20141026

LA ESPAÑA DEL DESPILFARRO 10 Centro natural de Gándaras de Budiño 420.000 euros La chatarra más cara del mundo


LA ESPAÑA DEL DESPILFARRO 10 Centro natural de Gándaras de Budiño 420.000 euros La chatarra más cara del mundo



Siendo animal lo de Franco -que levantó un polígono industrial en los 60 junto a este valiosa reserva avícola-, igualmente burro fue todo lo que vino después. Lo de hacer un centro de interpretación de la naturaleza en el humedal protegido de las Gándaras de Budiño. Lo de sablear 300.000 euros de fondos europeos en este proyecto fantasma. Lo de gastarse un total de 420.000 en esta escombrera. Lo de levantar un complejo de mil metros cuadrados y no inaugurarlo jamás. Lo de dejar que se fuera pudriendo todo lentamente después, que se fuera derrumbando despacio como un suflé. Hasta el punto de que una parte del edificio se desplome y mate a un hombre que busca chatarra dentro para comer.

Paseamos por lo que queda del centro de interpretación de la naturaleza de Gándaras de Budiño -medio cementerio ya-, que lo mismo podría ser una casa pulverizada de Gaza o los restos de un vivienda que hubiera demolido un bulldozer. Nada explica esto. Nos queda la humana pataleta, eso sí. O la clave del rebuzno más político. "En nombre de la defensa del entorno también se alimentó el negocio del ladrillo. Bajo el nombre de las actuaciones ambientales, las administraciones quemaron el dinero público. Ahora hay lo que ves. Nada. O peor: mucho dolor y mucho olvido".

Quien habla es el coordinador de educación ambiental de Adega, Asociación para a Defensa Ecolóxica de Galicia, que providencialmente se llama Ramsés. Con lo que nadie mejor para explorar una construcción del pasado, explicar este vestigio funerario, otra momia del despilfarro que desempolvar. "El centro de interpretación llegó a estar completamente terminado. Había unos paneles instalados dentro, tenía sus rampas para discapacitados", recuerda Ramsés. "Yo vine a verlo. El edificio estaba cubierto de brezo, bastante bien integrado, era algo moderno, pero como no había recursos fueron aplazando su apertura. Un mes. Un año. Otro. Hasta hoy, ya ves".

El centro no se llegó a inaugurar. La UE reclamó los 300.000 euros que puso

O peor: ya no ves. Lo que pudo haber sido y no fue iba a versar sobre un humedal donde hay catalogadas hasta 130 especies de aves, eso sí, todas ellas acorraladas por la actividad de los dos millones de metros cuadrados que cubre el polígono de las Gándaras. Sucedió en 2002 allá en Porriño -a la sazón gobernado por el PP-, cuando el ayuntamiento del que depende la parroquia de Budiño remató este epítome del despilfarro y allí lo dejó. Vino el saqueo. Quedó este rictus de muro. Como las raspas después de un festín.

"Cuando entramos a gobernar nos encontramos un edificio objeto de actos vandálicos, faltaba material, la instalación eléctrica, los sistemas calefactores...", enumera Pedro Pereira, concejal del BNG. "No se inauguró porque se detectaron deficiencias en la construcción. La empresa adjudicataria cerró. Había un afán grande de construir a cualquier precio entonces". En estos muros quebrados, en estos ladrillos convertidos en polvo, entre esta herrumbre virgen, se invirtieron los 300.000 euros de ayudas oficiales europeas.

Formaban parte del llamado programa de diversificación económica de las zonas rurales comunitarias. El fiasco fue tal que los socialistas llegaron a pedir que esto se reconvirtiera en un centro de formación empresarial para salvar los muebles. Algo sintomático de lo que sucedió aquí: cuando la UE supo el estado de la cuestión, reclamó a España que devolviera la subvención otorgada. En Orbenlle, la barriada de Budiño donde se ubica el humedal de las Gándaras, todos los vecinos conocen el estropicio. No sólo por lo material, sino por lo que había debajo.

Se llamaba Suso, tenía 36 años, era hijo de un conocido empresario de pozos de barrena otrora importante, vivía en la indigencia y el 22 de diciembre de 2013 murió aplastado cuando se le vino una pared del edificio, mientras arrancaba la chatarra que podía. Hay una sensación de desasosiego que va más allá de las ruinas y que tiene que ver con la muerte. No en el sentido metafórico del hormigón enterrado, sino en el sentido real del término. Un muerto aquí mismo, en este sitio muerto. Y otro. Y otros dos más. Primero, Sinda Estévez -jubilada y con tres hijos- recuerda el roble exacto en que apareció ahorcado un joven que vivía en La Salceda, quien se colgó a unos metros del centro de interpretación de las Gándaras de Budiño.

Segundo, Sinda refiere el lugar preciso en el que murió el propio Suso. Junto a esos cascotes del complejo derruido. "Yo le veía calentándose en una hoguera, cogiendo metales. Y le decía: 'Coge todo lo que puedas'. Porque tenía que comer". Tercero, Sinda cuenta la historia de dos hermanos marroquíes que fallecieron ahogados en el Miño, tratando de rescatar un bocadillo que se llevaba la corriente: los críos se metían en las ruinas del centro de interpretación de Gándaras de Budiño -otra vez-, en este camposanto comido por la vegetación. Y jugaban a ser alguien. Aguadillas de la crisis. -Y tú, Mohamed, ¿qué vas a ser de mayor? -le preguntaba Sinda Estévez al pequeño de los hermanos, que tenía ocho años. -Sinda, yo de mayor voy a ser chatarrero.


En el lugar del crimen

ORIGEN: Fue un proyecto de José Manuel Barros, alcalde 'popular' de Porriño. Terminó de construirse en junio de 2002. DESARROLLO: Lo cierto es que nunca se llegó a inaugurar, dado que los técnicos detectaron deficiencias en su construcción. La Alcaldía pusó 120.000 euros y la Unión Europea (que viendo lo visto terminó reclamando la devolución de las ayudas), 300.000. SITUACIÓN ACTUAL: El edificio fue paulatinamente saqueado hasta quedar así. En las pasadas navidades, un hombre murió aplastado al caérsele encima una de las paredes mientras recogía chatarra.

No hay comentarios: