Réquiem por la cigarra
A los 30 mi chica me decía que le dolía la cabeza y ahora a los 40 me viene con el recorte del periódico.
"Anda, vístete y deja de saltar en la cama. Lee".
Y entonces uno deja de dar botes, se sienta en el cabecero, lee
recuperando el aliento y todo se enfría: te acabas poniendo el esquijama
de topitos y duermes culo contra culo.
Viene esto al caso porque en España el mejor método anticonceptivo hoy
en día son las noticias. Ahora sabemos que además de nacer con el
carrito pagado por la abuela y con unos botines que sólo se pondrá una
vez, cada nuevo español viene a este mundo ya con una deuda de 20.000
euros bajo el brazo. O sea, que a ver quién se atreve por la noche a
venirse arriba, con calzoncillos de la suerte o sin ellos. No vaya a ser
que luego en el paritorio, una vez que la matrona nos entregue al crío,
no salga el lado Tony Soprano y le susurremos bajito al oído, haciendo
como que besamos al bebé: "Paga, mamón".
Así pasa que el gran drama no es que ellos nos vayan privatizando (que
también), sino que nosotros mismos nos vayamos privando: uno empieza
quitándose la caña de los domingos para no gastar y acaba quitándose de
los hijos que no ha tenido pero querría, que de los otros ya no hay
forma.
Que no gaste el que no tiene son matemáticas, pero
que aquí gaste menos aún el que puede hacerlo empieza a tener algo de
estoico postureo y de ciega automutilación. Que parece que hemos
pasado todos radicalmente del apartamento en Calpe y del Mercedes Pocero
a tiznarnos la cara con un corcho quemado nada más levantarnos,
disfrazados de austeros, para parecer que gastamos menos que el vecino
de al lado y ponerle las fotos a huevo al 'The New York Times'.
A todo esto el tiempo se nos va, esperando cruzados de brazos no se sabe
muy bien qué. Como si fueran a regresar los treinta y tantos y todas
sus mariposas en el estómago después de estos años de encierro. Como si
fuera a ser eterno el ofertón del 'dos por uno' a los fiordos noruegos
que veo yo en la agencia de viajes de mi barrio. Como si Montoro fuera a
hacer los hijos por nosotros, que de solo imaginármelo dando botes en
mi colcha me caigo de la silla.
A qué sabrá el homenaje que no nos dimos por culpa de ellos. Qué hemos
ganado yendo de perdedores. Cómo amanecerá en todas esas ciudades a las
que hemos renunciado a viajar. Qué habríamos aprendido de haber estado
allí con el resto. Cuánto más claro habrías visto todo esto, o cuánto
más lejos, o cuánto más feliz. Qué te diría el hijo que estás pensando
no tener.
Hazlo. Todo. Ya. Soñar es gratis. Por ahora. Cansado de hacer de hormiga, uno se reivindica cigarra, qué le vamos a hacer.
Aquí voy corriendo con el parapente, a sentir el viento y a tirarme en
plancha. Voy a ver si viajo más, voy a ver si salgo más, voy a ver si me
compro todos esos libros de viejo que se me van de precio, voy a ver si
quemo el esquijama de topitos.
No sé ustedes, yo estoy hasta los cojones de tener miedo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario