en un país que rebosa corrupción, nepotismo y despilfarro por los cuatro costados, el Ejército no iba a ser muy distinto.. claro que aquí se va a intentar matar al mensajero, sin duda será un "antisistema", un "antipatriota"..
disfruten lo votado..
Irregularidades en el Ejército español
Un militar en activo denuncia desvíos de dinero y contratos fraudulentos en las Fuerzas Armadas.
La crisis económica ha sacado a la luz estos últimos años buena parte de
las prebendas, dispendios de difícil justificación, complementos en los
sueldos y prejubilaciones millonarias de las que han disfrutado algunos
políticos, funcionarios, empresarios y dirigentes sindicales de este
país. Ninguna institución se ha salvado del escrutinio público. Sin
embargo, poco se ha sabido de la situación interna en las Fuerzas
Armadas.
El teniente Luis Gonzalo Segura de Oro-Pulido (Madrid, 1977) suple esta
carencia con su primera novela, Un paso al frente (Tropo Editores), cuyo
título anticipa el presumible castigo al que se va a enfrentar una vez
que los ejemplares estén a la venta, puesto que se trata de la primera
vez que un militar en activo narra las interioridades de una institución
que castiga con el arresto, y en último término con la expulsión, a
aquel que osa disentir en público.
Analista de telecomunicaciones.
Segura pertenece al Ejército de Tierra desde hace 12 años y en su
condición de militar de complemento tiene contrato dentro de las Fuerzas
Armadas hasta 2023, momento en el que, al igual que muchos de sus
compañeros que no forman parte de la escala superior o del Estado Mayor,
deberá colgar el uniforme y reintegrarse a la vida civil, aunque él se
ha hecho ya a la idea de que difícilmente podrá seguir en el Ejército
tras la publicación de este libro.
Este teniente en activo trabaja en el acuartelamiento Capitán Sevillano,
de Pozuelo de Alarcón (Madrid), donde se ubica el mando de
Transmisiones de Tierra. Se trata de un órgano dirigido por un general
de división que depende directamente del jefe del Estado Mayor del
Ejército de Tierra (Jeme), debido a que en dichas instalaciones se
centraliza todo el sistema de información y telecomunicaciones del
principal cuerpo de las Fuerzas Armadas. La oficina en la que está
destinado Segura analiza las telecomunicaciones militares, dota de
material informático a las unidades, se encarga de su posterior
mantenimiento y, en última instancia, es responsable del buen
funcionamiento de todas las telecomunicaciones que realice el Ejército
en territorio nacional y en las misiones desplegadas en el exterior. Un
área, por tanto, muy sensible.
La primera inmersión literaria de este teniente es consecuencia de la
“frustración” de intentar cambiar desde dentro, sin éxito, una serie de
malas prácticas que ha detectado en Tierra. “Empecé a elevar partes en
2009 para que se solventasen problemas y pensé que cuando un jefe se
diese cuenta de que se estaba haciendo algo mal, lo solucionaría. Pero
me di cuenta que era muy ingenuo y cándido”, relata.
De los partes internos pasó a las denuncias ante la Justicia militar, pero ninguna de ellas ha sido admitida a trámite. “Te
das cuenta de que las capas más altas del Ejército lo que quieren hacer
es esconder, ocultar los problemas, al igual que ha hecho durante un
tiempo la Iglesia católica con la pederastia”, explica antes de que su libro salga a la venta, el próximo 21 de abril.
En las Fuerzas Armadas, cuando firmas un papel en el que planteas
problemas, te conviertes en una persona vigilada con la que tus
compañeros evitan cualquier contacto para no dar señales de connivencia.
“Pasas a ser una persona subversiva porque los altos mandos han
conseguido identificarse con la propia institución. De tal manera que cuando
tú atacas la gestión, la corrupción, el abuso de autoridad, los
privilegios, al final esos altos mandos consideran que lo que estás
haciendo es atacar a la institución”.
El teniente Segura explica a esta revista cómo detectó el primer caso de presunta corrupción. “Me
encuentro que hay una partida de 60.000 euros anuales destinada a pagar
un producto que no existe. ¿Cuánto tiempo se ha estado pagando? A lo
mejor los últimos diez años”. Poco después se dio cuenta de que en
su departamento había contratos de compra que se fraccionaban, una
práctica extendida dentro de la Administración que el Gobierno de Rajoy
intenta atajar con la nueva ley de contratación pública. “Descubrí que
una oferta de compra era por una cantidad y luego la compra final,
fraccionada, salía por 10.000 euros más. ¿Dónde estaba ese dinero, a
dónde había ido a parar?”, se pregunta.
Tampoco obtuvo respuesta de sus superiores cuando unos meses después se
le pidió que hiciese un inventario de todo el material informático del
Ejército de Tierra y descubrió que “había un desfase de existencias
de entre el 25% y el 35%, y que ese problema suponía la pérdida de
alrededor de cinco millones de euros”, explica.
Uno de los capítulos de la novela está dedicado a una sauna que un
general recién llegado a su nuevo acuartelamiento exigió para su
disfrute personal. Cuando ese general -del que no cita su nombre
verdadero- cambió de destino, la sauna quedó en el mismo sitio sin que
sus sucesores le hayan dado uso alguno.
Segura también habla de la existencia de “salas VIP” dentro de los cuarteles y de clubes militares para oficiales,
como el Club Deportivo de la Dehesa, situado a las afueras de Madrid,
“dotado de piscina climatizada, campo de golf y cursos de equitación
para sus miembros, a costa del erario público”, así como de otros
“caprichos” presupuestarios como las ayudas sociales a los altos mandos
para que asistan a cursos de formación en el extranjero o las
subvenciones para el alquiler de apartamentos de verano para el personal
del Ejército de Tierra, dotado con un presupuesto global de 210.000
euros para este año.
“No denuncio casos particulares de corrupción, sino un problema
estructural, muy serio, de las Fuerzas Armadas, que necesitan una gran
regeneración”, añade este militar, que ha llegado a solicitar audiencia
al actual Jeme, el general Jaime Domínguez Buj, y que considera
fundamental que el Ejército acepte una auditoría externa “en toda regla”
y que la Justicia militar “deje de generar impunidad”.
Escribir con pseudónimo.
Cansado de denunciar sin éxito hechos que a su juicio son delictivos,
Segura se planteó hace dos años escribir este libro. En un primer
momento empezó con la idea de elaborar unas memorias, para luego
decantarse por un relato de diferentes hechos en el que estuviese
protegido con el anonimato de un pseudónimo. Finalmente se decidió por
esta novela basada en hechos reales debido a una cuestión moral. “A la
espera de las consecuencias que me traiga, si tengo que decir algo,
prefiero decirlo a la cara”, subraya.
Este teniente se arriesga a que le abran un expediente gubernativo por
falta grave y que ello desemboque en su expulsión del Ejército.
Posiblemente tenga que pasar un tiempo por uno de los centros
disciplinarios de la institución, que es como se denominan ahora a las
prisiones militares.
“Voy a perder la seguridad económica de
seguir en el Ejército durante los próximos diez años y tener, a partir
de los 45 años, una prejubilación de 1.200 euros netos al mes hasta la
jubilación que, además, te permite trabajar en cualquier otro sitio”,
advierte Segura, quien por fortuna no tiene cargas familiares y a quien
sus compañeros del Capitán Sevillano han empezado a dejar solo en el
comedor de la base desde que se supo que había escrito este libro.
“Subordinado, pero no siervo”.
“Soy una persona subordinada y cumplo las órdenes, pero no soy un
siervo. No he tenido ningún arresto en estos 12 años. Me han presionado
para que me diese de baja psicológica cuando empecé las quejas y mis
calificaciones han ido bajando los últimos años por ello”, se queja.
En su opinión, hay “una casta dominante” dentro del Ejército que
considera que todos los componentes del mismo son “siervos” y que las
Fuerzas Armadas están para servirles a ellos. “La realidad es que los
militares somos subordinados, no siervos, y que las Fuerzas Armadas no
están para servirles a ellos, sino que ellos están para servirlas”,
sentencia Segura.
El secretario general de la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME), Mariano Casado, reconoce que es
la primera vez que un militar en activo cuenta sus vivencias en las
Fuerzas Armadas de manera novelada. “Es un hecho relevante y hay que
ponerlo en valor. Su libertad de expresión le ampara y le defenderemos
si es necesario”, avisa de antemano. ¿Y qué piensa el Ministerio de
Defensa? Un portavoz del organismo prefirió no hacer comentarios por el
momento.
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