20140624

En España la desigualdad la ha causado el gasto público (1995-2012)

la mayor parte del del "gasto público" ha sido nepotismo salvaje, enchufismo feroz, y subvenciones y contratos públicos total y absolutamente opacos y a dedo, y luego las "ayudas a formación" de la Junta, UGT, CCOO, o CEOE..

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En España la desigualdad la ha causado el gasto público (1995-2012)



Estos días está siendo relevante un libro que analiza de forma empírica la desigualdad: "El Capital del Siglo XXI". El autor es Thomas Piketty y está disponible tanto en las librerías físicas como en las electrónicas (amazon.es), de momento, en inglés. La popularidad de este libro no es casual. Con las elecciones americanas al Senado, Obama y los demócratas se baten el cobre con los republicanos por ver quién consigue la mayoría en la cámara legislativa más importante. Los republicanos están ganando el debate gracias a la débil recuperación de Estados Unidos (la tasa de desempleo de la era Bush fue del 4-5%, frente al 6,7% actual), tema que los demócratas tratan de evadir con otra propuesta: la lucha contra la desigualdad.

Lucha contra la desigualdad que ha alentado el debate de la lucha de clases. Piketty en su libro expresamente cita a Marx como su referencia, así como a Ricardo y Malthus, para desarrollar su teoría acerca de lo que ocurrirá en este nuevo siglo XXI. El economista francés no dibuja un panorama tan desolador como el del autor de "El Capital", pero sí trata de transmitir una honda preocupación en lo que puede pasar de no tomar medidas. Medidas que van en el sentido redistributivo de la renta, el tan manido "robar a los ricos para dárselo a los pobres". En concreto, Piketty propone un impuesto sobre la renta global del 80% y reclama más gasto asistencial hacia las clases más desfavorecidas. La causa del crecimiento de la desigualdad es la situación en la que 'r' (el retorno del capital) crece a mayor ritmo que 'g' (el PIB).

Para reflejar la creciente desigualdad que se va a producir en el siglo XXI, Piketty toma los datos empíricos de las principales economías mundiales (EEUU, Reino Unido, Alemania y Francia) y trata de extrapolarlos tanto a la situación futura como al resto de economías donde no dispone de datos. Quizás sea un buen método extrapolar dichos datos a países con características similares, el problema es que España, a la luz de la evidencia empírica de los últimos 17 años, indica lo contrario de lo que el autor pretende demostrar.




Muy al contrario de lo que opina el 'economista best-seller', un Estado más fuerte no ayuda a reducir las desigualdades, muy al contrario, contribuye a incrementarlas. El país a estudio es España, los datos del gráfico están extraídos de EUROSTAT y el horizonte temporal va desde 1995 a 2012. Dicho horizonte temporal es tal no por expreso deseo de quien les escribe, sino porque no existen datos ni de 2012 hasta ahora ni de 1995 hacia atrás. Como se puede observar en el eje horizontal viene reflejado el Gasto Gubernamental (en % de PIB) y el principal medidor de la desigualdad, el coeficiente de Gini.

Con un coeficiente de determinación bastante relevante y fiable para el entorno económico (R2=0,5759), se ve claramente la relación positiva entre el gasto público y el coeficiente de Gini. A mayor gasto público, mayor coeficiente de Gini, es decir, mayor desigualdad y por ende 'mayor porción de la tarta' para los más ricos (el 10% y el 1% con más renta). Cada punto más de PIB que gasta el Estado supone un aumento de 0,3239 del coeficiente de Gini.

Una de las soluciones que han venido aportando neokeynesianos y neomarxistas para erradicar la desigualdad es el incremento del gasto público, en especial en educación, sanidad y servicios sociales. En España, en una década hemos gastado 10 puntos porcentuales de PIB más (38,9% del 2002 al 47,8% de 2012). En Educación entre medio punto y el punto más de gasto (4,25 al 4,82%). En el apartado de pensiones, para 'proteger' a nuestros mayores de la pobreza, hemos subido +3,4% puntos de PIB (12,2% al 15,6%).

De nada ha servido. El fracaso de la política del gasto público se ha visto reflejada con el incremento de la desigualdad hasta llegar a los 35 puntos del coeficiente de Gini. En estas casi dos décadas, el tan amado por algunos Estado del Bienestar ha generado mayor brecha entre ricos y pobres. El gasto público ha demostrado ser más que un incentivo para salir de la pobreza, una carga de la cual se han aprovechado unos pocos a expensas de muchos.

Entre las causas de este aumento de la desigualdad se halla el desincentivo del gasto asistencial y la connivencia del sector público con algunos sectores de la economía sobreregulados, como el bancario y el eléctrico. El poder que maneja la economía no son los mercados, es el poder político que cada vez es más y más grande quién decide a quién rescatar y a quién no. Los ciudadanos de clase media que soportan las excesivas cargas fiscales son los perjudicados y cuya balanza hace disparar la desigualdad.

Sin lugar a dudas, el ejemplo de España es una muestra más de que un mayor Estado no conduce al bienestar de la mayoría, sino al bienestar de una minoría organizada frente al resto.

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