resumen: el Ayuntamiento trata de apropiarse de una red de agua..
El ayuntamiento ocupa el pozo que abastece de agua a tres pedanías
El Ayuntamiento de Valencia cumplió su ultimátum y «tomó» ayer el Pozo
San Isidro, que abastece de agua potable a las pedanías de Benifaraig,
Borbotó y Carpesa. Lo hizo a las siete y media de la mañana, antes de
que los vecinos se concentraran para evitar lo que ellos consideran un
«expolio». De todas formas, sus protestas obligaron a intervenir a la
Policía Local y a la Guardia Civil y además han presentado una denuncia
en el juzgado por un posible delito de allanamiento.
No eran todavía las ocho de la mañana cuando representantes del Ciclo
Integral del Agua y la empresa Emivasa, gestora del agua en la capital,
llegaron al pozo San Isidro, situado a las afueras de Benifaraig, para
cambiar las cerraduras de la caseta. El consistorio le ha retirado a Les
Llosetes, cooperativa responsable del pozo, el suministro de agua
potable a estas pedanías después de que la Generalitat la haya dado de
baja en el registro oficial por no acogerse a la nueva normativa
autonómica. En agosto del año pasado le dio seis meses para entregar las
llaves del pozo y el listado de usuarios y la semana pasada le dio un
ultimátum de 5 días para hacer lo propio, un plazo que expiraba ayer. Y
no hubo tregua.
La comisión municipal, con escolta de la Policía Local, cambió la
cerradura y tomó posesión del pozo sin oposición alguna. El primer
vecino en llegar, el presidente de la cooperativa, Miguel Broseta,
acudió poco después de las ocho y aunque rápidamente concentró a cerca
de cien vecinos ya no hubo marcha atrás.
Los congregados, visiblemente molestos y al grito de «lladres», trataron
de impedir que la comisión abandonara el pozo, pero finalmente la
Policía Local, con ayuda de la Guardia Civil, consiguió que se fueran
sin mayores incidentes. Se había consumado lo que los vecinos consideran
un «expolio», una «ocupación» frente a la cual aseguran que seguirán
peleando. Ayer, de hecho, el letrado de la cooperativa anunció que
presentaría una denuncia por allanamiento. «No han notificado nada y
tampoco les hemos firmado el acto administrativo de esta mañana, como
querían», dijo.
Lucha por la propiedad
Ya más tranquilos y con papeles en la mano, Miguel Broseta y el propio
letrado mostraron una serie de pruebas que demostrarían esa propiedad.
La primera de ellas es la escritura del año 1970 por la que el pozo San
Isidro adquirió los 124 metros cuadrados de terreno donde están las
instalaciones. Les costó 4.000 pesetas. Posteriormente, en el año 1989,
se adquirieron otros 10 metros anexos de los que también tienen las
escrituras. Se pagaron 50.000 pesetas. Y a finales de 1998 el
Ayuntamiento de Valencia reclamó a la cooperativa la realización de unas
obras en el pozo al ser ellos «los propietarios del depósito sito en el
Camino del Pozo, s/n», dicen textualmente en sus requerimientos.
Llegaron a mandarles un embargo con ese mismo destinatario. «Parece que
para unas cosas somos los dueños y para otras no», dijo Broseta.
Preguntados por la entidad que pagó las obras del pozo, Broseta aseguró
que fue la Confederación Hidrográfica del Júcar (vallado depósito y
tubería general) y los propios vecinos, que costearon la red interior al
precio de 2.500 pesetas por acometida, al menos en Borbotó. «De haber
algo de su propiedad sería de la Confederación, no del ayuntamiento»,
deduce. Es más, «si quieren lo nuestro que lo paguen, pero que lo paguen
como toca, no con los 60.000 euros que nos ofrecieron en su día»,
añade.
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