20130625

EL BLOG DEL OSO SOLITARIO: LOS PIGS Y LOS CERDOS

EL BLOG DEL OSO SOLITARIO: LOS PIGS Y LOS CERDOS



PIGS (cerdos en inglés) es un acrónimo despectivo utilizado por los ambientes financieros anglosajones para referirse al grupo de países de Europa meridional con importantes, crónicas dificultades económicas y financieras (Portugal, Italy, Greece, Spain) y que además han sido objeto frecuente del ataque de los especuladores, sensibles al olor de la sangre cuando un país está en dificultades.

La actitud de arrogancia despectiva que implica el acrónimo es evidente. Nos los podemos imaginar, las hordas de yuppies fabricados en serie mientras, entre un bocado y otro de comida basura o ante el teclado del ordenador, comentan con suficiencia y una sonrisa idiota cómo van a especular con la economía y dejar en pelotas a esos PIGS gilipollas de Europa del Sur, que no son para ellos naciones sino nada más que un mercado y una presa para sus acciones de piratería financiera.

El acrónimo PIGS, más allá de lo particular, es todo un símbolo de un mundo en el que el dinero dicta su ley y es el valor supremo, en el que la casta de los mercaderes del dinero ha escalado el poder. Siendo nada más que la espuma sucia, se consideran en cambio la crema de la humanidad y se permiten mirar por encima del hombro a todos los demás.

Sería interesante saber en virtud de qué superioridad se creen autorizados a una tal arrogante, insufrible presunción, hacia pueblos tan infinitamente superiores a la infracivilización que ellos representan.

Grecia está en las raíces mismas de Europa, nos ha legado su pensamiento, modelos y cánones de belleza artística, imágenes míticas en las que reconocemos nuestro origen, ejemplos de heroísmo y ética guerrera cuya memoria ha perdurado a través de los siglos. En tiempos modernos, ya decaída política y culturalmente, nos ha ofrecido el ejemplo de una defensa obstinada de su identidad durante los cuatrocientos años del dominio turco, cuatro siglos en los que resistió tenazmente y con éxito la islamización.

Italia ha visto pasar el Imperio Romano, con la huella indeleble que ha dejado en nuestra historia, sus instituciones y cultura jurídica, los ideales políticos y cívicos que permitieron a la Roma de los mejores tiempos resurgir tras las peores derrotas; más tarde la era del Medioevo cristiano, el Renacimiento. Ni siquiera tiene sentido intentar resumir en pocas líneas el torbellino de ininterrumpida creatividad artística y cultural italiano, hasta que la fuente se empezó a secar con la gran homologación en el reino de Mammón.

Lo mismo se puede decir de España, y se me permitirá cierta parcialidad siendo español. Recordaremos el Siglo de Oro, Velázquez, Cervantes, Goya. Los valores militares y guerreros forjados en siglos de Reconquista y que han formado nuestra nación. Recordaremos la era de los Tercios españoles, uno solo de cuyos soldados haría ensuciar los pantalones a la redacción entera del Financial Times; la epopeya de los grandes viajes, los grandes peligros y los mares abiertos. La conquista de América, en la cual pocos hombres que afrontaban lo desconocido y se lo jugaban todo, cambiaron la historia del continente americano destruyendo imperios neolíticos – no se puede construir algo sin destruir – para edificar otra civilización que dio nacimiento a veinte naciones.

Portugal, en fin, nación que ha visto nacer a Pessoa y Camoens, que en la medida que sus recursos más limitados le permitían también ha participado en la empresa épica de conquista y civilización, enviando sus barcos y sus hombres por todos los mares, dejando su huella en África y América donde dio nacimiento a Brasil.

Estos han sido Grecia, Italia, España, Portugal. ¿Cómo se permiten, a quiénes llaman PIGS, estos muertos de hambre espirituales de la finanza internacional? Gente que no sabe hacer más que jugar con dinero virtual, cuya contribución a la sociedad y a la vida consiste en la especulación y en desplumar a los pringados que trabajan de verdad.

Naturalmente no es que desprecien a todos los griegos, italianos, portugueses o españoles. Respetan ciertamente a quienes, como detalle secundario, tienen un pasaporte de estos países pero pertenecen a su misma raza. Se trata de esa subespecie de europeo degenerado que experimenta un turbio placer en hablar inglés y meter palabras inglesas por todas partes, venga a cuento o no, en su afán de ser globalizado y cosmopolita. Sintiendo seguramente una excitación de naturaleza casi sexual cuando se habla de hedge funds, financial derivatives, high frequency trading, y sobre todo la coletilla global que los manda en éxtasis. Para esta clase de infraeuropeo, que aspira a formar parte de la superclase mundialista, también la nación que aparece en su pasaporte es uno de los PIGS.

Se dirá que hoy en día lo que manda es el dinero, que el pasado no cuenta, que la cultura y los valores se miden por la cuenta en el banco y la tarjeta de crédito. Esto es análogo a lo que podría pensar una horda de analfabetos que entraran en una biblioteca y la devastaran, utilizando las páginas de los libros para hacer sus necesidades.

Ciertamente la historia pertenece al pasado, pero también es importante. En primer lugar porque las piedras, las palabras, las hazañas y gestas heroicas que nos legaron quienes vivieron antes, las semillas que plantaron los mejores de entre nuestros antepasados están infinitamente más vivas que una civilización muerta que mide todo con la medida del dinero y el interés económico.

En segundo lugar porque aún hoy, en tiempos de homologación en la mediocridad y la cultura del consumo, de nivelamiento hacia lo más bajo, la parte menos degenerada de la población y la sociedad, la que conserva al menos un recuerdo y una huella de su cultura, expresa una civilización y una forma de vida infinitamente superior a la que los señores del dinero virtual han preparado para todo el planeta.

Amos del dinero que forman una sociedad cosmopolita de nómadas, que no pertenecen a ningñun lugar, para los cuales la tierra es nada más que un asset, la nación nada más que el marco en el cual desarrollar sus negocios; ninguna de las dos significan nada para ellos, se pueden cambiar a voluntad, comprar y vender. Y como toda sociedad de nómadas, es una sociedad de bandidos que viven a espaldas de quienes en cambio están radicados, pertenecen a un lugar y a una tierra

Finalizando ya esta entrada y dejando de lado los pigs, me parece evidente que los auténticos cerdos están en otra parte.

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