Olli Rehn: veredicto, culpable
Olli Rehn lo dejó muy claro el pasado viernes. A la vista de las
pésimas perspectivas de crecimiento y empleo, ¿ve alguna posibilidad de
que se revise el programa griego?, le preguntaron en la presentación de
las sombrías previsiones económicas de Europa. “La clave de la recesión
en Grecia no se explica principalmente por la austeridad, sino por la
inestabilidad política del país y los defectos en la puesta en marcha de
las reformas estructurales”, respondió el comisario europeo de Asuntos
Económicos. El fallo de esta argumentación es que el abismo entre la
realidad y los deseos de Bruselas no afecta solo a Atenas. La Comisión
Europea dibuja un panorama negrísimo: la zona euro arrastrará este año
una recesión seguida por un crecimiento anémico a lo largo de 2014; y
España se ve abocada a nueve trimestres consecutivos de caídas del PIB,
algo inédito desde que terminó la Guerra Civil hace más de siete
décadas.
La conclusión parece evidente. ¿Han fracasado entonces las recetas
impuestas por Bruselas? ¿Infravaloró la Comisión las consecuencias de
una política que imponía una estricta cura de adelgazamiento a toda la
eurozona, al mismo tiempo que en muchos países una banca gripada se veía
incapaz de engrasar la economía a través del crédito y el paro se
disparaba? No son preguntas del agrado de Rehn, que se ha enzarzado con
una polémica al respecto con el Fondo Monetario Internacional (FMI),
pero el político finlandés resumió sus respuestas en una carta que envió
la semana pasada a los ministros de Finanzas de la zona euro. “El
debate sobre el impacto de un cambio en la política fiscal en el
crecimiento no sirve de ayuda y amenaza con erosionar la confianza que
llevamos años construyendo meticulosamente”, aseguraba el comisario en
la misiva, también dirigida a los jefes del Banco Central Europeo (BCE),
Mario Draghi, y del FMI, Christine Lagarde.
Pero los argumentos de Rehn no convencen a la comunidad científica. De
la decena de economistas internacionales consultados por este periódico,
una amplia mayoría acusa a la Comisión de haberse empecinado en dictar
unas recetas que se han demostrado erróneas; y de no haber cambiado el
rumbo cuando sus políticas se estrellaban contra la realidad. Es este el
“dogmatismo” que reprochan a Bruselas profesores como Luis Garicano, de
la London School of Economics, que contrapone el ejemplo del FMI, más
proclive a rectificar en caso de error. Estos expertos —que abarcan un
amplio espectro ideológico, desde el conservador Desmond Lachman hasta
los progresistas James Galbraith o Paul Krugman— echan en cara a los
eurócratas haber provocado un sufrimiento innecesario a gran parte de
los ciudadanos de la UE, sobre todo a los del sur.
Tan solo dos de los economistas consultados conceden un respiro al
comisario y a su equipo. José Manuel González-Páramo y Guntram Wolff
—los dos más benevolentes— insisten en que no hay un único culpable de
la crisis y que, dadas las circunstancias, Bruselas no ha estado tan
desacertada. A la hora de buscar responsabilidades, sería injusto mirar
solo hacia Bruselas. Desde su despacho en Berlín, la canciller Angela
Merkel ha liderado a los países del Norte que insisten en no aflojar la
soga a los del Sur.
“La Comisión es la única que no vio venir lo que pasaba. Son los
responsables de la recesión por haber empujado a todos los países al
mismo tiempo a una cura de austeridad. Estamos ante una recesión
autoimpuesta. No podrían haber sido más estúpidos”, dispara Paul de
Grauwe, profesor de la London School of Economics.
La polémica entre austeridad y crecimiento tomó nuevos bríos después de
que el economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, admitiera el pasado
mes de enero en un informe que su institución había infravalorado las
repercusiones negativas de la austeridad. Pero, según Rehn argumentaba
en su carta, la credibilidad de este estudio queda en entredicho por “su
horizonte temporal limitado y por la posibilidad de que haya habido
otros factores que impactaran en el crecimiento en comparación con lo
previsto en 2010 y 2011”. “El FMI ha hecho un informe profesional
liderado por uno de los expertos en macroeconomía más importantes del
mundo. La refutación que llega de Bruselas, en cambio, avergonzaría a un
estudiante de primer año de posgrado. No es que el informe de Blanchard
demuestre que la Comisión y el señor Rehn están equivocados, es que eso
ya lo ha hecho la evidencia, tanto teórica como empírica”, escribía
hace unos días en su blog Jonathan Portes, director del británico
Instituto de Investigación Económica y Social.
Las políticas dictadas por Bruselas y Berlín, y aplicadas por los
Gobiernos de cada país han generado un malestar que, tan solo en los
últimos días, ha llenado de manifestantes las calles de Grecia y Bélgica
en los últimos días. Ya fuera de la zona euro, el descontento popular
ha hecho caer esta semana al Gobierno búlgaro en bloque. Pero los países
del Sur están obligados a perseverar en las políticas que generan
malestar si quieren lograr el visto bueno de la Comisión y del BCE.
“Este es un equilibrio inestable y por tanto no puede durar. La
austeridad obligada solo asegura tasas de crecimiento negativas y una
carga de la deuda cada vez mayor. Si los italianos o los españoles
mostraran un rechazo claro a las políticas impuestas, forzarían
importantes concesiones por parte de Bruselas y Fráncfort. Pero no soy
optimista. Parece que el liderazgo de la Comisión funcione en una
realidad alternativa”, asegura James Galbraith, profesor de la
Universidad de Texas.
Dani Rodrik, profesor en Harvard y autor de La paradoja de la
globalización, cree que el equipo comandado por Olli Rehn “ha estado
engañándose a sí mismo con la ilusión de que las reformas estructurales
que defienden pueden impulsar la economía en medio de una caída en
picado de la actividad”. Son las mismas reformas que el viernes el
comisario europeo volvió a exigir a España y a otros países como Francia
a cambio de flexibilizar, una vez más, unos objetivos de déficit que
hoy por hoy se muestran incapaces de cumplir.
Paul de Grauwe, profesor de la London School of Economics
“Nada de lo que está pasando me sorprende. Todo se podría haber
predicho. Las autoridades comunitarias son los responsables de la
recesión, ya que han empujado a todos los países al mismo tiempo a
políticas de austeridad que refuerzan sus consecuencias negativas. La
política macroeconómica de la Eurozona es un desastre”.
James Galbraith, profesor en la Escuela Lyndon B. Johnson de la Universidad de Texas
“No soy optimista. Parece que el liderazgo de la Comisión funcione en
una realidad alternativa, totalmente dependiente de los intereses a
corto plazo de los bancos, distante e indiferente de las consecuencias
de sus políticas y con unos pronunciamientos públicos propios de
análisis de la situación muy torpe”.
Luis Garicano, catedrático en la London School of Economics
“Bruselas es mucho más dogmática que el FMI. Es incomprensible lo poco
que ha cambiado su discurso. En parte se explica porque no se fía de
algunos países, que solo reforman bajo presión. Y en parte por motivos
políticos: al norte no ha llegado la crisis y no es consciente de que
hay países que se están ahogando. La Comisión menosprecia la
probabilidad de accidentes serios”.
José Manuel González-Páramo, exconsejero del BCE y profesor del IESE
“No hay un único responsable de la recesión, y en cierta manera los
somos todos: los fundadores del euro, las instituciones financieras, los
Gobiernos, los reguladores, los supervisores, etc. La Comisión ha
tratado, no siempre con fortuna, de buscar una visión europea; y desde
2011 busca un papel mucho más activo. Sus propuestas para reconstruir
los pilares del euro son avanzadas, y dan una visión de largo plazo”.
Paul Krugman, profesor universitario y premio Nobel de Economía
“¿Cuál es la respuesta de Rehn a las desastrosas noticias que llegan de
Europa? ¡Que tenemos que dejar de molestar con estos estudios
económicos, porque están minando la confianza en la austeridad! Estos
síntomas de desesperación son gratificantes. Por desgracia, esta gente
ya ha hecho un daño tremendo y todavía tienen poder para seguir
haciéndolo”, escribe en su blog.
Desmond Lachman, profesor de Georgetown
“Los datos de crecimiento confirman que la economía europea se contrae
más rápido de lo esperado. El panorama en España e Italia es aún más
deprimente. La Comisión es responsable por su insistencia en un ajuste
fiscal demasiado rápido. Ha sido muy lenta en extraer la conclusión que
sí supo ver el FMI: la austeridad excesiva con el euro como camisa de
fuerza es contraproducente”
Jonathan Portes, director del Instituto de Investigación Económica y Social
“Rehn lleva dos años prediciendo que gracias a las excelentes políticas
de la Comisión y del BCE la recuperación es inminente. Ahora tiene una
nueva táctica: atacar a los economistas que critican a la Comisión. La
conclusión optimista es que admite que las justificaciones de la
austeridad se están viniendo abajo. Y que los trabajos que demuestran
esto quizás puedan impulsar políticas más sensatas. Esperemos que sea
así”.
Dani Rodrik, profesor en Harvard de Política Económica Internacional
“La Comisión se ha estado engañando a sí misma con la ilusión de que las
reformas estructurales que ha defendido pueden impulsar la economía en
medio de una caída en picado de la actividad, que, por supuesto, se ha
agravado por las medidas de austeridad que ha forzado. Los últimos datos
publicados tan solo confirman esto. Europa necesita urgentemente una
estrategia de crecimiento para reactivar la demanda”.
Guntram Wolff, director adjunto de Bruegel
“La Comisión ha estado sujeta a muchas restricciones. En Grecia, ha
sido demasiado optimista, pero ha hecho un buen trabajo en Portugal. Se
ha enfrentado a una situación económica y política muy difícil. Teniendo
en cuenta todas las restricciones a las que está sometida, ha adoptado
políticas adecuadas en general, tratando de encontrar un equilibrio
entre consolidación fiscal y apoyo a la economía”.
Charles Wyplosz, profesor de Economía Internacional en el Graduate Institute de Ginebra
“No entiendo cómo alguien puede sorprenderse de los datos que estamos
viendo. La austeridad crea recesión. La Comisión no reconocerá que esta
política impide acabar con la depresión. Por eso elaboran previsiones
políticamente correctas, sabiendo perfectamente que luego tendrán que
sorprenderse cuando no se cumplan. Y en esas estamos”.
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