20130513
Ahora sí: el movimiento 15 M ya es anti PP
el 15-M es ETA, estaba claro..
Ahora sí: el movimiento 15 M ya es anti PP
El segundo aniversario del 15-M se adivinaba multitudinario en Madrid. Probablemente, la mayor concentración de la primavera, ayudada por un escenario económico peor que el de 2011 y el anuncio reciente de nuevos recortes e impuestos. Pero la efeméride apenas congregó a 5.000 personas en la capital. En su clímax, únicamente se llenó la mitad de la Puerta del Sol. La jornada pasó sin darle motivos de intranquilidad al Gobierno, que teme un aumento de la agitación en las calles. Al menos de forma inmediata, la primera gran prueba del año no tuvo consecuencias. Tampoco en la otra veintena de ciudades españolas que revivieron la fecha.
En Madrid, las marchas arrancaron por la mañana desde el cinturón de la capital bajo el lema “De la indignación a la rebelión: Escrache al sistema”. Los primeros manifestantes llegaron al kilómetro cero alrededor de las seis de la tarde. Los Yayoflautas animaron Sol con un megáfono. Hubo tiempo para homenajear a Stéphane Hessel y José Luis Sampedro, los dos padres espirituales del movimiento, fallecidos en los últimos meses. Pero la obra terminó sin más actos. Quince minutos después de las 20 horas, final de los eventos principales, ya había turistas lamiendo helados de tres bolas en el centro de la plaza.
Con todo, la cita de ayer deparó algunas novedades. En primer lugar, tras dos años de autoproclamada transversalidad ideológica, el 15-M ha mutado hacia la izquierda abrazando un decepcionante estado natural de las cosas. Este domingo, el PSOE desapareció de las pancartas y de los gritos. Ni siquiera se le mencionó asociado al PP para denunciar el bipartidismo, una de las ideas-fuerza tradicionales del movimiento. Por primera vez, los indignados cumplieron los prejuicios que un sector de la sociedad guardaba desde el principio.
Por otro lado, los gritos contra el Parlamento, los partidos políticos, banqueros, patronales y sindicatos, habituales en otras ediciones, tuvieron una participación secundaria. Predominaron las proclamas contra el Gobierno y, sobre todo, contra Mariano Rajoy, blanco predilecto de las críticas. Los recortes y los eslóganes de la izquierda comunista también participaron. Sonó “¡Quieren acabar con el Estado del Bienestar!”, “¡Dimisión, dimisión!”, “¡Mariano dimisión!”, “¡Son hijos del franquismo!”, “¡Ni un niño sin escuela!”, “¡Madrid, mañana, será republicana!” y “¡Madrid será la tumba del fascismo!”, que comunican más nostalgia que futuro. En la cartelería, los recortes, la dación en pago, la Corona y, de nuevo, el Partido Popular.
Los nuevos socios dominan el movimiento
La clave del acusado escoramiento hacia la izquierda puede estar en la solución que improvisaron los promotores del segundo aniversario para tratar de recuperar el esplendor de los orígenes. A los indignados se sumaron ayer las mareas de funcionarios, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) -su grito “Sí, se puede” fue coreado varias veces- y numerosos grupúsculos anticapitalistas que tienen las políticas del PP en su punto de mira y han destacado en los últimos meses por su activismo y capacidad de movilización. Sus símbolos aparecieron en cada rincón de la protesta. Denunciaron los presuntos intentos del PP de privatizar la educación y la sanidad, y el peligro que corren las pensiones con este Gobierno. Y repartieron publicidad entre el público asistente: desde un panfleto del partido Corriente Roja, que se autodefine como una organización política revolucionaria y marxista, a un pasquín del Partido Comunista Internacional, pasando por la publicación anarquista Impulso.
El tercer hecho reseñable es la criba que ha operado el tiempo. Las voces contra el programa del Partido Popular resonaron con fuerza pero la masa anónima que salió a las calles en 2011 y que permitió llenar las plazas prefirió este domingo dejarlas temblando. El descontento ha succionado la indignación para convertirla en nada. Por el megáfono sólo se expresó una minoría que, ahora sí, culpa al Ejecutivo del Partido Popular en exclusiva de todos los males de España. El resto ya no encuentra útil salir a la calle y aplaudir en silencio moviendo las manos en alto. La marca del 15-M se ha ido vaciando de seguidores y contenido. Y los que siguen blandiéndola la han vestido con los dogmas de la izquierda más contestataria.
En el balance no hubo incidentes. La manifestación concluyó sin heridos y sin detenidos. El dispositivo de seguridad acordado por la Delegación del Gobierno fue inferior al que desplegó el pasado 25 de abril durante la concentración de Asedia el Congreso, que finalizó con 15 detenidos y 14 agentes heridos. En esta ocasión los efectivos de las Unidades de Intervención Policial (UIP) ni siquiera tuvieron que ponerse el casco.
El movimiento resultará a partir de ahora más comprensible: la izquierda en la calle y la derecha en Moncloa. Pero el 15-M ha perdido la vocación mayoritaria que desencadenó su éxito. Queda para los aniversarios y los libros de historia. Para tomarle el pulso a la sociedad habrá que abandonar las plazas y escudriñar de nuevo las encuestas. Las últimas reflejan la sacudida de otro tipo de indignación, más silenciosa, que hunde el respaldo de PP y PSOE, dispara el voto en blanco y multiplica la abstención. Puede que ahí esté el verdadero 15-M.
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