ahora falta por aclarar quién ha escrito el discurso..
Violencia de género: de las palabras a los hechos
por Mariano Rajoy Brey
«Quiero dirigirme a las mujeres que están sufriendo en primera persona
este drama. Y quiero decirles que no están solas. Que no solo cuentan
con el apoyo total del Gobierno, sino con el respaldo de todo un país.
Su causa es nuestra causa, y sus denuncias activarán toda nuestra ayuda
para que por fin puedan vivir su vida tal y como merecen: sin miedos ni
amenazas, y en plena libertad»
Violencia de género: de las palabras a los hechos
Si hoy celebramos el Día Internacional contra la Violencia de Género, es
precisamente para recordar que la lucha contra un problema de esta
magnitud debe abarcar todos y cada uno de los días del año. Al mismo
tiempo, el simbolismo de esta fecha a nadie se le oculta. Nos sirve para
rendir un homenaje a tantas mujeres que jamás debieron sufrir por ser
mujeres. Nos sirve para crear más conciencia en torno a una herida
abierta en nuestra sociedad. Y, desde luego, este 25 de noviembre nos
sirve para renovar nuestro compromiso con la erradicación de esta
violencia. Y para preguntarnos y explicar qué estamos haciendo cada uno
de nosotros por pararla.
Tengo el orgullo de haber pertenecido a los Gobiernos que aprobaron las
primeras medidas de carácter integral contra la violencia sobre la mujer
en España. De 1996 a 2003, en efecto, los Gobiernos del Partido Popular
impulsaron los dos primeros Planes Integrales contra la Violencia de
Género y la primera Orden de Protección para sus víctimas. Con esta
legislación pionera, quedaban protegidos principios indudables
compartidos por todos: por una parte, la consideración de cualquier
forma de maltrato y violencia contra las mujeres como una violación de
los Derechos Humanos absolutamente inaceptable; por otra, el deber de
Gobierno y sociedad de proteger activamente esos valores fundamentales
de la dignidad y la igualdad.
De ayer a hoy, los españoles hemos logrado avances incuestionables en
áreas como la concienciación y la implicación decidida de los poderes
públicos. Sin embargo, mientras exista una sola mujer víctima de
violencia de género, la prioridad sigue siendo clara: mejorar la
protección y la respuesta que damos a estas mujeres y a sus familias.
Porque la lucha contra la violencia de género es una de las mejores
pruebas del vigor ético de una sociedad.
Una causa tan básica para nuestras libertades solo puede defenderse con
hechos. Erradicar la violencia de género no acepta meras declaraciones
de deseo, no tolera demagogias ni se basa en palabras sin concreción en
la realidad. Tampoco entiende de diferencias ideológicas, porque los
valores que a todos nos unen exigen la misma unidad en su defensa. Así
lo entendió el Partido Popular cuando, en el año 2004, sumó sus votos
para la aprobación de la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral
contra la Violencia de Género. Y ese mismo mensaje de unidad y
cooperación es el que estamos llamados a mostrar hoy todos los partidos.
No es otro el principio que ha guiado la actuación del Gobierno que
presido en esta materia. En violencia de género, todo éxito visible es
fruto de una coordinación efectiva. Por eso, cuando el Consejo de
Ministros, en julio de 2013, aprobó la Estrategia Nacional para la
Erradicación de la Violencia contra la Mujer 2013-2016, se buscó la
acción conjunta de todos los poderes públicos. Y dicha Estrategia es, en
efecto, el primer instrumento de actuación unitario aprobado con el
consenso de las comunidades autónomas, las entidades locales y el
Observatorio Estatal de Violencia sobre la Mujer.
La positiva implantación de la Estrategia se debe tanto a los esfuerzos
solidarios de los poderes públicos como a la identificación correcta de
los objetivos en la lucha contra la violencia de género. Estos pasan por
una mayor sensibilización de la sociedad, y asimismo por una respuesta
institucional más comprometida y mejor coordinada. La Estrategia también
contempla, como no podía ser de otro modo, más ayudas asistenciales a
las víctimas, y una mayor protección a los grandes olvidados: los
menores. Junto a ello, se plantea una atención más específica a las
mujeres en situación más vulnerable.
Al examinar la situación actual de nuestra batalla contra la violencia
de género, debo ser muy claro. Y, al respecto, he de decir que solo hay
un día en que podremos estar satisfechos de nuestros esfuerzos en la
eliminación de la violencia de género, y ese será el día en que nuestra
sociedad no tenga que convivir con este drama. Es, ciertamente, una
tarea ímproba la que tenemos por delante. Pero contamos ya con hitos
positivos que nos marcan el camino. Y que nos animan a seguirlo hasta el
final.
Un dato singular es la presencia de esos hitos en ámbitos muy distintos:
tanto en sensibilización como en prevención, tanto en eficacia policial
como en acción judicial, las cifras indican que avanzamos con la
orientación correcta. Lo mismo puede decirse de la atención a las
víctimas. Y, por suerte, nada de esto es casual: por el contrario,
demuestra que los esfuerzos realizados y las políticas implantadas
tienen fruto. No en vano, todos los servicios asistenciales dirigidos
directamente a las mujeres que sufren violencia de género se han
mantenido o reforzado. Y, ante todo, cabe señalar lo más importante:
estamos alejándonos paulatinamente de los peores años de la violencia de
género en España. Las cifras siguen siendo inaceptables, pero no son
las de 2008, por ejemplo, o 2010.
Creo que hay consenso al afirmar que la lucha contra la violencia de
género ocupa una posición nuclear entre las prioridades de una sociedad.
Y un Gobierno solo puede actuar en consecuencia. Sin duda alguna, hay
muchas maneras de mostrar el compromiso con una causa y la determinación
en su defensa. Pero una de las maneras más creíbles es la dotación de
recursos. Y, entre todas las partidas de los Presupuestos Generales del
Estado, pocas hay que pueda defender con mayor convicción que esta: el
aumento, en un 6,86%, del presupuesto de la Delegación del Gobierno para
la Violencia de Género.
Hay muchas otras realidades que avalan nuestro compromiso, que no es
sino el reflejo de los valores de nuestra sociedad. Si el espacio me lo
permitiera, aún podría hablar, por ejemplo, del asesoramiento y la
justicia gratuitos para las víctimas, de las Unidades de Coordinación y
Violencia sobre la mujer, de los protocolos sanitarios específicos, o
del Proyecto de Ley del Estatuto de la Víctima, entre muchas de las
iniciativas adoptadas. Son medidas, todas ellas, que reflejan un trabajo
intenso para cumplir con un afán compartido: vivir en una España libre
de violencia de género.
No quiero terminar este artículo sin dirigirme a las mujeres que están
sufriendo en primera persona este drama. Y quiero decirles que no están
solas. Que no solo cuentan con el apoyo total del Gobierno, sino con el
respaldo de todo un país. Su causa es nuestra causa, y sus denuncias,
lejos de caer en saco roto, activarán toda nuestra solidaridad y toda
nuestra ayuda para que por fin puedan vivir su vida tal y como merecen:
sin miedos ni amenazas, y en plena libertad. Ese es el compromiso del
Gobierno. Y es también la convicción compartida por una sociedad
española que nunca las va a abandonar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario