Bárcenas, Pujol, la Cospedal..
disfruten lo votado..
A la caza de la nueva generación de ricos
En los próximos años una ingente riqueza pasará de una generación a
otra. En Estados Unidos se calcula que el trasvase de dinero entre las
grandes fortunas actuales y sus herederos se situará en un rango que
oscila entre los 12 billones de dólares y los 30 billones. En Alemania
se cifra el patrimonio en 2,6 billones de euros en 2020. “Para el sector
de la banca privada esta transferencia de riqueza supondrá un enorme
reto estratégico y operativo”, según explica Teodoro D. Cooca, profesor
de la Universidad de Linz, en un extenso informe publicado por el
Instituto para las Finanzas Globales, un think tank promovido por
Deutsche Asset & Wealth Management.
Los futuros titulares de las mayores fortunas del planeta presentan unas
características personales y una percepción de los servicios que ofrece
la banca privada completamente distintas de las de sus progenitores.
Las entidades que antes se amolden al perfil de sus nuevos clientes
serán las que tengan éxito, según este estudio. El profesor Cooca agrupa
a los herederos en dos categorías: la generación X —aquellos que tienen
entre 30 y 45 años— y los que están entre los 15 y los 30 años o
generación Y.
Así piensan y sienten la nueva hornada de ricos
E Generación X. “Comparados con sus progenitores, este colectivo está
decidido a tener un mejor balance entre trabajo y placer”, señala el
estudio. Mientras que la generación del baby boom hicieron de sus
carreras profesionales una prioridad, sus cachorros trabajan para vivir,
y no al revés. Las personas comprendidas en este rango de edad
crecieron en una época donde el divorcio y la incorporación de la mujer
al mercado laboral se popularizaron, lo que les convierte en personas
más individualistas e independientes a las que les gusta tener un gran
control de sus vidas. “En lo que se refiere a su relación con el dinero,
esta generación tiene una actitud conservadora que favorece la
preservación del capital”, explica Cooca.
Desde el punto de vista de la educación financiera, la generación X está
mucho mejor formada que la de sus padres. En los años noventa del
pasado siglo los temas económicos empezaron a ocupar más espacio en los
medios de comunicación, generando una mayor cultura financiera, “además
de fomentar una actitud mucho más escéptica acerca de los servicios
bancarios”. Además, este colectivo ha vivido de cerca las crisis de
Rusia y de los países asiáticos, la caída del muro de Berlín, la burbuja
puntocom, el 11-S, el desarrollo de nuevas multinacionales...
“Obviamente, también han vivido en primera persona la crisis financiera
que estalló en 2007 y han sentido miedo por su futuro y el de sus
familias”, describe el trabajo del think tank.
Como consumidores, quienes forman la generación X son menos leales a
marcas particulares y se muestran más abiertos a probar nuevas firmas.
“Es la primera generación en poseer auténticos conocimientos
tecnológicos. En su relación con los bancos, este colectivo tiene una
relación multilateral con varias entidades y cambian de banco con mayor
frecuencia que sus progenitores”, describe Cooca. “No les gusta ni la
burocracia ni sentirse agobiados con un exceso de información”, avisa el
profesor.
E Generación Y. Este colectivo creció durante un periodo de intensos
cambios sociales y tecnológicos. Sus miembros son auténticos nativos
digitales. “Son personas egocéntricas, con gran confianza en sí mismas,
independientes y autónomas. Su propia imagen es una prioridad y desean
ser aceptados por sus conocidos y estar en contacto con ellos”, describe
este estudio. Los nuevos medios y la individualización que estos
facilitan, han dado lugar a una nueva forma de presión social que actúa
como una gran fuerza unificadora. “El enjambre ha sustituido a la masa.
Los miembros de este colectivo no basan su comportamiento en normas
estrictas. Para ellos importa mucho qué hacen aquellas personas a las
que siguen en las redes sociales. Las personas que no están conectadas
directamente no existen para ellos”.
Desde el punto de vista financiero, la generación Y está bien formada y
se encuentra abierta a aprender nuevas cosas. Como resultado de la
crisis financiera, este colectivo ha mostrado cierto desinterés por los
asuntos financieros y muestran desilusión por cómo funcionan ciertos
aspectos económicos. “Estos jóvenes tienen mucha más confianza en los
consejos de sus amigos (y en algunos casos familiares) que en las
recomendaciones que les pueda hacer el empleado de una sucursal
bancaria”, avisa Cooca. “El mayor grado de confianza es depositado en
miembros de su propia comunidad o en el juicio independiente de terceras
personas”, añade.
En cuanto a sus hábitos de consumo, los miembros de esta generación dan
gran importancia al entretenimiento. Su uso de las nuevas tecnologías
hace posible, según este estudio, que muchos de ellos hagan tres
trabajos al mismo tiempo: producen, distribuyen y usan los contenidos.
“También es la primera generación que no ha tenido que pisar una oficina
bancaria para acceder a los servicios financieros. Los nombres de los
bancos dicen muy poco para este colectivo ya que prestan mucha más
atención a las marcas de tecnología”.
Nuevos perfiles, nuevas necesidades
El estudio de Teodoro D. Cooca publicado por el Instituto para las
Finanzas Globales recoge una serie de cambios que deberán adoptar las
entidades de banca privada para adaptarse a las necesidades de la
próxima generación de millonarios. Comparados con la quinta de sus
padres, los nuevos ricos tienen unas expectativas “radicalmente
diferentes” con respecto a la transparencia y espontaneidad en su
relación con los productos y servicios bancarios. “Para ellos incluso la
comunicación por correo electrónico es una reliquia del pasado”, señala
el informe.
La incorporación de canales interactivos y redes sociales en las
relaciones con los clientes forzarán a los bancos a trabajar en aspectos
como el desarrollo de herramientas tecnológicas y la protección de
datos.
Otro de los cambios que se avecinan, según Cooca, es que el cliente
ganará poder en la toma de las decisiones que afectan a su dinero. “La
gestión de patrimonios del futuro dará a los clientes herramientas y
soluciones para que puedan tener acceso directo a los sistemas internos
del banco, plataformas de negociación, bases de datos así como al
know-how de la entidad”, explica el profesor.
Las grandes fortunas tienen una responsabilidad social especial y los
banqueros deberán asesorarles para que sus inversiones puedan contribuir
a desarrollar una sociedad mejor. Además, tras la erosión que la crisis
ha provocado en la reputación de los bancos, éstos deberán desarrollar
campañas y comportamientos para que sus clientes puedan sentirse
orgullosos de trabajar con ellos. “Para tener legitimidad, una entidad
debe hacer algo más que cumplimentar códigos. Tienen que cumplir unos
estándares éticos que vayan más allá de la regulación”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario