20130217

Las infraestructuras más inútiles de Cataluña

Las infraestructuras más inútiles de Cataluña


Ahora que el conseller de Economía Andreu Mas-Colell está preparando su nuevo presupuesto para la Generalitat y dejará al neófito conseller de Territorio y Sostenibilidad, Santi Vila, un año más sin capacidad de inversión, parece un buen momento para analizar cuáles han sido las cinco infraestructuras más inútiles que se han construido en la historia reciente en Cataluña.

Esta comunidad no se libró de una política de obras públicas secuestrada por los intereses de la grandes constructoras. Sí, las mismas que ahora lloran en privado porque la falta de licitación por parte de la Generalitat este pasado año las dejará en 2013 mano sobre mano.

Aquí va el ranking de los mayores despilfarros en el campo de las infraestructuras de la Comunidad catalana. Aviso a los lectores con problemas cardíacos. Las cifras pueden producir vértigo y afectar a su sensibilidad.


1.  Estación del AVE Camp de Tarragona. Como el AVE pasaba por Lleida nadie tuvo narices decirles a la gente de Tarragona que no podían tener AVE. ¿Solución? Construir un apeadero en medio de ninguna parte y ponerle de nombre Camp de Tarragona. Poco importa que se encontrase a 11 kilómetros de Tarragona, la ciudad que supuestamente conecta y que para ello se tuviera que cambiar el trazado del AVE tres veces, en lo que se refiere a su paso por Cataluña.


El ministro de entonces, Francisco Álvarez Cascos se dejó buena parte de su moral y su salud en el proceso. Para los que piensen que se gastó mucho hay que recordar que la Generalitat de entonces quería un total de seis estaciones de AVE en Cataluña, incluyendo Vilafranca del Penedès y el aeropuerto de El Prat.

Inversión:400 millones. Incluyendo los 55 millones de la estación propiamente dicha y el resto para desviar el trazado de lo que hubiera sido su ruta natural.
Pagano: Ministerio de Fomento.

Situación actual: Hasta 2011 la han usado hasta 5 millones de pasajeros. Menos de un millón de pasajeros al año. La razón: los pasajeros prefieren para ir de Tarragona a Barcelona en las líneas convencionales, que al menos dejan en el centro de las dos ciudades. Hay problemas con las conexiones de taxis y autobuses a causa de su mala ubicación.


2.  Estación del AVE La Sagrera. Barcelona no puede ser menos. Si París tiene dos estaciones de AVE, la capital catalana, también. La Sagrera nació como un proyecto para soterrar las vías a costa de un pelotazo inmobiliario que iban a pagar las constructoras. Al final las inmobiliarias se descolgaron del proyecto porque les había pillado el estallido de la burbuja y el proyecto ha continuado a pulmón a cargo del erario público, con la justificación de que es una manera de aprovechar el túnel que llevará el AVE desde Barcelona hasta París. Aunque por ahora este trayecto no es posible y el AVE a Figueres es definido por el economista especializado en el tema Germà Bel como “un regional de lujo”. En cambio todos los partidos catalanes la consideran una obra imprescindible. El que haya otra estación de AVE plenamente operativa en Sants parece un dato irrelevante.


Inversión: 813 millones. No incluyen los edificios de viviendas.
Pagano: El Ministerio de Fomento es el principal. Asume 613 millones de euros de la primera fase. Además el propio Ministerio participa en el denominado Consorcio Sagrera Alta Velocidad, junto con la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona. Este consorcio invertirá otros 200 millones en la arquitectura interior y las instalaciones de la estación.

Situación actual. En obras. La inversión arrancó en 2011 y se prevé que esté lista en 2016 pero con los actuales recortes no habría que descartar retrasos en este calendario. El principal promotor del despropósito es el Ayuntamiento de Barcelona, que siempre han querido utilizar la estación como una manera de dinamizar esta área urbana de la ciudad y aprovechar el soterramiento de las vías como una solución urbanística a un espacio muerto.


3.  Carril BUS-VAO de la C-58: Esta vía de dos carriles para vehículos con varios pasajeros que une la Meridiana de Barcelona con la localidad de Ripollet fue uno de los proyectos estrella del gobierno tripartito de José Montilla y lo debían ocupar líneas de autobuses rápidas y vehículos con más de tres pasajeros. Iba a ser ecológico, práctico y serviría para descongestionar las entradas y salidas diarias de la capital catalana.


Inversión: 80 millones de euros.
Pagano:Generalitat de Cataluña

Situación actual. Fracaso rotundo. Tanto que la Generalitat ya ha anunciado que va a permitir el tránsito de turismos con sólo dos ocupantes ya que la autopista paralela seguía atiborrada en horas puntas, mientras los conductores veían con indignación el bus-VAO al lado vacío. Antes de cambiar la normativa se calculaba que sólo 2.000 vehículos viarios utilizan esa vía.


4.  Aeropuerto de Alguaire: En plena alta montaña de Lleida se pensó un aeropuerto para traer turistas extranjeros a las estaciones de esquí catalana. Como todos los proyectos diseñados en la época de vacas gordas ha resultado excesivo para lo que luego ha logrado. Fue inaugurado por José Montilla. En tres años ha operado más de 6.300 vuelos, muy por debajo de lo que precisa esta infraestructura para ser rentable.


Inversión: 95 millones de euros.
Pagano:Generalitat de Cataluña.

Situación actual: En tres años ha tenido 115.000 pasajeros. Un promotor catalán, Air Hoster, anunció que crearía un aparcamiento para aviones que supondría una inversión de 3 millones de euros pero el proyecto todavía no se ha concretado.


5.  Autovía A-14. Conecta el aeropuerto de Alguaire con la localidad de Almenar. También es conocida como “autovía hacia ninguna parte” porque en este momento no está prevista su prolongación ni por el norte ni por el sur. Son, literalmente, siete kilómetros que no llevan a ningún sitio.

Inversión: 37,6 millones de euros.


Pagano: Ministerio de Fomento. En mayo del año pasado el Ministerio justificó su apertura para evitar el deterioro y carreras de coches ilegales.

Situación actual. No hay fecha de la prolongación ni hacia la Vall d’Aran ni hacia Aragón. El actual clima de incertidumbre en la inversión pública no augura nada bueno, si bien una vez ejecutada la totalidad de la obra podría servir para oxigenar la saturada N-230.


Conclusión: en Cataluña se ha gastado como en el resto de España en lo que a obra pública se refiere. Y como demuestra La Sagrera, los catalanes no hemos aprendido gran cosa de esta crisis. Curiosamente, quien más ha malgastado ha sido el Gobierno central, en operaciones que siempre han sido jaleadas por los partidos y la administración catalana. Por suerte Cataluña es vecina de la Comunidad Valencia… así que siempre hay alguien al que mirar por encima del hombro.

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