en hispanistán creen que dimitir es un nombre ruso.. así va el país..
El día en que Zapatero debió dimitir y dar una lección de democracia
En un día como hoy, hace tres años, el entonces
presidente José Luis Rodríguez Zapatero anunció en el Congreso de los
Diputados un plan de recortes que la prensa calificó como el mayor
tijeretazo social de la democracia (y que, visto en perspectiva, era tímido en relación con los hachazos que vendrían con el Gobierno del PP). Tres
días antes, Zapatero había sido llamado a capítulo por la UE y la
canciller Merkel. Cada vez son más los simpatizantes socialistas que
opinan que lo que debió hacer el presidente aquel 12 de mayo de 2010 fue
dimitir y convocar elecciones, ya fuera para marcharse sin
adoptar unas medidas que chocaban con su programa o, si estaba
convencido de la utilidad o inevitabilidad de las mismas, para pedir un
nuevo voto de confianza de los electores después de explicarles con
claridad qué se disponía a hacer en el nuevo mandato. Pero Zapatero no
solo no dimitió, sino que a partir de aquel momento inició una espiral
de actuaciones que enconaron de manera creciente el ánimo de los
simpatizantes del PSOE y provocaron la hecatombe electoral del 20 de
noviembre de 2011.
En un primer momento, el presidente exhibió una mezcla de gravedad y
turbación al anunciar los ajustes. Dos meses más tarde, cualquier atisbo
de vacilación había desaparecido. Zapatero se mostraba convencido de
sus decisiones y se presentaba como un mártir incomprendido por los
suyos pero dispuesto a sacrificarse por España. “Voy a seguir ese
camino, cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste”, proclamó en el Debate sobre el estado de la nación de julio de 2010. Siguieron
en el tiempo fotografías que lo mostraban complacido tras recibir las
felicitaciones de Merkel y el FMI o rodeado en la Moncloa de los más
grandes empresarios del país, que no cesaban de pedir más recortes,
reformas y bajadas salariales.
La indignación fue en
constante aumento. El 29 de septiembre de 2010 se produjo una huelga
general y el 15 de mayo de 2011 surgió como una tromba el Movimiento
15-M, un fenómeno contestatario novedoso que exigía una “democracia
real”. Una semana después, las elecciones autonómicas del 22 de mayo
supusieron una severa derrota del PSOE, que era sólo un abrebocas de la
próxima debacle en las generales. Pero Zapatero estaba desatado con
sus reformas, convencido de que se estaba sacrificando por el bien de
los españoles y ajeno a la contestación desde sus propias filas, sobre
todo de los barones que habían sido arrollados en las elecciones
autonómicas.
El 26 de agosto de 2011 se produjo un
acontecimiento que, para muchos simpatizantes socialistas, constituye
uno de las mayores vergüenzas en la historia reciente del partido:
Zapatero, previo acuerdo con Rajoy, presentó un proyecto de ley para
modificar la Constitución e introducir la obligación de la estabilidad
presupuestaria como mandato constitucional. El artículo 135 de la Carta
Magna fue reformado con los votos de PSOE y PP de modo que no solo
consagra el equilibrio presupuestario, sino que otorga “prioridad
absoluta” al pago de la deuda a los acreedores por encima de cualquier
otra consideración. No hubo un referédum posterior para que los
ciudadanos se pronunciaran.
El 20 de noviembre de 2011
se produjo la anunciada catástrofe electoral. Pero, poco antes de
marcharse, con su Gobierno en funciones, Zapatero tomó el 25 de
noviembre una decisión que para muchos ciudadanos quedará como símbolo
de la sumisión del poder político al financiero: indultó al consejero
delegado del Banco Santander, Alfredo Sáenz, condenado por el Tribunal
Supremo, y añadió en el indulto una disposición que eliminaba los
antecedentes penales del banquero de modo que pudiera seguir ejerciendo
su cargo. Más tarde, en febrero de 2013, el tribunal anuló esa
coletilla en una sentencia en que criticaba con dureza al ya
expresidente del Gobierno. El indulto se produjo en un momento de máxima
indignación popular contra los banqueros, a los que se veía como los
principales causantes de la crisis.
Todo esto ocurrió
después de aquel tempestuoso 12 de mayo de 2010 en que Zapatero pegó un
volantazo a su política ante las presiones de la UE, Alemania y EEUU.
Por supuesto que su mandato, que se prolongó más de siete años, tiene
muchos otros aspectos que habría que poner en la balanza para hacer la
valoración gobal de su legado. Con respecto a las opiniones de que
Zapatero debió dimitir y convocar elecciones antes de acometer las
reformas neoliberales, él podrá alegar -y lo ha hecho- que la situación
era tan apremiante que no permitía dilaciones. Pero son muchos los
ciudadanos que rechazan ese argumento y consideran que el presidente
perdió una oportunidad de oro para dar una lección de democracia. Además,
los acontecimientos han demostrado que todas esas políticas iniciadas
por Zapatero, y continuadas con más entusiasmo por Rajoy, tienen sumida a
España en el abismo.
¿Tan difícil es dimitir?
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