tipico en los pueblos de la extremadura profunda de 1940.. disfruten lo votado..
Estamos casados pero cada uno vive con sus padres
Los progenitores se van al pueblo o a una residencia para dejar la casa a los hijos.
Si, como dice el refrán el casado, casa quiere, en España hay jóvenes
que tras haber contraído matrimonio, viven por separado. Cada uno sigue
en la casa de sus padres. Este caso, de una pareja de estudiantes, lo ha
relatado a LA GACETA el sociólogo Amando de Miguel, que informa de que
“estamos en un proceso muy raro de la historia” y se están dando
situaciones, que jamás habían sucedido, como “que los padres se vayan a
una residencia, cuando son muy mayores, para dejarle la vivienda a los
hijos” y “los abuelos ayuden con sus pensiones a hijos y nietos”. De
Miguel destaca que “la emancipación siempre había sido un proceso
natural en donde la mayoría edad significaba que los hijos saliesen de
su casa para formar un hogar, trabajar o emigrar”, pero que esto ahora
no ocurre y “los hay con más de 30 años que siguen viviendo con los
padres”. Además, indica que el 90% de los jóvenes parados continúa en el
domicilio familiar. Según los últimos datos de la Encuesta de Población
Activa (EPA), en el primer trimestre del año la tasa de paro entre los
menores de 25 años subió hasta el 57,22 %, (con un total de 960.400
jóvenes desempleados) y la mayor cifra de parados fue para los que
tenían entre 25 y 54 años (más de 4,6 millones). Así las cosas, salir
del país se ha convertido en un activo para nuestros jóvenes.
Y es que, como recogen varios estudios, nuestra sociedad genera una
cantidad de jóvenes muy cualificados, incapaz de asumir, que además
produce que España tenga una de las tasas de paro entre jóvenes de 18 y
34 años más alta de Europa y provoca una cronificación del retraso de
emancipación en los hogares españoles, con lo que además se frena la
formación de nuevos hogares y contribuye a que la natalidad siga
cayendo. La investigación La transición de los jóvenes a la vida adulta,
de la Fundación La Caixa, señala que “si bien desde 1999 había un
ligero aumento de los emancipados de entre 16 y 34 años, la tendencia se
paró en el 2008, cuando ya se notó el embate de la crisis”. En cuanto a
los menores de 30 años, refleja que el 55% vive aún con los padres,
frente al 24%, por ejemplo, de los finlandeses. Resalta que las
dificultades del mercado de trabajo influyen en que incluso parte de los
que tienen empleo sigan sin abandonar el nido familiar y “de los
ocupados, el 18,7% de entre 30 y 34 años y el 43,9% de entre 25 a 29
años viva con sus padres”.
Se da la circunstancia de que el Gobierno prevé retirar definitivamente
la Renta Básica de Emancipación –ayuda al alquiler inicialmente de 210
euros al mes– a los jóvenes que aún no la estaban cobrando. Las cifras
que maneja Fomento señalan que en febrero la recibían 59.643 jóvenes.
Por otro lado, la crisis también ha obligado a volver a sus casas a
muchos jóvenes que se habían independizado, como alerta un estudio de la
Fundación La Caixa. Según se ha publicado en la prensa, desde la crisis
han regresado a casa medio millón de jóvenes. Asimismo, el trabajo
destaca que uno de cada cuatro jóvenes de entre 20 y 30 años no está
ocupado, ni se está formando, la tasa más alta de Europa. Amando de
Miguel advierte de que “la demora de la emancipación retrasa a los
jóvenes el momento de ser adultos psicológicamente y que eso afecta
mucho después en la decisión de casarse, que se casan muy tarde y para
encontrar trabajo, que también lo encuentran muy tarde y muchas veces no
lo encuentran porque tienen unas exigencias muy altas”.
Por su parte, el doctor en Sociología, Alessandro Gentile, también avisa
sobre una nueva tendencia: que “muchos padres deciden dejar su piso a
los hijos en las grandes ciudades y volverse al pueblo”. “Son los
jóvenes que se emancipan echando a los padres de casa”, señala Gentile,
algo que provoca una “polarización social” en función de los recursos
familiares.
Subraya que existen factores culturales que juegan un papel “importante”
en esta emancipación tardía y alude a una “dependencia de la mujer” que
provoca que en la mayoría de los casos no abandone la casa de los
padres hasta irse a vivir con su pareja y dice que en esa dependencia
influye la discriminación salarial por motivo de género. Cabe también
destacar que el hecho de que haya hogares con todos sus miembros sin
trabajo que, según los últimos datos de la EPA, se elevó a 1.906.100, un
72.400 más que en el trimestre anterior, produce también que los
abuelos mantengan “a una de cada cinco familias en paro”, como se
desprende de otra investigación de la Fundación La Caixa, que indica que
“desde que estalló la crisis se han triplicado los abuelos que ayudan a
las familias sin empleo”.
Pensionistas sin ocio
El III Observatorio de Vulnerabilidad de la Cruz Roja de Catalunya cifra
en un 20% los ancianos que prestan ayuda económica a sus hijos, un 10%
los que ofrecen apoyo alimentario y un 6,5% los que han acogido a algún
hijo en casa. Más aún, según Amando de Miguel, “aunque en España tampoco
se había dado mucho, ni siquiera en épocas de pobreza, que en la misma
casa convivieran abuelos, padres, hijos e incluso tíos, como ha ocurrido
en Francia y en Irlanda, ahora también está aflorando este tipo de
hogares extensos”.
La investigación de Cruz Roja detecta asimismo que el 70% de los abuelos
ha disminuido su capacidad de ahorro, por el encarecimiento de los
precios y el incremento de las cargas familiares. Eso conlleva que “el
20% asegura no poder comer con regularidad fruta, carne ni pescado” y
que “la mitad tenga que privarse de ir al dentista y revisarse la
visión”.
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