Economistas españoles tachan de "catastrófica" la política de Rajoy en el 'FT' - Libre Mercado
Economistas españoles tachan de "catastrófica" la política de Rajoy en el 'FT'.
Luis Garicano (London School of Economics) y Jesús Fernández-Villaverde
(Universidad de Pensilvania), dos destacados miembros de la Fundación
de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), publican en el Financial Times
un demoledor artículo contra la política económica del Gobierno, bajo
el título Rajoy debe aprobar un plan radical para España.
El presidente "parece creer que los problemas no se resuelven, sino que
se disuelven si se tiene paciencia. Su Gobierno ha aplicado esta lección
a la crisis de la eurozona con resultados catastróficos". Así da
comienzo una pieza en la que, entre otros aspectos, critica duramente el
retraso en la presentación de los Presupuestos Generales del Estado
para 2012 o la línea de negociación con la UE seguida por Moncloa. Una
estrategia que, hasta ahora, ha sido "un camino a ninguna parte".
Así, entre otras perlas, reprochan al Ejecutivo su estrategia de tratar
de obtener financiación de la UE de forma "incondicional con la amenaza
de derribar el euro", un "farol" que, a su juicio, ha fracaso, pues "no
se puede jugar un juego de la gallina [chicken-run en inglés, o
encaminarse de frente a toda velocidad a ver quién cede antes] cuando
conduces un coche y tu oponente, el BCE, un tanque". Y es que, tal y
como admiten, "el sector financiero español no puede sobrevivir sin un
acceso ilimitado a dinero en efectivo del BCE".
Ambos solicitan al Gobierno poner en marcha de forma decisiva un plan de
reformas estructurales y el necesario desapalancamiento para mejorar la
tasa de crecimiento de España a medio plazo. No en vano, más allá del
rescate financiero aprobado por Bruselas, el apoyo monetario del BCE o
el rescate total del país, la salida de la crisis requerirá en todo caso
un "cambio radical en la política de España", añaden.
Según estos economistas, en primer lugar, "España debe diseñar una
reestructuración rápida pero ordenada de la deuda de las empresas
públicas, bancos y gobiernos regionales insolventes", imponiendo
pérdidas "sustanciales" a los acreedores (quita); en segundo lugar, el
Gobierno debe "reiniciar un profundo programa de reformas estructurales
centradas en la reducción de los obstáculos a la iniciativa empresarial y
la creación de empleo"; y en tercer lugar, "España debe elaborar un
plan creíble de consolidación fiscal que se centra en objetivos a medio
plazo en lugar de arbitrarios objetivos a corto plazo", concluyen.
¿Salir del euro?
"El Gobierno debe abandonar sus arraigadas tentaciones populistas [...] Y
los españoles deben comprender la verdadera realidad de la situación.
Desafortunadamente, el tiempo se acaba para estas tareas", advierten. En
este sentido, aluden a que algunos "observadores" defienden que "España
abandone el euro", algo con lo que Garicano y Fernández-Villaverde
están en total desacuerdo. Ambos, junto al también economista de Fedea
Tano Santos, publicaron el pasado junio un artículo sobre este asunto
bajo el título No queremos volver a la España de los 50.
En él advertían de que "España camina a trompicones, pero
inexorablemente, por un sendero que conduce a perder los avances
conseguidos por dos generaciones de españoles [...] Tras cuatro años de
crisis seguimos con los bancos en situación crítica y dependientes de la
financiación del eurosistema. Ninguna de las reformas acometidas han
alterado sustancialmente un estado insostenible. En vez de ello, las
reformas, particularmente las fiscales, han modificado solo los márgenes
y, a menudo, en la dirección incorrecta. Las continuas sorpresas sobre
la situación fiscal de las administraciones, central y autonómicas,
demuestran que España tiene un problema constitucional que pocos
consideran y que otros, como el presidente del Gobierno, niegan".
Ante tal situación, "salirnos del euro, por mucho que resulte tentador,
sería, muy probablemente, mucho peor de lo que imaginamos", alertaban.
"La realidad es que, el día después de la salida, la situación sería
complicadísima. La nueva moneda se devaluaría considerablemente, los
salarios y pensiones perderían gran parte de su poder de compra y todos
los productos importados subirían de precio. Al aumentar la carga de la
deuda, empresas, bancos y sector público se enfrentarían a la
bancarrota. Las empresas, muy integradas en cadenas de valor global,
suspenderían pagos con sus proveedores y perderían sus relaciones con
sus clientes. Los bancos quebrarían"...
¿Conclusión? "Esa España sería la España de los 50, con ingresos bajos,
derivados del turismo, con baja productividad, bajos costes y con un
control brutal ejercido por los caciques locales, que controlarían los
monopolios de la nueva economía cerrada. Del control de cambios y de
exportaciones, aparecería, como en Argentina, una nueva clase
privilegiada, estrechamente ligada al poder, nacida del chanchullo, la
chapuza y el compadreo. Nosotros no nos reconocemos en esa España".
Y añadían que "lo triste es que a muchos de nuestros políticos este
escenario no les asusta: una economía cerrada es una economía en la que
pueden hacer y deshacer a su antojo, usando las palancas de la peseta
para dar dádivas a sus amigos a discreción. Es a los españoles, por el
contrario, a los que les conviene mantener el euro, que es la única
forma de preservar el mínimo control de los desmanes de nuestros
dirigentes. Por todo ello, aseveraban que "la alternativa es clara.
España tiene que hacer su parte, y Europa la suya [...] España debe
decir un claro sí a Europa, que es lo único que nos protege del
peronismo empobrecedor, y que estamos dispuestos a pagar el precio que
esto acarrea".
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