Otro gobernador golpista
Siguiendo la doctrina que el Banco de España mantiene
últimamente, su gobernador acaba de proponer de nuevo que desaparezca el
salario mínimo y se suma así al elenco de banqueros centrales que se permiten dictar a los gobiernos elegidos por el pueblo lo que tienen que hacer y lo que no.
Es lógico que para justificar su propuesta no reconozca públicamente la
verdadera razón que se persigue con ella, que se ahorren aún más dinero
las grandes empresas y así obtengan mayores beneficios. Si lo hiciera se le echaría la gente encima y por eso lo que hace es recurrir a la
justificación que siempre tienen a mano, sea para un roto o para un
descosido: sin salario mínimo será más fácil crear empleo.
Pero esta afirmación es completamente infundada. Ni el
gobernador del Banco de España ni nadie puede aportar evidencia
empírica definitiva que muestre que eliminar el salario mínimo o
disminuir su cuantía es bueno para crear empleo, o que aumentarla
dificulte crearlo.
Hay estudios que muestran resultados positivos provocados por la
introducción o aumento de los salarios mínimos y otros que llegan a la
conclusión contraria.
Si se analiza lo que ocurre en distintos países europeos es más fácil detectar que no
hay prácticamente correlación entre el nivel de los salarios mínimos y
las diferentes tasas de desempleo de los trabajadores de baja
cualificación. Y en ningún caso se puede deducir de los datos reales que
los salarios mínimos más altos provoquen un mayor desempleo.
Incluso se podría concluir más bien que hay una cierta relación entre
salarios mínimos de mayor cuantía y tasas de empleo más altas (Johannes Schweighofer, Social Dimension Of EMU: Raise Minimum Wages!).
En Estados Unidos los estados que mejor registros de empleo tienen no
son precisamente los que mantienen los salarios mínimos a niveles más
bajos. Y allí, como en otros muchos países, queda también muy claro que salarios
mínimos más bajos no van unidos a más empleo: los de hoy día son un 30%
más reducidos en términos reales que los de 1968 y, sin embargo, la
tasa de paro es bastante más del doble que la de entonces.
Por eso, en 2007, 650 prestigiosos economistas estadounidenses, entre
ellos cinco Premios Nobel, firmaron un documento reclamando subidas del
salario mínimo defendiendo que eso apenas tendría efectos negativos
sobre el empleo y que, por el contrario, permitiría aumentar el
bienestar de los trabajadores con bajo salario.
Contrariamente a lo que sugiere el gobernador, hay multitud de
evidencias empíricas que demuestran que la inexistencia de salarios
mínimos o la fijación de salarios mínimos muy bajos tiene efectos
negativos para el conjunto de la economía y, lógicamente, también para los trabajadores que los reciben. Y, por otro lado, que cuando se introducen o se elevan, mejoran su rendimiento general.
De los hechos que demuestran los inconvenientes de los salarios mínimos
reducidos y de las ventajas de elevarlos escribí con más detalle en
enero pasado citando los estudios científicos que lo demuestran (ver Más
engaños del Banco de España). Ahora no voy a repetir los argumentos y
me limitaré simplemente a mencionar por añadidura que un estudio
reciente ha mostrado que salarios mínimos muy
reducidos no son, como dicen quienes los defienden, una puerta que
permite la entrada al mercado laboral a trabajadores que más tarde
recibirán salarios más elevados, sino que quienes entran con ellos
suelen permanecer casi siempre en puestos de salarios bajos y empleos
muy precarios. Lo que significa que salarios mínimos muy bajos o
inexistentes son en realidad un factor de consolidación de la
precariedad, la pobreza y la insuficiencia de demanda. Y otro informe demuestra que en Estados Unidos
los salarios mínimos muy bajos en grandes empresas (que, en contra de
lo que se cree son quienes más los utilizan) lo que hacen es destruir
empleo porque acaban con la demanda de la que viven las pequeñas y
medianas.
Desde otra perspectiva, nuevos estudios han venido a demostrar que el
aumento del salario mínimo aumenta la demanda agregada de modo muy
particular porque las personas que los reciben suelen tener mucha más
demanda “pendiente” (bienes de consumo que comprar) que materializan
enseguida cuando aumenta el ingreso que perciben.
También mencioné en dicho artículo que la evidencia empírica tampoco
permite afirmar que eliminar el salario mínimo o reducirlo aún más sea
bueno para la economía española porque hay estudios que demuestran que
los efectos negativos de aumentarlo son despreciables y que incluso
pueden detectarse algunos positivos cuando ha ocurrido.
En
suma, proponer ahora que desaparezcan el salario mínimo, en toda la
economía o en algunos sectores, no asegura, como deja caer el gobernador
del Banco de España, que vaya a aumentar en términos netos el empleo
porque el mal pagado que pueda generar (si es que lo
genera, pues ni siquiera eso es seguro) puede venir acompañado de la
destrucción de otro de más calidad.
En
una situación de falta de demanda, cuando miles de empresas cierran
porque pierden clientes como consecuencia de la caída del consumo, lo
que habría que hacer es justo lo contrario de lo que propone el
gobernador: en lugar de poner a dieta a quien padece anemia, hay que
subir los ingresos empezando por los de quienes perciben salarios más
bajos. Esa es la única medida que puede reactivar la economía mejorando
los beneficios de las pequeñas y medianas empresas y permitiendo que
éstas generen empleo.
La razón por
la que el gobernador del Banco de España hace esta propuesta suicida
para el conjunto de la economía española es muy clara: bajar o eliminar
el salario mínimo, y en general reducir los ingresos de los
trabajadores, es muy beneficioso para las grandes empresas y bancos que
dominan el mercado en España y que operan además en otros países.
A ellos no les importa que caiga la renta interior y el consumo
nacional porque bajen cada vez más los salarios puesto que tienen
cautivos a sus clientes. No dependen de la demanda interna, como le
ocurre a miles de pequeñas y medianas empresas y trabajadores autónomos. Para estos últimos, menos renta interior porque bajen los salarios es la ruina.
Pero las grandes empresas, por el contrario, apenas pierden ventas
aunque bajen los salarios y, sin embargo, soportar menos carga salarial
en España les permite obtener beneficios extraordinarios a escala
global.
Es por todas estas razones que la propuesta del
gobernador resulta intolerable. Es una vergüenza, algo realmente
bochornoso e inaceptable que una autoridad del estado tome partido tan
descaradamente y sin fundamentos sólidos por una medida que lejos de
beneficiar al conjunto de la economía solo favorece a los grupos más
privilegiados.
El gobernador del Banco de
España no tiene derecho a ocultar información a los españoles, ni a
presentar como si fuera el resultado de una verdad científica lo que
solo expresa su personal opción ideológica. Está en su derecho de tenerla y defenderla, pero tiene
la obligación de decirle a los españoles que lo que defiende es una
preferencia porque su interés es satisfacer a unos en perjuicio de
otros. El gobernador engaña a los españoles cuando les hace creer que
sus propuestas son el resultado de un análisis objetivo y de datos que
reflejen la realidad en la mano cuando lo cierto, como he mostrado, es
que solo usa los que le convienen y que oculta los que lo contradicen.
Lo que hace el gobernador es una forma sutil de golpismo, puesto que de facto impide que el pueblo sea soberano, que decida lo que mejor crea que le conviene y que sea dueño de su destino. Su comportamiento e imposiciones dinamitan la ya de por sí frágil democracia en la que vivimos.
Hay que exigirle explicaciones por su parcialidad y reclamar su cese inmediato.
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