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Entiende el Mercado Eléctrico
LAS SIETE FALACIAS DEL MERCADO ELÉCTRICO ESPAÑOL
FALACIA 6: LA ENERGÍA NUCLEAR TIENE EL COSTE DE GENERACIÓN MÁS BAJO Y DEBE POR LO TANTO SER PROMOVIDA
De la misma manera que la internalización de ventajas que intenta
realizarse aplicando primas en el caso de las energías renovables es
desprestigiada sin hacer una análisis profundo de cuál es su razón de
ser, con la energía nuclear ocurre algo similar. Es muy común la
argumentación simplista (y de nuevo, interesada) de que se trata de la
energía con los costes de producción más bajos y que por lo tanto debe
ser desarrollada prioritariamente para disminuir el precio de la
electricidad.
Obviando los aspectos más críticos de la energía nuclear que merecerían
un tratamiento más extenso en un texto aparte (posibilidad de accidente
nuclear, proliferación de armas, ausencia de un plan a largo plazo para
los residuos, agotamiento del uranio, etc.) lo cierto es que
actualmente la energía nuclear no sólo no interioriza en su coste
ninguna de estas desventajas sino que además recibe una serie de ayudas
que la sitúan en una posición muy ventajosa a la hora de competir en el
mercado eléctrico. En el caso de las centrales nucleares, si se
consideran los costes de inversión retribuidos durante el Marco Legal
Estable (recogidos en esta tabla), los Costes de Transición a la
Competencia y los costes externos (que se detallan en el siguiente
párrafo) el precio del Wp nuclear instalado resulta ser de 4.76 €, lo
que se traduce en un coste de la energía de 10 cent€/KWh [1] (muy
superior a los 1.06 cent€/KWh que publica el Foro nuclear [2].
Como se detalla en el apartado 2.6, entre los costes externos que la
industria nuclear no asume completamente se encuentra la gestión de los
residuos nucleares. Hasta 2005 los Planes General de Residuos Nucleares
mediante los cuales la empresa pública ENRESA se encargaba de la gestión
de los residuos nucleares y del desmantelamiento de las centrales eran
sufragados mediante la componente regulada de tarifa. Del mismo modo, el
stock de combustible nuclear también se pagaba con dinero recaudado en
la componente regulada. Es decir, todos los consumidores
independientemente de cuál fuera el origen de la electricidad que
consumíamos en nuestras casas pagamos, en una clara ayuda pública a la
industria nuclear, un total de 976 millones de euros por estos dos
conceptos. A esto hay que añadir la que probablemente sea la mayor ayuda
a la industria nuclear es la limitación en el importe a pagar por la
empresa generadora a 700 millones de euros en caso de un hipotético
accidente. El resto de indemnizaciones correría a cargo del Estado
siendo esta una forma de ayudar a la industria nuclear muy diferente a
la del resto de productores de energía, que debe asegurar sus plantas de
producción de hipotéticos accidentes al 100%.
Por último existe una idea muy extendida socialmente que merece la pena
revisar. A menudo se trasmite a la ciudadanía que "la energía nuclear es
la más barata pero el gobierno no permite su desarrollo". Nada más
lejos de la realidad: desde 1997, cuando comenzó la transición al
mercado ibérico de electricidad, dejó de estar vigente la moratoria
nuclear y, por lo tanto, cualquier empresa puede construir centrales
nucleares y vender su producción a través del mercado eléctrico. Por lo
tanto, si las grandes empresas generadoras de electricidad de este país
no invierten en nuevas centrales nucleares es por decisión propia,
probablemente relacionada con la escasa rentabilidad de éstas. Lo que sí
resulta muy interesante para estas empresas es aumentar la vida útil de
las centrales ya construidas, puesto que los costes de inversión ya han
sido amortizados y en esas condiciones la generación de energía tiene
un coste muy reducido y produce grandes beneficios. Respecto a esto
último, creemos que debe haber un debate público en el que participe la
ciudadanía y en el que, en cualquier caso, se tengan en cuenta dos
cuestiones básicas: en primer lugar, la seguridad de estas instalaciones
puestas en funcionamiento en la década de los setenta debe ser
garantizada. Pero es que además, si el Consejo de Seguridad Nuclear
realiza un informe positivo y el gobierno permite la continuidad de su
funcionamiento, el beneficio extra que obtengan estas centrales debe ser
reembolsado al sistema eléctrico. Es decir, cuando comenzó la
transición al libre mercado se les reconoció a los generadores nucleares
una compensación como concepto de Costes de Transición a la Competencia
porque no iban a vender su electricidad a un precio lo suficientemente
alto para garantizar la amortización de su inversión considerando una
vida útil para las centrales de 40 años. Pues bien, si ahora se decide
ampliar la vida útil de las centrales, los beneficios extra que conlleve
esta decisión deben ser reembolsados (o fuertemente tasados) al sistema
eléctrico ya que en caso contrario la amortización se habría realizado
de manera artificialmente rápida.
FALACIA 5: LAS PRIMAS A LAS ENERGÍAS RENOVABLES CONSTITUYEN LA RAZÓN
PRINCIPAL DEL AUMENTO DEL COSTE DE LA ELECTRICIDAD Y DEBEN POR LO TANTO
SER ELIMINADAS
Una vez que el mercado eléctrico ha sido liberalizado, las primas se
convierten en el mecanismo para valorizar económicamente las ventajas
propias de algunas fuentes de energía, de manera que el propio mercado
incentive su desarrollo. Resulta obvio que las energías renovables
aportan significativas ventajas al sistema eléctrico y colaboran en la
consecución de unos objetivos que serían más que deseables. En primer
lugar, su impacto sobre el entorno es reducido como también lo es su
menor emisión de gases de efecto invernadero y otros gases
contaminantes, lo que acerca al cumplimiento del protocolo de Kyoto,
otros tratados internacionales (como el Convenio de Contaminación Transfronteriza
y de Larga Distancia - Ginebra 1979) y otros compromisos con la Unión
Europea (como las directivas sobre Calidad del Aire o la de Techos
Nacionales de Emisión). En segundo lugar, el uso de energías
renovables evita tener que recurrir a los ya de por sí escasos recursos
fósiles de nuestro país y permite aumentar nuestra soberanía energética.
Además, las energías renovables permiten la generación distribuida de
energía cercana a los puntos de consumo y, como consecuencia el aumento
de eficiencia del sistema al disminuir las pérdidas en el trasporte de
electricidad. Como todos estos aspectos no están recogidos en el
coste de la producción de energía y como los productores que finalmente
vendan su energía serán determinados por el mercado eléctrico ya
liberalizado, la forma de potenciar el desarrollo de estas energías
disponibles consiste en la instauración de un sistema de primas que las
coloque en una situación más competitiva a la hora de acudir al mercado
eléctrico.
Ahora bien, renunciar a un sistema eléctrico con gestión pública y pasar
a un sistema liberalizado donde las ventajas de las energías renovables
se internalizan mediante primas no es totalmente equivalente. En primer
lugar, las primas tienen que estar perfectamente diseñadas para lograr
su objetivo sin que aparezcan mecanismos contraproducentes, como el que
afectó a la energía fotovoltaica (explicado en este apartado). Pero es
que además, las primas han sido duramente criticadas desde algunos
sectores que las consideran una intervención no deseable del estado en
el libre mercado eléctrico, obviando que se trata de una internalización
de ventajas. Como consecuencia las primas han resultado muy
desprestigiadas y son a menudo acusadas (con frecuencia de manera
interesada) de ser las únicas responsables del aumento del precio de la
electricidad o del aumento del déficit de tarifa. Estas acusaciones
pasan por alto los ahorros ocasionados por la disminución del coste de
la energía que ocasiona el hecho de que las primas desplacen la curva de
oferta del mercado a la derecha haciendo que el precio de casación al
que se retribuyen todos los productores de energía que entren a mercado
sea menor. Existen informes que estiman que el ahorro ocasionado por
este desplazamiento de la curva es del mismo orden que las propias
primas [1].
Por último, para rebatir el argumento de que las primas a las renovables
son la causa del aumento del déficit tarifario no hay más que revisar
todos los aspectos que se financian mediante la componente regulada de
la tarifa eléctrica para darse cuenta de que no son las primas a las
renovables las únicas responsables de dicha componente. Como se explica
en el apartado 2.4}, desde que acabó el proceso de liberalización del
mercado eléctrico, es decir, entre 2007 y 2009, las primas al régimen
especial han supuesto aproximadamente el 27% de la componente regulada
de la tarifa que a su vez representa la mitad de lo que pagamos en
nuestra factura de la luz, es decir suponen el 13.5% de nuestra factura
eléctrica. Pero es que simultáneamente existen otros mecanismos como las
subastas CESUR (cuyo funcionamiento se detalla en el apartado 3.4) que
han sido directamente responsables de un aumento del 12% en la
componente de mercado (es decir un 6% de la factura final) durante el
mismo periodo de tiempo y todo ello sin generar un solo kWh y sin
acercarnos en modo alguno a ninguno de los objetivos deseables del
mercado eléctrico esbozados en la primera falacia.
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