Benidorm, ladrillo de oro
Benidorm, pese a la que está cayendo, sigue siendo el
contrapunto a la crisis del ladrillo. Así lo demuestran dos datos. Uno,
que la ciudad sigue teniendo las viviendas más caras de la Comunidad
Valenciana, como refleja el precio que mantiene por metro cuadrado,
1.945 euros (media de 2012), según datos del último informe emitido por
la Sociedad de Tasación. Y dos, en apenas tres años el Ayuntamiento ha
doblado el número de licencias otorgadas para rehabilitar las fachadas
de sus edificios, de 22 en 2010 ha pasado a 43 en 2012, según datos
facilitados por el concejal de Urbanismo, Vicente Juan Iborra.
Al contrario que en otros municipios, la frenética actividad para poner a
punto las fachadas no es producto de una obligación promovida por el
Ayuntamiento, sino que llega desde la propia iniciativa privada. José
Luis Camarasa, arquitecto jefe del Ayuntamiento de Benidorm, lo explica
como un efecto producto de la "inteligencia social". "Las sociedades de
tasación mantienen el precio del metro cuadrado de Benidorm muy alto y
esto no pasa desapercebido para los propietarios, que quieren mantener
el valor tanto en la vivienda residencial, como en los alquileres y en
la planta hotelera, y saben que es más barato reparar lo que tienen que
arriesgar su patrimonio" en otras inversiones que aún les generen dudas.
Pero el arquitecto jefe municipal va más allá. Según Camarasa, hoy por
hoy, "el dinero está mucho más seguro rehabilitando un edificio en
Benidorm que en cualquier banco".
Por este motivo actualmente es casi imposible no toparse con varios
edificios de envergadura vestidos con andamios para lavar su imagen si
uno pasea por la ciudad. Una circunstancia que choca al suceder en un
tiempo en el que la morosidad se acrecienta dentro de las comunidades de
vecinos, y también porque parte de estos edificios no han cumplido aún
los 50 años que marca la ley para que las fincas empiecen a pasar,
obligatoriamente, inspecciones periódicas cada cinco años.
Según fuentes municipales, la morosidad se capea gracias a que, al ser
grandes comunidades, la mayoría asume el gasto de aquel vecino o vecinos
que no puedan asumir su parte, bien de forma pactada, o bien optando
por reclamar después, vía judicial, el importe correspondiente. Por
ello, en Benidorm solo se ha producido un caso en el que el Ayuntamiento
ha tenido que ejecutar de oficio una obra privada (en el edificio Las
Terrazas), al contrario que en otras localidades donde si ha tenido que
intervenir la Administración.
Por otra parte, en Benidorm no se espera a que el edificio esté muy
deteriorado para actuar. Al menos así lo explicaba Camarasa, quien
recordaba que "la gente sabe que es más barato mantener que reparar", y
por eso lo hace.
La rehabilitación, según la ley
La Ley Urbanística Valenciana establece que los propietarios de toda
edificación catalogada o de antigüedad superior a 50 años deben
promover, al menos cada cinco años, una inspección a cargo de un
facultativo competente para supervisar su estado de conservación. Del
resultado, ha de expedirse un certificado que describa los desperfectos y
las medidas prioritarias a realizar.
Medidas especiales en municipios con cascos antiguos singulares o en deficiente estado
La otra cara de Benidorm en la Marina Baixa son Vila Joiosa y Altea,
cuyos Ayuntamientos han tomado la iniciativa dada la singularidad de sus
cascos antiguos. En el caso de La Vila el Ayuntamiento aprobó en 2008
una Ordenanza reguladora de la Conservación y de la Inspección Técnica
de Edificios para mejorar su núcleo histórico actuando ante la
antigüedad de sus edificios, las infracciones urbanísticas detectadas y
el deficiente estado en que se encontraban varios solares (la ordenanza
llegó tras el derrumbe de varias casas). Desde entonces el Ayuntamiento
obliga a pasar inspecciones a los vecinos y a ejecutar sus resultados.
Este segundo aspecto ha conllevado la inversión extranjera, pero también
la venta de inmuebles por parte de vecinos del barrio de toda la vida y
la ejecución subsidiaria de las obras, cuya minuta luego se reclama.
Pese a la ordenanza, el Consistorio no da ninguna subvención para estas
actuaciones desde 2009.
Al contrario, en la villa blanca la Concejalía de Urbanismo acaba de
lanzar ayudas para pintar fachadas del Casco Antiguo de Altea y Altea la
Vella. Con un presupuesto de 18.000 euros, la Concejalía anima a sus
vecinos a adecentar al menos por fuera las pequeñas edificaciones para
"combatir la imagen estética negativa que da el estado de abandono en
los inmuebles". El reto: "Terminar la legislatura con todos sus
edificios de blanco", según Carolina Punset. r. lópez
No hay comentarios:
Publicar un comentario