble había recibido cinco años atrás, en 1994, en un hotel de Bonn cien mil marcos metidos en un sobre del ya citado traficante de armas, Schreiber. Schäuble tuvo que dimitir también de su cargo de jefe del grupo parlamentario democristiano y Angela Merkel dejó la secretaría general para convertirse en abril del 2000 en la presidenta de la CDU. Ella puso en marcha una nueva financiación y el lento y complicado proceso de renovación del mismo, eliminando -con la excepción de Schäuble- a buena parte de la vieja guardia y a los barones regionales que osaron poner en duda sus capacidades y su liderazgo.

Angela Merkel y Helmut Kohl han tardado más de doce años en firmar una paz aparente. Fue durante la celebración, el pasado mes de octubre, del 30 aniversario de la llegada de Helmut Kohl a la Cancillería. El veterano político, de 82 años de edad, muy disminuido físicamente a raíz de un accidente cardiovascular y sin apenas capacidad de habla, pudo escuchar cómo su sucesora le definía como “el Canciller de la Reunificación y un ciudadano de honor de Europa”.

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