22 de septiembre de 2010

El presidente de la Federación Internacional de Ajedrez, Kirsan Ilyumzhinov, cree que el ajedrez se lo debemos a los extraterrestres, según afirma en una entrevista con el diario «The Independent». «¿Se da usted cuenta de que es un juego cósmico?», pregunta a su entrevistador. Más inquietante aún es que asegure que si el ajedrez no es practicado por un número suficiente de personas en nuestro planeta, éste será destruido por los alienígenas, quienes por lo que se ve no son tan comprensivos como suele mostrar el cine. «Nos vigilan. Y puede que se cansen de nosotros... ¿Cómo podemos mantenernos a salvo? Solo gracias al intelecto, la concentración y la energía espiritual. Si mil millones de personas juegan al ajedrez, el mundo tendrá una energía positiva». Y ahí no le falta razón.
El ex presidente de la república rusa de Kalmikia está más hiperactivo que nunca, ante la inminencia de las elecciones de la FIDE, en las que se enfrenta al ex campeón mundial Anatoli Karpov. Hace unos días también conseguía saltar a los diarios al ofrecer diez millones de dólares al alcalde de Nueva York a cambio de construir un centro internacional de ajedrez de 24 plantas en lugar de la mezquita proyectada para la zona cero. De hecho, cree que el fútbol será un deporte olvidado en uno o dos siglos, mientras que el ajedrez no desaparecerá nunca.

Kirsan Ilyumzhinov confiesa haber sido abducido por los extraterrestres y presume de su amistad con Chuck Norris y Sadam Hussein. Entre sus mayores logros figura haber construido el mayor templo budista de Europa.
Según explica en la entrevista, excavaciones efectuadas en distintos lugares del mundo indican que el ajedrez se jugaba con idénticas reglas en varios continentes, y «entonces no había internet». «Eso significa que lo trajeron de algún lugar», concluye el presidente de la FIDE, quien añade que «hay algún código» en el ajedrez y señala que el tablero tiene 64 cuadrados, el mismo número de codones (órganos celulares) que contiene el ADN humano.
Ilyumzhinov habla con teórico conocimiento de causa, ya que en 1997 fue llevado hasta una nave espacial, donde se comunicó con sus secuestradores, parece que gracias a la telepatía, antes de ser liberado. «No estoy enfermo, soy normal psicológicamente», sostiene. «No oculté (la abdución) aún sabiendo que la gente se reiría de mí y me tacharía de loco. Quizá fue una forma de autosacrificio», declara al diario británico.
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