20150425

Rubén Darío 1899: España contemporánea

pues la cosa no ha cambiado tanto..

disfruten lo votado..


Rubén Darío 1899: España contemporánea

362 ESPAÑA CONTEMPORÁNEA

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Ahora, veamos algunos hechos graciosos de nuestros
parientes los hidalgos.

En un pueblo de la provincia de Segovia, el duque
de S. F. tuvo la humorada de dar una cacería, á la que
invitó especialmente al cura. De pronto, en lo más
intrincado del bosque aparece un grupo numeroso de
« damas alegres » con la indumentaria de Diana y sus
ninfas.

El joven conde de F. S. y el primogénito de los mar-
queses de R., una mañana de invierno, al salir de
una juerga, tuvieron á bien bañarse en el estanque he-
lado del Retiro, de donde fueron sacados medio
muertos.

El hijo del conde de P. R. y el del conde de F. S.,
en una noche de verano encuentran en el paseo de
Recoletos á una joven aguadora, y con unas tijeras
ejercen de peluqueros profanando una de las bellas
poesías de Gauthier... Estos mismos jóvenes risueños
encerraron en una leñera de una casa en la calle de
Isabel la Católica á la portera, é hicieron apalear por
el portero á un quidam.

Un sobrino del duque de V. se divierte tanto, que la
familia resuelve enviarlo á Filipinas. Allá es sumamente
atendido por el arzobispo, que le ofrece desde luego su
coche. El joven acepta y lo aprovecha para ir á ciertas
casas. Las gentes que pasaban y veían allí situados el
coche y los cocheros de su ilustrísima, se hacían
cruces : « ¡ Qué casas visita el señor arzobispo ! »

Un personaje ya citado penetra en una casa de juego,
y revolver en mano se adueña del dinero. Nadie le
dice una palabra. Al día siguiente vuelve ; pero hay lis-



LA JOVEN ARISTOCRACIA 363

tos dos sujetos « de buena voluntad » que le meten en
un coche, le llevan al camino de Chamartín de la Rosa
y le pegan tal paliza que queda casi sin vida.

El marquesito de R., temible por lo que llama el
sabio Cajal el matonismo, arruinó á un tabernero de la
plaza de Santa Cruz, con la célebre frase « apunte
usted. » El infeliz se dejo arruinar sin proferir una
queja.

A veces la farsa es trágica. En una provincia, dos
caballeros joviales encuentran á una desgraciada y
« porque está melancólica » determinan echarla al río.
Lo hacen, y la mujer se ahoga.

En un balcón de cierta casa de la calle de la Palma
tuvo toda una noche vestidas de Eva á tres jóvenes del
batallón de Citeres, el duquesito de S. F.

Un burgués rico, andaluz y muy chistoso, va con
una dama en un carruaje ; ordena al cochero que
vuelque, y resulta la dama con las piernas rotas. Otra
vez se complace en meter á un bufón popular en el
vientre de un caballo muerto.

El hijo de un gran general entra en un café sable
en mano cierta noche, con una compañera de escasa
indumentaria. Hace desalojar la sala y la convierte en
alcoba de placer. Este mismo va auna funeraria y
encarga un servicio para cierto difunto que estaba muy
vivo en su casa.

El nieto de un célebre escritor, hijo del conde de
C. A., y emparentado con la más alta nobleza, estando
en el teatro de cierta ciudad, contestó el saludo de un
amigo que estaba en la platea, tirando de su palco
silla tras silla. El mismo rompió en Gijón todo el ser-
vicio de un café, sin la menor protesta del dueño. Des-
pués, en un teatro de otra ciudad, suspendió la función
á garrotazos.

A veces las cosas resultan mal. Al hijo natural de
un insigne hombre político le asesinaron en la calle de
la Flor unos cuantos chulos.

En Almería un joven distinguido va á una casa de
diversión. La dueña se opone á que entre, y él la deja
muerta de un tiro.

Tres de los ya señalados ataron una noche á un
sereno ante la estatua del teniente Ruiz — cara á Julio
Ruiz.

Un buen día el marquesito R. . . necesita dinero, y saca
y lleva á una casa de préstamos las más ricas ropas de
la señora marquesa.

El conde de P... apuesa con un amigo que irá
á París á ganarse la vida pidiendo limosna y tocando la
guitarra por las calles. Y lo hace.

Hay otras tantas cosas delicadas de citar, por la
altura de los personajes que tomaron parte ; pero que,
aunque la prensa no se haya ocupado de ellas, están
en la memoria de todo Madrid.

[..]

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