Qué pasa en Chipre y por qué
La mayoría de la gente se ha quedado muy sorprendida cuando se
ha dado a conocer que la Troika (la Comisión Europa, el Banco Central
Europeo y el FMI) acaba de dar un préstamo a Chipre a condición, además
de privatizar servicios públicos y recortar gastos, de establecer un
impuesto sobre los depósitos bancarios del 9,9% (como si las oferta de
un supermercado se tratase) para los de más de 100.000 euros y del 6,75%
para los de menos.
Cuando los chipriotas salieron corriendo a los cajeros automáticos para
sacar su dinero se encontraron con que la cantidad correspondiente a ese
impuesto no la podían sacar, se había establecido un corralito bajo la
forma de simple y pura incautación. Y, como siempre suelen suceder
estas cosas, sin que haya habido de por medio una decisión del
Parlamento que es en donde se supone que radica la soberanía popular que
debe acordar las grandes decisiones en las sociedades que se llaman
democráticas.
Chipre es una de las economía más pequeñas de la Unión Europea (sus
depósitos bancarios representan más o menos el 0,2% de los totales) y un
país escasamente conocido por los europeos, si no es por su tradicional
oferta turística. Pero ahora conviene saber algo más de él porque
igual resulta que lo que ha pasado allí vuelve a suceder dentro de poco
en las economías más grandes de Europa.
Una brevísima historia
Chipre mantuvo desde los años noventa
una economía modesta y relativamente saneada gracias a su oferta de
turismo tradicional. Sin embargo, entre 2001 y 2008 su PIB creció un
3,7% de media, bastante más que el de la mayoría de los países de la
Unión, mientras que su deuda pública se mantuvo baja, sin ni siquiera
llegar, cuando estalló la crisis, al 60% exigido por la UE.
Pero a partir de 2010-2011 las cosas se pusieron mal para la banca
chipriota, las agencias de calificación rebajaron la nota a Chipre y el
26 de junio de 2012 el gobierno solicitó formalmente una ayuda a la
Unión Europea. Lo que había pasado en esos años de crecimiento y las
razones de la caída son muy parecidas a lo ocurrido en otros lugares de
Europa.
Chipre entró a formar parte del
euro en 2007 pero había vinculado su moneda con la europea desde antes.
Eso le permitió tener tipos de interés reales muy bajos y como al mismo
tiempo ofrecía impuestos muy ventajosos (en realidad, actuaba como un
auténtico paraíso fiscal) registró grandes entradas de capital que le
permitían crecer mucho. Muchas de ellas (algunas estimaciones
dicen que entre el 30 y el 40% del total de los depósitos) procedentes
de los oligarcas rusos que blanqueaban allí su dinero, y también del Reino Unido e incluso (cuando estalló la crisis) de Grecia.
Los
bancos canalizaron la entrada de esa gran cantidad de liquidez y la
dedicaron en su mayor parte a financiar una burbuja inmobiliaria muy
parecida a la de España. Y a partir de 2008-2009 a comprar grandes
volúmenes de deuda griega que era muy rentable por la presión que los
mercados ejercían sobre el país heleno (los bancos chipriotas dedicaron a ello el equivalente al 25% del PIB de Chipre).
Los
economistas neoliberales, y entre ellos las autoridades europeas,
habían estado considerando en los años de bonanza que un sector bancario
super desarrollado y los impuestos muy bajos eran una gran virtud de la
economía de Chipre (lo mismo que decían de Irlanda). La realidad se
encargó de poner su sabiduría en su sitio: cuando en 2011
se realizó una quita de la deuda griega (como será inevitable que vaya
ocurriendo en otros países), los bancos chipriotas quebraron. Y los
bajos impuestos solo se tradujeron en un mayor incremento de deuda y en
casi una nula capacidad de maniobra cuando la dinámica se torció y los
gastos públicos tuvieron que elevarse (entre otras cosas, porque el
desempleo se disparó).
Y en medio de todo eso, no se puede olvidar que también hubo (como en
otros países europeos y también aquí en España) un banco central
dirigido por cómplices de los banqueros que no dijeron nada cuando se
estaba larvando el desastre.
La intervención
Ahora, como ya ocurriera en otros países, los bancos quebrados arrastran tras ellos al conjunto de la economía. Es normal. Ya lo hemos dicho muchas veces: la
financiación es como la sangre de la economía y sin ella, la actividad
económica muere sin remedio. Es verdad que dejarlos caer sin alternativa
de financiación es suicida, pero no lo es menos dejarlos vivir
simplemente como zombis que se tragan todos los recursos que les den.
En cuanto cambió ganó las elecciones y entró en el gobierno el protegido de Merkel, la suerte estaba echada, aunque esta
vez la Troika ha ido mucho más lejos de lo que podría esperarse porque,
con tal de darle un empujoncito más a la alemana frente a su
electorado, se ha tomado una decisión que se vende de nuevo como el
castigo ejemplar a los derrochadores (ahora en forma de mafiosos rusos)
pero que puede hacer saltar el sistema bancario europeo.
Tratar de rescatar a un sistema bancario muerto, como el chipriota,
significa más o menos duplicar la deuda pública del Estado (situarla en
el 150% del PIB). El préstamo que le dan a Chipre y que irá
directamente a los bancos será de 10.000 millones de euros. Poco para
Europea (recordemos que solo Francia y Alemania se gastaron ochenta
veces más para rescatar a sus bancos) pero mucho para Chipre: casi la
mitad de su PIB.
Lo que equivale a decir que será materialmente imposible que se pueda
pagar y muchos menos con el plan de austeridad que también se impone. Tendrá
que haber nuevas quitas más adelante pero, mientras tanto, la Troika
hunde así hasta la miseria a otro país que hasta ahora más o menos salía
adelante (aunque, desde luego, podría haber salido mucho mejor si la
Unión Europea no fuese cómplice de los paraísos fiscales y no se hubiera
alentado un modelo de financiarización neoliberal insostenible).
Pero eso, en el caso de Chipre, no es todo. Con la incautación de una
parte de los depósitos bancarios la Unión Europea se salta sus propias
normas y abre la espita para que la gente acuda cuanto antes a los
bancos a retirar su dinero. No solo en Chipre, donde ya está sucediendo
sino en otros países. Veremos a ver si no se da ahora la paradoja de que
haya sido la propia Troika quien va a hundir también a los bancos al
provocar que la gente saque el dinero de ellos ya no solo por
indignación sino por la desconfianza que ella misma ha provocado
Claro
que esto no será un desastre para todos. Ya hay muchas páginas web
especializadas que aconsejan que los ahorradores europeos se lleven el
dinero a bancos de Alemania, Holanda, Finlandia o Luxemburgo. Sus bancos
harán el agosto anticipadamente.
Una vez
más la Troika actúa con una falta de inteligencia y con una desfachatez
imperdonables. Se va a cargar para muchos años el sistema bancario
chipriota, al intentar revivir a un muerto que no podrá levantar cabeza.
Hunde una economía al dejarla sin financiación, mucho más endeudada que
antes y sin recursos para poner en marcha la actividad económica.
Empobrece para décadas a una población a la que hace responsable de los
desmanes de la banca, a la que se limita a rescatar graciosamente. Y no
hace, por mucho que diga que actúa contra el dinero negro de los rusos,
por acabar con los paraísos fiscales. Aunque eso sí, siembra en ese
desastre las bases para que grandes grupos empresariales se hagan con la
riqueza de los chipriotas, con sus recursos naturales y con sus
servicios públicos.
¿Hasta cuándo?
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