“Hay mucha gente, pero poco dinero”
Ha habido una ocupación casi total en hoteles y restaurantes y una afluencia masiva de visitantes a la ciudad de Valencia durante las Fallas. En la calle se veían bares llenos, pero también mucha gente con comida rápida y para llevar a los parques y aceras. Las franquicias multinacionales se desbordaban y los supermercados o tiendas de alimentación abiertas soportaban enormes colas. “Nosotros nos preparamos todo: comida, bebida y transporte, porque así nos ahorramos dinero. Aunque también cae algo en algún bar”, decía Alberto, un chico de Castellón que venía con su mujer, Silvia, brasileña de Salvador de Bahía.
Paulo, el propietario de un bar esquinado, les daba la razón. “Hay mucha gente, pero poco dinero”. A pesar de que el Ayuntamiento calcula que el gasto por día y persona es de 130 euros, este joven emprendedor reconocía que “cada año va a peor”. “La gente no tiene un duro”, exponía frente a otros tres amigos, “y tiran de bocatas. Nosotros hemos bajado los precios para que entre más gente”.
Las predicciones venían acompañadas por un puente de tres días en Madrid que podría estirar la estancia y animar a más turistas. Sin embargo, el lunes festivo de la capital, con la segunda jornada de la Ofrena y su vistoso desfile de falleras, apenas cambió los planes de la gente. Entre los asistentes reinaban los visitantes de fin de semana y de una sola noche o incluso los que solo venían a pasar el día. Como Juan Antonio y Andrés, dos jóvenes de Madrid y de Salamanca respectivamente que habían realizado el viaje por la mañana y querían apurar al máximo las poco más de 24 horas con las que contaban. Ellos se quedaban en casa de un amigo, una opción elegida por la mayoría de los jóvenes.
A pesar de esta premisa, los hoteles rozaron el lleno. Los albergues internacionales para jóvenes colgaban los carteles de completo y las habitaciones de los alojamientos céntricos superaban las expectativas. El 85% que pronosticó hace unos días Máximo Buch —consejero de Economía, Industria,Turismo y Empleo— pareció cumplirse o incluso quedarse corto. Así lo confirmaba un grupo de sevillanos que aprovechaban las fiestas para celebrar una despedida de soltero. "Nosotros nos quedamos en una pensión del centro, pero tuvimos que reservar con mucha antelación". Su visita, no obstante, se reducía a la noche del sábado.
Algo más de tiempo que muchos de los extranjeros que se unieron a la celebración. Dos chicas rusas que paseaban entre la muchedumbre por la plaza Redonda explicaban que habían venido gracias a un viaje organizado desde Madrid, pero solo a pasar el día. "Seríamos unas 700 personas", calculaban. Este tipo de viajes sufrió un éxito espectacular. Sergio Arjona —responsable de Unievento, una compañía universitaria que propone desde hace tres años visitas de ida y vuelta a Valencia— comentaba desde su coche que este año habían doblado en número de autocares: "Empezamos con 22; luego 45 y este año hemos llenado 91". Arjona alegaba, además, que el lunes festivo les había perjudicado: "Para nosotros es peor porque organizamos viajes económicos para poco tiempo. Con un día de fiesta, muchos se buscan otro transporte y otra forma de quedarse para pasar más días”.
Los días fuertes, sin embargo, se concentraron igualmente entre sábado y domingo. El vicepresidente de la Federación de Hostelería, José Palacios, explicaba ayer que la impresión general del gremio era “muy positiva”. “Durante el fin de semana todo estuvo a rebosar. A partir de la noche del domingo es más tranquilo”. En cualquier caso, Palacios remarcó la influencia de la campaña turística y su impacto “espectacular”.
Una promoción de los festejos que animó a muchos viajeros a usar el transporte público. La compañía Avanza Bus amplió su frecuencia hasta casi el doble en ciertas franjas horarias. También hizo lo propio con las flotas. La venta de billetes del AVE se incrementó un 10% con respecto al año pasado y la EMT destacó el buen funcionamiento del servicio, pese a los cambios de ruta. "No han parado de pasar grupos enormes de gente y de interesarse por el servicio", detallaba una trabajadora temporal que repartía folletos informativos.
A pesar de este incremento, muchos prefirieron el uso del coche compartido y el alojamiento en casa de conocidos. Una alternativa de ahorro elegida por la mayoría de los jóvenes y vecinos de la provincia. “Nosotros nos distribuimos en sofás y colchonetas si no se encuentra nada esta noche”, explicaban con guasa David y Santiago, dos chicos de 23 años de Villarrobledo (Albacete). “Aunque luego nunca se pilla nada”, concluía entre risas. Algo parecido les pasaba a Patrick y June. Estos ingleses retirados se habían acercado en caravana desde Calpe, donde pasan unos días de vacaciones, y pasaban la noche en un camping de las afueras: “Era él el que quería venir", comentaba ella. "Lo había visto en la tele", sonreía él.
La limpieza también se amplió hasta medio millar de trabajadores más, aunque no se lo pareciera a María, propietaria de un restaurante situado en un callejón paralelo a la plaza de la Reina. Esta autónoma se quejaba de que en su zona “huele a meada desde antes de las Fallas”. “Los fines de semana siempre se nota que hay más gente, pero Valencia empieza a dejar de tener turismo porque está abandonada. Yo este año he perdido 13.000 euros y un local”, protestaba, cada vez más indignada.
En la almendra central de la ciudad es donde se ha aglutinado la mayoría de visitantes. La estación de tren y la plaza de toros marcaban el límite de trasiego al sur. El río y el paseo de la Alameda, el del norte. Y, enmedio, los puestos de churros se mezclaban con espectáculos callejeros. Un Mickey Mouse inflaba globos para niños. Un Alien posaba junto a una familia y un faquir se retorcía ante varios curiosos. Entre estos negocios itinerantes se encontraba Luis Alberto, un vendedor de ropa que contaba cómo había perdido cinco negocios repartidos por la Comunidad Valenciana. "Aunque sea más caro poner aquí, merece la pena", respondía.
El imparable ritmo de actividades se ha notado hasta el último momento y las masas de viandantes manaban en procesión por las principales arterias de Valencia.
El consumo ‘low cost’ en hostelería y compras se impone entre los turistas
Los visitantes optan por bocadillos y refrescos en el menú mientras que los comercios apenas notan la afluencia
transite estos días por el centro de la ciudad tiene que llevar como compañera de viaje una buena dosis de paciencia. Miles de personas abarrotan la ciudad y hacen que apenas se pueda avanzar o encontrar sitio para leer o descansar en algún parque. Las previsiones «se están cumpliendo» y la ciudad podría llegar al millón y medio de visitantes que pronosticaba el presidente de la Federación de Empresas de Hostelería de Valencia (FEHV), Manuel Espinar. Hoy se espera batir el récord de afluencia por la coincidencia de festivo en algunas autonomías, entre ellas Madrid.
Si hay pleno al quince, la cifra de turistas sería similar a la del año pasado, con la diferencia de que este 2013 llega con los bolsillos más mermados. Y eso se está notando en el modelo de consumo, según explicó el experto en marketing turístico Vicente Pizcueta, persona muy vinculada al mundo del ocio y la hostelería. Ahora se impone la moderación (el ‘low cost’) y las mesas se llenan de bocadillos, empanadillas, churros o helados. Las mesas o los parques y jardínes de la ciudad, que son el peculiar comedor de muchos de los turistas, de cualquier perfil.
«No hay más que ver la cantidad de gente con bocatas que hay en los aledaños de la plaza Reina o en el Parterre», añadió Pizcueta. Se compra el bocadillo o «se lo prepara él mismo», dijo. Según este experto, «se ha vuelto a las Fallas de antes, cuando la gente acudía a casas de amigos o familiares para pasar las fiestas en vez de contratar un hotel. O se alquilan apartamentos entre varias familias». Otro dato que aporta Pizcueta: las segundas residencias de los madrileños en Cullera y Gandia tienen lleno estos días.
El consumo de modera en hostelería, algo que también constata el presidente de la FEHV, Manuel Espinar: «La factura media se reduce, se comparten servicios... Pero esperamos mantener las ventas globales porque hay más rotación, más personas».
La situación es similar en las tiendas, donde se impone la contención del gasto. Los comerciantes valencianos aseguran que la gran afluencia de turistas no se ha transformado en ventas. «Sólo hemos vendido un regalo para el día del padre», confesaba la dependienta de una conocida casa de moda ubicada en la calle de la Paz. «La gente no sale a la calle con la idea de comprar. Como mucho miran algo y dicen que volverán», lamentaba la trabajadora. En la céntrica vía muchos comercios habían optado por cerrar y había que acercarse a las inmediaciones de las grandes superficies para encontrar todo abierto.
Pero el balance era el mismo. «Hemos hecho sólo cuatro ventas en toda la mañana. Con suerte la gente se para a mirar», declaraba la cajera de una tienda de moda de la calle Juan de Austria. Y el panorama era similar en las grandes superficies. «Los pocos que entran preguntan por el baño», declaraba una trabajadora.
Incluso dentro de los comercios el ambiente era más fallero que consumista. «Estamos haciendo tiempo hasta que empiece la mascletà», afirmaba una pareja. «Nosotras hemos venido a retocarnos el maquillaje.
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