El truco de llamar paraíso fiscal a Chipre
Siempre es más fácil derrotar al adversario si antes se acaba con su
reputación. A partir de ese momento, la gente suele aceptar cualquier
medida que antes quizá hubiera rechazado. De ahí que políticos y
periodistas se apresuraran a calificar a Chipre de “paraíso fiscal” en
los días posteriores a la decisión de esquilmar las cuentas corrientes
en los bancos chipriotas para que ese país aportara 5.800 millones a su
propio rescate.
Tras todos esos comentarios que indicaban que ayudar a los chipriotas
venía a ser como financiar a la mafia rusa, se escondía la intención de
justificar por qué se estaba apretando las clavijas a la isla. Con el
consabido corolario: los alemanes, y otros países del norte de Europa,
no pueden permitir que se continúe financiando a estos vagabundos
europeos del sur, especialmente si se dedican a beneficiar a grupos
criminales.
No se puede negar que Chipre ha basado su modelo de negocio, ahora catastróficamente en bancarrota, en la baja fiscalidad
ofrecida a empresas extranjeras. En el argot fino, a eso se le llama
servicios financieros. Cada país es diferente, pero lo mismo se puede
decir a distintos niveles de Luxemburgo, Irlanda, Holanda y algunos
territorios británicos. La similitud de Chipre con Irlanda es bastante
obvia: es otro país que dejó que su sector financiero adquiriera
dimensiones gigantescas en relación al PIB nacional. La solución por
tanto no puede ser indolora. Todas las opciones son malas.
Pero en lo que se refiere a Chipre como paraíso fiscal, los datos desmienten esa realidad, al menos los que manejan la OCDE y los gobiernos europeos. El Gobierno chipriota obtiene mejor nota que… Alemania. De hecho, es sorprendente lo bajo que está la recta y legal Alemania en esa clasificación.
Habrá quien diga que el concepto de paraíso fiscal ha quedado algo rebajado cuando ni siquiera Suiza
entra dentro de ese apartado y la mayoría de los gobiernos sospechosos
han cambiado la legislación y firmado acuerdos para que la OCDE les
sacara de encima esa incómoda etiqueta. Pero en el caso de Chipre
tampoco se le llegó a incluir en las listas gris oscuro y gris claro con las que se definió a los países que estaban en su momento en proceso de regularización. No todos los acuerdos que ha firmado Chipre son impecables, pero lo mismo se puede decir de otros países europeos. Por cierto, España también ha firmado lo necesario con la isla.
Por tanto, si alguien quiere colocar a Chipre al mismo nivel que la
isla Tortuga como sede de los mejores bucaneros fiscales, va a tener que
esforzarse en buscar datos que le respalden. A menos que trabaje en un
medio de comunicación alemán, en cuyo caso no es obligado tomarse tantas
molestias.
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