operación "libertad duradera".. imperialismo liberal..
Nadie se atreve a llamarlo genocidio - Instituto Mises Hispano
Qué cómodos estamos todos en Estados Unidos, mientras nos dedicamos a
debates de salón acerca de la ocupación de Iraq por EEUU, sobre si les
estamos llevando libertad y si su libertad merece realmente el
sacrificio de tantos de nuestros hombres y mujeres. Hablamos de si los
objetivos de la guerra se han alcanzado realmente, cómo salir con
dignidad y si necesitamos un gran refuerzo para acabar de una vez por
todas con todo esto.
Pero hay una cosa de la que no hablan los estadounidenses: las vidas de iraquíes o, más bien, las muertes de iraquíes.
Es interesante porque vivimos en una época de extremo multiculturalismo
y preocupación global. Adoramos a los trabajadores humanitarios
internacionales, que van a viajes de misión al extranjero, lloran por
las penas de los que sufren por hambre y enfermedad, voluntarios
esforzándose por llevar tuberías a Ecuador, redes para mosquitos en
Ruanda, agua limpia a Malawi, derechos humanos a Togo y medicina a
Bangladesh.
Pero cuando “nosotros” causamos la calamidad, de repente hay silencio.
Hay algo extraño, sospechoso, incluso desleal acerca de una persona que
dé la vara sobre la muerte de iraquíes desde la invasión de EEUU en
2003. Tal vez una persona que llore por Iraq sea realmente un
simpatizante de los terroristas. Después de todo, la mayoría de las
muertes fueron por “violencia sectaria” y quién puede evitar que las
locas sectas islámicas se maten entre sí. Mejor entre ellos que a
nosotros, ¿no?
Bueno, ya es hora de que pensemos en las cifras, a pesar de que el
ejército de EEUU haya decidido que las cuentas de bajas no merecen su
atención. Opinion Research Business, una empresa de sondeos con muy
buena reputación en UK acaba de completar una encuesta detallada y
rigurosa de los iraquíes. En el pasado, los resultados de la empresa
habían sido presentados por la administración Bush siempre que los datos
se veían favorables para la causa de EEUU. Pero su último informe no ha
recibido prácticamente ninguna atención en EEUU.
He aquí la siniestra conclusión: más de un millón de personas han sido asesinadas en Iraq desde la invasión de EEUU, según ORB. Sí, otras estimaciones son menores, pero tiene que impresionaros lo que han descubierto. Parece muy creíble.
En Bagdad, donde la presencia de EEUU es más pronunciada, casi la mitad de las familias dicen haber perdido un miembro de la familia por una matanza de algún tipo. La mitad de los muertos son por heridas de bala, un quinto por coches bomba y un décimo por bombardeos aéreos. El número total de muertes excede el del enormemente publicitado genocidio de Ruanda de 1994.
Os invito a inspeccionar los datos detallados.
Aparte del asombroso detalle, lo que me sorprende la cantidad de muertos que no son suníes ni chiíes. También sorprende cómo cuanto más te alejas geográficamente de la actividad de las tropas de EEUU, más pacífica es el área.
Los estadounidenses piensan que están llevando la libertad a Iraq, pero
los datos indican que solo les estamos llevando sufrimiento y muerte.
Si habéis perdido alguna vez a un miembro de la familia, sabéis que la
vida ya no vuelve nunca a ser igual. Causa todo tipo de traumas
religiosos, sociales y maritales. Bastante malo es perder a un miembro
de la familia por una enfermedad, pero ¿una muerte a sangre fría o un
coche-bomba o un bombardeo aéreo? Eso genera una sensación de furia y da
motivos de venganza.
Así que estamos hablando de en torno a 1,2 millones de personas que han muerto así y sin
contar las cifras de los que murieron durante la propia invasión por el
delito de haber intentado oponerse a tropas extranjeras invasoras o los
500.000 niños y viejos muertos por las sanciones contra los civiles de
EEUU-ONU en los 10 años previos.
Y no nos aliviemos pensando que no son sino hombres con turbante
matándose unos a otros sin ningún motivo. Este mismo fin de semana hay
un ejemplo apropiado. Algunos de los contratistas legendarios del
Departamento de Estado viajaban en coche por el barrio suní de Mansur en
Bagdad. Conducían sus todoterrenos cuando unos testigos informaron de
un tiroteo que duró 20 minutos. Los todoterrenos se fueron, dejando al menos nueve personas muertas en la carretera.
¿Por qué? Nadie lo sabe. Sin duda habrá investigaciones. Ya ha habido
petición de disculpas. La empresa en cuestión ha visto revocada su
licencia de práctica de la ocupación por parte del gobierno iraquí.
Durante cuánto tiempo, nadie lo sabe. Pero son solamente gestos
simbólicos. No habrá justicia ni olvido.
En la medida en que alguien preste atención a esto, solo escuchará las
palabras del portavoz de Departamento de Estado: “Lo importante es que
la secretaría quiere asegurarse de que hacemos todo lo posible para evitar la pérdida de vidas inocentes”.
A la vista de la cifra por encima del millón, esas declaraciones
resultan una broma macabra. EEUU ha desatado un baño de sangre en Iraq
desconocido incluso en países que consideramos violentos y heridos por
guerras civiles. Es asombroso pensar que se ha producido en lo que era
hasta hace poco un país liberal y civilizado para los patrones de la
región. Era un país que tenía un problema con la inmigración,
particularmente entre las clases educadas y con talento. Iban a Iraq
porque lo más cercano a una sociedad al estilo occidental que se podía
encontrar en la zona cerca de Arabia.
Fue EEUU el que convirtió este país en un campo de exterminio.
¿Por qué no lo reconoceremos? ¿Por qué no sumiremos la responsabilidad?
La razón tiene que ver con esa cosa misteriosa llamada nacionalismo,
que crea una religión ideológica de las guerras nacionales. Somos
liberadores buenos. Son terroristas malvados. Ninguna cantidad de datos o
información en contrario parece hacer mella en esta fe no religiosa.
Pasa en todos los países y en todo momento. He aquí la ceguera intelectual que genera la guerra.
Esa ceguera siempre es inexcusable, pero quizá sea más comprensible en
un tiempo en que la información estaba severamente restringida, cuando
los límites tecnológicos realmente nos impedían conocer toda la verdad
en el momento. ¿Qué excusa tenemos hoy? Nuestra ceguera no es
tecnológica, sino ideológica. Somos los buenos, ¿no? Toda nación cree
eso de sí misma, pero la libertad se beneficiaría si se atendiera a los
pocos que se atreven a pensar críticamente.
Un postulado esencial de la idea occidental, o eso nos decimos, es el
valor universal y definitivo de la vida humana. Ninguna persona o grupo
de personas deja de tener valor, ni siquiera aquellos a quienes nuestro
gobierno decide calificar como el enemigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario