Para salir de la crisis económica hay que reformar las instituciones
Por Luis Garicano el 06/06/2013
En estos ya casi 6 años (¡!) de crisis hemos pasado mucho tiempo
tratando de explicar, desde NeG y desde otros medios, lo que estaba
pasando en España y en el mundo y de promover soluciones para nuestros
problemas económicos, que son, en gran parte, estructurales, derivados
de una economía poco productiva, de un brutal cambio demográfico, de un
mal sistema educativo, de una estructura ineficiente de los mercados de
bienes, de servicios y de trabajo, de un elevadísimo endeudamiento,
inicialmente privado, ahora también público y de un mal diseño de la
moneda única. ¿Qué hemos aprendido en estos años? Sinceramente, creo que
nuestro diagnóstico económico no ha cambiado sustancialmente. El
énfasis en los problemas del modelo económico del ladrillo, del sistema
de protección social, del sistema educativo, el mercado de trabajo y del
endeudamiento excesivo propiciado por los tipos de interés negativos
tras la entrada en el Euro han sido constantes desde los primeros días.
Lo que sí ha cambiado de nuestro diagnóstico ha sido la importancia de
la economía política, en todo esto.Por decirlo de la forma más breve
posible, hemos aprendido que las cosas funcionan mal porque a los
actores clave no les interesa cambiarlas, simple y llanamente (ver por
ejemplo este artículo de Jesús http://www.fedeablogs.net/economia/?p=30353, o este mío http://www.fedeablogs.net/economia/?p=29695, o este trabajo académico de Jesús, Tano y mío que saldrá este verano en el Journal of Economic Perspectives http://economics.sas.upenn.edu/~jesusfv/Political_Credit_Cycles.pdf)
Una anécdota ilustra esta observación en uno de los areas clave, el
mercado de trabajo. Hace 4 años, cuando hicimos la propuesta del
contrato único, tuvimos una ronda de reuniones con dirigentes sindicales
(también nos reunimos con todos los partidos políticos). A un
sindicalista importante, inteligente y razonable, le pregunté: ¿por qué
tanta insistencia en la causalidad del despido? ¿No crea unos costes de
transacción enormes, con incertidumbre, pleitos interminables que no
benefician a nadie?
¿Aceptarían los sindicatos un sistema sin causalidad
en el que la mejora de la eficiencia se tradujera enteramente en una
“mochila”, un seguro, para los trabajadores que estos cobrarían en caso
de despido, como se hizo en Austria http://www.expansion.com/2010/04/29/opinion/1272572523.html?
La respuesta no fue una explicación compleja sobre la importancia
filosófica o legal de la causalidad ni una disputa sobre la eficiencia
económica, no. La respuesta fue “lo que vosotros llamáis costes de
transacción, muchos llamamos nuestro pan. Cuando un trabajador de
Baracaldo llama a su sindicato porque le han despedido, se le pone un
abogado laboralista, del sindicato.” De forma similar, cuando se hace
una reducción de plantilla, los sindicatos erre que erre prefieren
despidos que reducciones salariales y de jornada, que afectan a todos y
dejan descontentos a muchos “de dentro”. Los EREs por el contrario
generan enormes beneficios para el sindicato a través de una tarifa
(para miembros y no miembros) por asesoría jurídica y técnica http://www.eleconomista.es/espana/noticias/4708708/03/13/Los-sindicatos-ganaron-en-2011-mas-de-90-millones-gracias-a-los-ERE.html. Los contratos temporales continúan porque la flexibilidad en el margen permite mantener las condiciones de los “insiders.”
Este descripción parece singularizar a los sindicatos, pero en realidad
no pone sobre la mesa más que una de los intereses que apoyan el nefasto
equilibrio actual. Los empresarios se benefician de los brutales y
generalizados contratos temporales y tampoco quieren cambiar el sistema.
Un elemento clave. creo, de este equilibrio nefasto es el funcionamiento
interno de los partidos. Como hemos explicado desde NeG a menudo, y en
especial y con máxima elocuencia César Molinas (recordad su famoso
artículo de EL País http://politica.elpais.com/politica/2012/09/08/actualidad/1347129185_745267.html),
desde la transición a la democracia hemos diseñado un sistema de
partidos y de representatividad social rígido, centralizado e incapaz de
dejar entrar el aire. El concejal o diputado regional que consigue
llegar a diputado nacional, convenciendo al comité de listas de su
partido de que es el ideal, y luego quizás llegar al gobierno, no es el
que tiene iniciativa, el más brillante o más trabajador, sino el más
disciplinado soldado, el que tiene menos ganas de disentir. Las élites
que promueve este sistema no han estudiado fuera (casi sin excepciones),
ni hablan inglés, ni entienden nada de de tecnología, de ingeniería, de
economía, ni de ciencia. En resumen, el sistema se autoperpetua porque
no hay ningún hueco para que entren las voces de los que están fuera de
él.
Es por eso que la semana pasada presentamos en Madrid, junto con César
Molinas, Elisa de la Nuez (editora del espléndido y valiente blog “Hay
derecho”) y el diplomático, ex embajador en Londres, Carles Casajuana,
un manifiesto firmado por cien personas de prestigio (incluido el
flamente nuevo premio Príncipe de Asturias, Antonio Muñoz Molina,
¡enhorabuena!), en apoyo de una ley para tratar de democratizar el
funcionamiento de los partidos. Se trata de introducir auditorias
externas, democracia interna, congresos regulares, etc. (Ver por
ejemplos las explicaciones por escrito de Elisa http://politica.elpais.com/politica/2013/06/01/actualidad/1370104443_879496.html, y en radio de Carles http://www.cadenaser.com/sociedad/audios/manifiesto-queremos-agrupar-firmantes-sensibilidades-distintas/csrcsrpor/20130601csrcsrsoc_5/Aes/, y las mías en la TVE1 http://www.rtve.es/alacarta/videos/los-desayunos-de-tve/luis-garicano-clases-medias-estan-estranguladas-impuestos/1841891/)
(Por cierto que estamos recogiendo firmas, y aunque hemos recogido unas
cuantas no son ni para empezar suficientes, así que, si os parece buena
idea, os animo a que os registréis abajo en esta página web http://porunanuevaleydepartidos.es/).
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