Hola,
Tengo 38 años, y hace 1 año que me divorciaron. Mi historia puede ser la
de cualquiera de vosotros que esté en esta situación, aunque con
detalles que quizás la hagan más dura. Aunque soy consciente de que
muchos de vosotros estaréis pasando situaciones peores, y desde ya os
envío todo mi apoyo.
No me extenderé mucho hablando de la otra parte. Este no es un post para
ello. Simplemente, al poco de nacer nuestra segunda hija, las cosas
cambiaron, y optó por la salida egoísta.
Yo me he criado prácticamente a mis dos hijas. Cuando no tenía extras de
trabajo, salía de fiesta por las noches. Me he sentido tremendamente
solo. Llegó un momento, con el nacimiento de nuestra segunda hija, que
yo ya le pedía, le recriminaba que no pasara tiempo con mis hijas y
conmigo. Que prefiriese salir de discotecas, y llegar a las tantas,
perdiendo tanto el sábado como gran parte del domingo.
Poco a poco se fue distanciando. Poco a poco se dejó atrapar por las
amistades, las salidas, el mejorar su aspecto físico... Hasta que
preparó el escenario. Hizo que cualquier conversación fuera una
discursión, para luego decir que tomaba la decisión de divorciarse,
porque siempre estábamos discutiendo.
A los 20 días del divorcio me deja las niñas 5 días, porque se iba a
someter a una operación de aumento de pecho, a los dos meses escasos
hizo su aparición por las webs y apps de buscar parejas o encuentros
casuales... Un auténtico infierno.
Yo, preocupado por mis hijas, por sus cuidados, por sus rutinas escolares, por su vida social... Por ellas.
Fue horroroso. Tuve que negociar yo el divorcio, sin querer divorciarme.
Pero es que o lo hacía así, o al día siguiente hubiera tenido una
demanda encima de la mesa, y las cosas hubieran sido mucho peores.
Conseguí la custodia compartida. Mis hijas son lo primero. Como he
dicho, prácticamente las he criado yo. Con la mayor tenía un vínculo muy
especial. Tantas cosas juntos. De repente ese vínculo fue asesinado. El
tormento que pasé no tengo palabras para describirlo, o quizás no
quiera escribirlas.
Por acuerdos, decidí que vería a mis niñas todas las tardes, y fines de
semana alternos. Día que no les veo me falta el aire. Todo se complica,
cuando entre mi ciudad, y el pueblo donde viven las pequeñas hay 40
kilómetros, 45 minutos en coche.
Alquilé una vivienda a 5 minutos de la casa de las niñas. Para que
tuvieran un techo mientras estaban conmigo. Un año después, he decidido,
con todo el dolor, dejar la vivienda, y volverme a mi ciudad natal. No
puedo estar a 5 minutos de la persona que me destrozó la vida.
Para cuidar a mis hijas por las tardes, decidí reducirme la jornada, con
la correspondiente reducción de salario. Posteriormente, la empresa en
la que trabajé durante 15 años cerró y nos despidieron a todos. Junto a 2
ex-compañeros de trabajo, constituimos nuestro propia empresa, para
intentar continuar con la actividad que habíamos hecho toda la vida.
A duras penas estamos ya 2 años y medio... Luchando y cobrando poco. Y
yo menos, al trabajar solamente por las mañanas, para dedicar las tardes
a mis niñas.
No lo supero. No lo acepto. Nueve años de relación. Matrimonio. Vivienda
y 2 hijas en común. No lo acepto. Ella en camas de otros. De discoteca
en discoteca. En otras manos.
No logro superar la ruptura de la familia. La madre de mis hijas. La que
era mi mujer. Me atravesó con un puñal, a sangre fría. Sin mirar
atrás... Mi ropa en bolsas de basura. En el garaje. A la espera de que
las cogiera y me fuese donde fuera... El caso es que me fuera.
Mis niñas. Hijas mías. Os quiero.
Solo. Con dos niñas. Una en pañales y biberón. La casa que abandono en
escasos días, es grande. Casi 100 metros diría. Me pasé el verano entero
en 3 metros cudrados. En el balcón. Sin dormir. Fumando. Preguntándome
por qué.
Perdí mucho peso. Me salió un herpes zóster. Diazepam para dormir. Ahora
sufro afección temporo-mandibular, de los nervios, de la ansiedad. Del
sufrimiento. No tengo palabras de nuevo para describir el desgarro. No
las encuentro.
A mitad de verano pedí ayuda médica. Antidepresivos me recetaron. Tomé
solo una pastilla. Cosquilleo y hormigueo en cabeza y extremidades.
Lentitud de pensamientos. No quise. A la semana volví al médico y le
llevé la caja de antidepresivos habiendo tomado solamente una pastilla.
Le dije que saldría de esto con mis medios. Me preguntaba qué clase de
persona sería, anestesiada sentimentalmente, para ellas, para mis niñas.
No quise.
Mi ánimo está devastado. Desolado. Han destrozado lo más bonito de una
persona. Destrozó mi paternidad. Siempre tengo una sonrisa para mis
niñas. Pero no lo disfruto. Porque estoy muerto por dentro. No disfruto
de la paternidad como sé que se debe gozar. Con el orgullo y alegría de
ser padre. Porque me mató. Sufro. Sufro cada día.
Y ahora, con pocos recursos económicos, llega otro golpe a mi dignidad
como padre y como persona. Volver a casa de mi madre. Una casa pequeña,
vieja, incómoda, sin espacio para mis cosas, llena de gente. Después de
10 años viviendo independiente.
Dios mio, mi dignidad como padre. Mi hija mayor me va a ver recluído en
una habitación que parece una celda de presidio. No van a estar cómodas.
Mi dignidad como padre destruída. ¿Qué les voy a ofercer como padre?
Ganando poco dinero, y teniéndo que pagar el gasoil para los 80 Km
diarios que tengo que hacer para pasar 4 horas con mis hijas, no puedo
hacer otra cosa. No puedo hacer otra cosa.
Tengo miedo. Tengo miedo de que se me agoten las fuerzas. A rendirme. A
tirar la toalla. A dejar de verles. A que el agotamiento moral me pueda,
y me vaya rindiendo poco a poco. Mis niñas. Os quiero.
Solo. Sin apoyos. Abandonado como a un perro. Mi familia. Mi vida. Mi
hogar. Arrebatado como el que arranca una flor que simplemente crecía
poco a poco.
Un año después, me asombro de que nadie de toda aquella gente me haya dedicado un simple "¿cómo estás?"
Desolado.
¿Cuál es el motivo de este post?
El motivo es que no quiero rendirme. El motivo es que me tiraron a un
abismo muy profundo. Bien. Esa es mi guerra. Nadie debe hacer nada. Pero
no puedo rendirme en mi faceta de padre. Dios, son tan pequeñas, son
tan guapas, son tan inteligentes... 7 y 2 años. No puedo.
Vuelvo a vivir a Valencia, 10 años después. A casa de mi madre. Sin un
solo amigo con el que contar. Sin nada que ofrecer a mis hijas.
Quizás alguno de vosotros se encuentre en una situación similar. Tenéis
hijos. Estáis divorciados. Solamente necesito amistades que ofrecer a
mis hijas. Quedar en algún parque, una merienda, jugar, que creen un
vínculo con mi entorno. Dios, no quiero perderles. Lo di todo por ellas.
Lo doy todo por ellas.
Perdonad este grito de desesperación. No soy de hacer estas cosas. Pero noto que me está tragando el hoyo. Por favor.
El dolor por lo que me hicieron es mío. Solo mío. Me mató. Pero es mío.
Pero ellas deben salvarse de este infierno. Mis niñas. Por favor.
Gracias.
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