en la nueva religión "de género" la mujer es el epicentro de todo (no faltan políticas y recursos para "visibilizar" la mujer), y un ejemplo moral; otro dogma irrebatible es presentar al hombre como el "demonio", algo que ahora se denomina "machismo"; luego se va repitiendo el dogma y ya tenemos demonios en cada casa y machismo en cada esquina.. disfruten lo votado..
Crímenes… ¿machistas?
UN hombre ha machacado a una mujer hasta llevarla a un estado de coma
del que, finalmente, no se pudo recuperar. No era la primera mujer que
moría a manos de ese hombre. Al menos otra ha corrido la misma fatal
suerte. Los crímenes han sido cometidos por alguien que había construido
su vida sobre una gran mentira. Y nos han conmocionado profundamente.
Esos asesinatos han sido catalogados; al haber sido calificados como
crímenes machistas se les ha asignado una categoría, la de "violencia de
género". Pero yo me pregunto si, efectivamente, han de ser
considerados bajo ese prisma o si, en realidad, no debieran ser tomados,
simplemente, como dos asesinatos más, por horribles y repugnantes que
sean. Me lo pregunto de forma ingenua, porque desconozco la respuesta.
Cuando un hombre mata a otro hombre después de torturarlo, -esas cosas
ocurren aunque, afortunadamente, poquísimas veces-, se trata de un
asesinato, sin más aditamento. Pero cuando la víctima es una mujer,
además de ser un asesinato parece que es un "crimen machista" casi
siempre, sean cuales sean sus circunstancias o las motivaciones que lo
provocan. Y sin embargo, no están claras las razones por las que ese
crimen merece esa consideración; al menos para mí no lo están, porque
también podría ser considerado como el acto de uno de esos asesinos en
serie que pensamos que solo existen en las películas y series de
televisión.
¿No será que el sello "violencia de género" nos sirve para asignar al
crimen una categoría y que, obrando así, nos resulta más fácil entender
el fenómeno? Evitamos de ese modo enfrentarnos al perturbador hecho de
que hay crímenes absurdos, sin sentido. Es más, al categorizarlo, le
asignamos una causa social última. Y es que cuando pensamos que las
raíces de un comportamiento patológico son de naturaleza social, cuando
creemos que obedece a la (mala) educación, cuando localizamos su origen
en el entorno en que vivimos, en cierto modo lo racionalizamos. Le
asignamos una causa que, por abominable que sea, podemos "entender". Y
no solo le otorgamos un origen "comprensible" (ojo, digo comprensible
como sinónimo de "inteligible", en absoluto "justificable"), sino que,
además, le atribuimos unos responsables últimos que, en el fondo, son
quienes, supuestamente, mantienen o ayudan a mantener un status quo
basado en la desigualdad entre hombres y mujeres. Así, algo en principio
absurdo se convierte en la consecuencia de un estado de cosas que, en
última instancia, tendría su origen en las desigualdades entre hombres y
mujeres y, por lo tanto, en un "sistema injusto".
Vergonzoso
Lo siento, pero no alcanzo a entender las razones por las que el
asesinato de una mujer a manos de su marido y los crímenes del gimnasio
bilbaino pertenecen a una misma categoría o comparten una misma causa
última. Quizás sean sólidas, pero se me escapan. Mis dudas, por cierto,
nada tienen que ver con un aspecto de este macabro episodio que debiera
ser, ese sí, motivo de reflexión: la forma hipócrita, mezquina y
culpable con que tratamos la inmigración de los pobres y la
prostitución.
La desprotección y desamparo que producen el cóctel de inmigración
ilegal y prostitución es inaceptable y vergonzoso. Y ha tenido, como
hemos visto en este caso, fatales consecuencias. Hay mucho que cambiar
en lo relativo a la inmigración y la situación social y legal de quienes
ejercen la prostitución; eso sí está en nuestras manos. Pero me temo
que personajes tenebrosos como el falso monje shaolín los habrá siempre,
porque la educación o una sociedad más igualitaria no evitarán su
existencia, por muy perturbador que eso nos resulte.
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