20130514

El día en que Zapatero debió dimitir y dar una lección de democracia

en hispanistán creen que dimitir es un nombre ruso.. así va el país..


El día en que Zapatero debió dimitir y dar una lección de democracia

En un día como hoy, hace tres años, el entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero anunció en el Congreso de los Diputados un plan de recortes que la prensa calificó como el mayor tijeretazo social de la democracia (y que, visto en perspectiva, era tímido en relación con los hachazos que vendrían con el Gobierno del PP). Tres días antes, Zapatero había sido llamado a capítulo por la UE y la canciller Merkel. Cada vez son más los simpatizantes socialistas que opinan que lo que debió hacer el presidente aquel 12 de mayo de 2010 fue dimitir y convocar elecciones, ya fuera para marcharse sin adoptar unas medidas que chocaban con su programa o, si estaba convencido de la utilidad o inevitabilidad de las mismas, para pedir un nuevo voto de confianza de los electores después de explicarles con claridad qué se disponía a hacer en el nuevo mandato. Pero Zapatero no solo no dimitió, sino que a partir de aquel momento inició una espiral de actuaciones que enconaron de manera creciente el ánimo de los simpatizantes del PSOE y provocaron la hecatombe electoral del 20 de noviembre de 2011.

En un primer momento, el presidente exhibió una mezcla de gravedad y turbación al anunciar los ajustes. Dos meses más tarde, cualquier atisbo de vacilación había desaparecido. Zapatero se mostraba convencido de sus decisiones y se presentaba como un mártir incomprendido por los suyos pero dispuesto a sacrificarse por España. “Voy a seguir ese camino, cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste”, proclamó en el Debate sobre el estado de la nación de julio de 2010. Siguieron en el tiempo fotografías que lo mostraban complacido tras recibir las felicitaciones de Merkel y el FMI o rodeado en la Moncloa de los más grandes empresarios del país, que no cesaban de pedir más recortes, reformas y bajadas salariales.

La indignación fue en constante aumento. El 29 de septiembre de 2010 se produjo una huelga general y el 15 de mayo de 2011 surgió como una tromba el Movimiento 15-M, un fenómeno contestatario novedoso que exigía una “democracia real”. Una semana después, las elecciones autonómicas del 22 de mayo supusieron una severa derrota del PSOE, que era sólo un abrebocas de la próxima debacle en las generales. Pero Zapatero estaba desatado con sus reformas, convencido de que se estaba sacrificando por el bien de los españoles y ajeno a la contestación desde sus propias filas, sobre todo de los barones que habían sido arrollados en las elecciones autonómicas.

El 26 de agosto de 2011 se produjo un acontecimiento que, para muchos simpatizantes socialistas, constituye uno de las mayores vergüenzas en la historia reciente del partido: Zapatero, previo acuerdo con Rajoy, presentó un proyecto de ley para modificar la Constitución e introducir la obligación de la estabilidad presupuestaria como mandato constitucional. El artículo 135 de la Carta Magna fue reformado con los votos de PSOE y PP de modo que no solo consagra el equilibrio presupuestario, sino que otorga “prioridad absoluta” al pago de la deuda a los acreedores por encima de cualquier otra consideración. No hubo un referédum posterior para que los ciudadanos se pronunciaran.

El 20 de noviembre de 2011 se produjo la anunciada catástrofe electoral. Pero, poco antes de marcharse, con su Gobierno en funciones, Zapatero tomó el 25 de noviembre una decisión que para muchos ciudadanos quedará como símbolo de la sumisión del poder político al financiero: indultó al consejero delegado del Banco Santander, Alfredo Sáenz, condenado por el Tribunal Supremo, y añadió en el indulto una disposición que eliminaba los antecedentes penales del banquero de modo que pudiera seguir ejerciendo su cargo. Más tarde, en febrero de 2013, el tribunal anuló esa coletilla en una sentencia en que criticaba con dureza al ya expresidente del Gobierno. El indulto se produjo en un momento de máxima indignación popular contra los banqueros, a los que se veía como los principales causantes de la crisis.

Todo esto ocurrió después de aquel tempestuoso 12 de mayo de 2010 en que Zapatero pegó un volantazo a su política ante las presiones de la UE, Alemania y EEUU. Por supuesto que su mandato, que se prolongó más de siete años, tiene muchos otros aspectos que habría que poner en la balanza para hacer la valoración gobal de su legado. Con respecto a las opiniones de que Zapatero debió dimitir y convocar elecciones antes de acometer las reformas neoliberales, él podrá alegar -y lo ha hecho- que la situación era tan apremiante que no permitía dilaciones. Pero son muchos los ciudadanos que rechazan ese argumento y consideran que el presidente perdió una oportunidad de oro para dar una lección de democracia. Además, los acontecimientos han demostrado que todas esas políticas iniciadas por Zapatero, y continuadas con más entusiasmo por Rajoy, tienen sumida a España en el abismo.

¿Tan difícil es dimitir?

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