El comisario europeo que hacía la vista gorda a los sobornos | Internacional | EL PAÍS
José Manuel Durão Barroso, presidente de la Comisión Europea, forzó el
martes la dimisión del maltés John Dalli, comisario de Salud y Política
de Consumidores, tras tener conocimiento de la pasividad del comisario
en un proceso de tráfico de influencias en el que un tercero, a la sazón
amigo de Dalli, reclamó ilícitamente una “sustanciosa cifra de dinero”
en Suecia a cambio de influir en una directiva en marcha que endurece el
consumo de tabaco en la UE. El comisario niega vehementemente haber
intervenido de forma ilegítima en el proceso y se aferra a que solo hay
“pruebas circunstanciales” en su contra. “Hay pruebas claras, no
ambiguas, de que el comisario sabía lo que se hacía en su nombre y no lo
denunció”, explica Giovanni Kessler, director general de la oficina
antifraude de la UE (OLAF). Kessler reconoce que en todo el enjuague no
llegó a circular dinero.
Las sombras que caen sobre Dalli, un comisario con responsabilidad sobre
cuestiones tan sensibles y de tanto negocio como los transgénicos, los
fármacos, la sanidad alimentaria o el tabaco, tienen que ver con la
elaboración de una directiva sobre el tabaco. Suecia es un gran
productor de una variedad de tabaco de mascar, el snus, cuyo consumo
está prohibido en la UE, excepción hecha de Suecia, que consiguió tal
derogación en su negociación de acceso. La guerra contra el tabaco y el
humo en la UE, con perspectivas de endurecimiento, podría brindar una
oportunidad al snus.
El exresponsable de Sanidad dice ser víctima de una campaña
Ahí vio el resquicio el empresario maltés, amigo y confidente de Dalli,
quien, según la investigación de OLAF, se puso en contacto “en nombre de
Dalli” con la firma sueca Swedish Match para, a cambio de “una
sustanciosa cifra de dinero”, utilizar su relación con el comisario para
modificar la directiva en ciernes.
“El comisario no tomó medidas para desmarcarse de lo que ocurría ni
denunció los hechos”, resume Kessler el resultado de sus pesquisas. “Era
consciente de que alguien próximo a él pedía dinero a una compañía para
cambiar la política y no hizo nada por evitarlo”.
Dalli violaba así el código de conducta de los comisarios y se hacía reo
de destitución, presentada oficialmente como dimisión. El Ejecutivo
comunitario tuvo conocimiento de los tejemanejes en mayo, cuando fue
alertado por la firma sueca y pidió a OLAF que investigara.
El informe de OLAF a Barroso es secreto y va acompañado de una carta en
la que Kessler resume los hechos y las conclusiones de las pesquisas.
“No he recibido el informe. El presidente me leyó la carta y las
conclusiones, que rechazo taxativamente. Se me pidió la dimisión”,
explica Dalli en una intervención defensiva grabada en vídeo. “Rechazo
categóricamente que se diga que yo sabía lo que pasaba”.
Dalli se presenta como víctima de una maquinación que no aclara y
sostiene que la directiva, que lleva dos años en gestación y pone al día
la vigente desde 2001, no verá la luz antes del 2014, cuando concluye
el mandato de esta Comisión. Lo mismo lamentó una asociación antitabaco,
mientras que el lobby a favor del tabaco celebraba la caída de Dalli y
pedía que el trabajo sobre la directiva comenzara de cero. Todo lo que
sea retrasar las nuevas restricciones beneficia al sector tabaquero.
Malta deberá nombrar ahora a un nuevo comisario, que podría ocupar la
misma cartera de Salud o no.
“No hay pruebas de que Dalli haya sido el instigador de esta petición de
fondos”, apunta Kessler. El jefe de OLAF no quiso identificar al
intermediario maltés, que en la isla pasa por ser Silvio Zammit,
teniente de alcalde de Sliema, una localidad costera de unos 13.000
habitantes. Zammit es un hombre de confianza de Dalli en Malta, donde el
excomisario es una prominente figura del conservador Partido
Nacionalista. Dalli ya tuvo que dimitir como ministro de Exteriores en
2004 entre alegaciones de soborno.
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