Unos 500 bolivianos cruzan cada día las puertas del aeropuerto de
Barajas para «hacer turismo» en España, según fuentes policiales. Las
supuestas playas y las rutas rurales son sustituidas a los pocos días de
la llegada por trabajos de tercera en la construcción, el servicio
doméstico y la agricultura. Son parte de la legión de inmigrantes
irregulares -en torno a un millón de personas según el último padrón
oficial- que continúan eligiendo nuestro país y que se cuelan en
aviones, trenes y autobuses por fronteras en las que no hace falta
jugarse la vida.
Barajas y El Prat son la cara del aire; La Junquera, la de la tierra.
Las otras, en cambio, los puertos, son los límites visibles del drama,
del riesgo, la miseria y la inmigración incontrolada. No obstante, los
cayucos y las pateras, con sus imágenes de aldabonazo, sus 25.000 «sin
papeles» a cuestas y el rifirrafe político que desencadenan no suponen
ni un cuatro por ciento del total de clandestinos que entran cada año.
Viajan «con la lección aprendida»
De Barajas se dice que es un colador pero nadie se atreve a proporcionar
datos fiables. Cualquiera a quien no se exija visa, con su pasaporte en
regla y unos 300 euros pasa; a veces se piden las reservas de hotel. El
aeropuerto cuenta ahora con un plus de seguridad, pero no con un plus
para ilegales. «Los verificadores de documentos ya discriminan entre
papeles auténticos y falsificados, aunque casi todos los inmigrantes los
tienen en regla porque viajan con la lección aprendida», señalan
fuentes de la Comisaría General de Extranjería y Documentación.
«La mayoría de países sólo llevan a cabo el control documental y como
mucho el económico, y el que viene para quedarse trae dinero aunque no
lo tenga», reiteran desde Extranjería. Es imposible otro tipo de examen.
Ni hay funcionarios suficientes ni tiempo ni medios. Barajas cuenta con
quince filtros o puestos de control. La terminal uno y la dos se
reparten cinco, con unos 23 policías, y otros diez se han instalado en
la T-4 con 50 funcionarios al frente. Menos de 80 agentes distribuidos
en cinco turnos, según datos del Sindicato Unificado de Policía (SUP) de
Madrid. A su juicio, «la plantilla es insuficiente» -el total del
aeropuerto asciende a unos 430 policías- «y sería necesario casi
duplicarla para ejercer un control efectivo». Con estos mimbres, una vez
que a un extranjero se le coloca el sello en su pasaporte, se acabó la
barrera.
Se sabe a cuantos extranjeros se rechaza -8.446 personas, la mayoría
suramericanas, han sido interceptadas en los aeropuertos españoles hasta
finales de agosto y devueltas a sus países, según datos de Interior-,
pero no cuántos entran. La Policía calcula que cerca de un millar de
inmigrantes atraviesan cada día sus filtros para quedarse, con los
bolivianos a la cabeza, seguidos de venezolanos y paraguayos.
El SUP de Madrid va mucho más allá en sus cifras: entre 800 y 1.200
bolivianos atraviesan a diario el aeródromo madrileño, cerca de 3.000
clandestinos cada 24 horas. La media de nuevos empadronamientos en los
últimos cuatro años es de 600.000 extranjeros.
Los retornados, una minoría
Muchos de los supuestos bolivianos son, en realidad, ecuatorianos, y
algunos que dicen ser venezolanos proceden de Colombia. Ni a los
ciudadanos de Bolivia ni a los de Venezuela se les exige todavía visado
para entrar en España como turistas durante tres meses y esa es la treta
de la que se valen otros suramericanos. Con Quito y Bogotá surtió
efecto, al menos momentáneo. Los datos oficiales confirman lo que es un
secreto a voces. El padrón de 2005 daba fe de que los bolivianos habían
aumentado casi un 80 por ciento; en el último también encabezaban el
mayor incremento relativo: más de un 35 por ciento.
Los retornados, es decir, los que no pasan el filtro de los aeropuertos,
son una minoría. «O carecen de los requisitos documentales o bien no
justifican el motivo de su viaje». En estos últimos casos la clave está
en la sagacidad del policía, aunque el factor lotería no es desdeñable.
«Llega gente con apariencia sospechosa; otros se ponen nerviosos y se
delatan a sí mismos», apuntan policías de Extranjería.
En el discurso de la inmigración sólo hay un punto de acuerdo: la
mayoría de «sin papeles» sigue llegando por los aeropuertos (con rostro
visible de suramericanos) y la frontera de Francia por el paso de La
Junquera (ciudadanos del Este). Frontera, por llamarla de alguna manera,
porque en realidad no existe desde el acuerdo Schengen de hace una
década. «No está permitido hacer controles fronterizos fijos, sólo
controles móviles de seguridad, aleatorios», detalla un agente de la
Comisaría General de Extranjería. Establecer filtros fijos equivaldría a
cerrar la frontera y esto es imposible.
Los centenares de búlgaros y rumanos, entre otros, que llegan por esta
vía como turistas, sin necesidad de visado, lo saben. Viajan en
autobuses, en coches particulares y en furgonetas piratas. La mayoría lo
consigue. En caso de que los policías detecten anomalías en la
documentación son devueltos a Francia (por miles, según las cifras de
readmisiones de los últimos años) aunque la mayor parte encuentra otros
caminos. Prats de Molló-Camprodón, Costoja-Maçanet de Cabrenys, Las
Illas-La Vajol son algunos de los pasos pirenaicos conocidos y
explotados por los aspirantes a quedarse en España. Sólo los rumanos se
incrementaron el año pasado en 64.000 personas, según el padrón. La
frontera real está en Austria; salvada esa, España aguarda.
Medio millar de bolivianos entran cada día ilegalmente por Barajas | Alerta Digital
El titlular es inexacto.. cuando entran entran legalmente, pero se quedan más de lo que permite el visado (¿90 días?) y ya en la nueva situación, saben lo que hacer: dirigirse a los Ayuntamientos y/o ONG´s que los asesoran gustosamente junto a la ayuda
de los familiares ya asentados en España, legal o ilegalmente, y a ver
como evoluciona el tema.
Hay una dualidad estatal muy curiosa, ya que una parte de éste les persigue por estar irregularmente y otra les ampara.
Aunque la cosa ha mejorado (con el paro).. ahora que ya la sanidad no es gratis
3.000 bolivianos han llegado al aeropuerto de Barajas en esta semana (2007)
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