Martita, la echadora de cartas
Sabíamos que Jordi Pujol, el padre, sentía una irrefrenable afición por la bruja Adelina, como ya he dicho alguna vez.
Supimos que el señor Saura, que fue conseller de Interior, Relaciones
Institucionales y Participación, se gastó millones (en plural, millones)
de euros en aplicar el feng-shui (un cuento chino) en la remodelación
de cinco edificios públicos de la Generalidad de Cataluña, incluyendo la
nueva sede del departamento, en el paseo de Sant Joan.
Recordemos a la ministra de Sanidad socialista, doña Leire Pajín, que
llevaba una pulsera de plástico Power Balance, la llamada timopulsera,
como la llevaba su Alteza Real, Felipe de Borbón, que también gastaba
parches holográficos (tiritas de colorines) para prevenir desequilibrios
energéticos.
Etcétera, etcétera, etcétera. La estulticia flota y va para arriba.
Ahora sabemos, gracias a la publicación en algunos medios digitales del
contenido de la conversación en el restaurante La Camarga de Barcelona
entre M.V.A.M. y la señora Sánchez, líder del PP catalán, ahora sabemos,
decía, que entre plato y plato, la señora Sánchez llamó a una echadora
de cartas que se llama Martita (sic) para que le recordase cómo había
ido exactamente la aventura erótica de Pichaloca (al parecer, el alias
de Josep Pujol Ferrusola).
Según el informe, la señora Sánchez y Martita, la echadora de cartas,
charlaron un buen rato recordando el suceso y después de unas risas
quedaron (copio) que Alicia monta algo en su casa de picoteo y que ella
llevará las cartas y las tirará.
¡Caramba! ¡La que nos faltaba! ¡La jefa del Partido Popular de Cataluña
también cree en supercherías y videncias! ¡Consulta a una echadora de
cartas...! ¡Hasta aquí hemos llegado! ¡Así nos va!
Pero ¿quién c... nos manda en este país? ¡Sáquenme de aquí!
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