una tras otra:
Quinientas páginas que recogen dos años de investigación sobre todos los aspectos del asunto. Por resumirlo en una frase simple, podemos sintetizar su contenido así: todas las críticas y sospechas descalificadas por el poder y los medios como «negacionistas» estaban sobradamente fundadas. Muy sumariamente, lo que ese informe dice es, entre otras cosas, lo siguiente:
1. No fue un pangolín. El virus nació en un laboratorio de Wuhan, China, seguramente dentro de los experimentos de «ganancia de función» (es decir, crear artificialmente virus más peligrosos que los naturales) alentados por la industria farmacéutica transnacional, norteamericana en primer lugar.
2. Ni las mascarillas ni la «distancia social» respondían a criterios científicos reales. Nunca hubo razón científica objetiva para el cierre masivo de empresas, escuelas, etc.
3. El confinamiento domiciliario fue una auténtica calamidad que provocó enormes daños físicos y psíquicos, especialmente a los más jóvenes.
4. La llamada «vacuna» nunca sirvió realmente para detener la propagación ni la transmisión del virus: fue una decisión política que se saltó a la torera las precauciones médicas más elementales sobre efectos secundarios.
5. Las autoridades mintieron, manipularon, desinformaron a sabiendas y emplearon métodos estrictamente antidemocráticos e inconstitucionales, lo mismo en EEUU que en el resto de Occidente.
6. La gestión de la pandemia fue un pozo de opacidad, corrupción, estafas y abusos (en todas partes han cocido habas, por lo que se ve).
7. La respuesta de la Organización Mundial de la Salud fue un fracaso rotundo. La Cámara avanza que los EEUU no firmarán el Tratado internacional de Pandemias de la OMS (nuestro Gobierno, naturalmente, ya ha anunciado que sí lo rubricará).
En España muy pocos medios institucionales (públicos o «concertados») se han hecho eco ni de los trabajos de la comisión ni de este informe. No es extraño, porque todos esos medios recibieron jugosas subvenciones para convencernos de que «salimos más fuertes», en una de las más bochornosas operaciones de compra de voluntades que uno puede recordar. Todos ellos repitieron como máquinas sin cerebro las consignas del Gobierno. Ponían los ojos en blanco pronunciando la palabra mágica, «Ciencia», aun a sabiendas de que estaban engañando a todo el mundo. Mintieron entonces y seguirán mintiendo ahora.
"hebidentemente" los grandes "medyos de hinformazión" no le dedicarán al tema ni medio párrafo, "hebidentemente" no hay responsables ni responsabilidades, y "hebidentemente" much@s (muchOs, y muchAs.. el analfabetismo funcional no es cuestión de "jenaro") siguen poniendo el brazo para recibir la correspondiente dosis de "bakuna" (que no cumple ni los más básicos requisitos de precaución médica)..
impresionante..
pues eso:
Los «negacionistas» teníamos razón - José Javier Esparza
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