algo impensable en hispanistán, pues son tan borregos, que ni protestan..
Bulgaria se harta de los corruptos
La protesta social por los tejemanejes de la clase política y la poca
esperanza de mejoras en el nivel de vida agudizan la inestabilidad del
país balcánico
Un puñado de manifestantes búlgaros —dos centenares, informa Efe— se han
plantado esta tarde en bañador frente al Parlamento. Llevaban toallas,
sombrillas y piscinas hinchables. Aunque la excusa para organizar esta
protesta playera es que los diputados se van un mes de vacaciones, se
trata de la séptima semana de reivindicaciones contra la corrupción y
para pedir la dimisión del Ejecutivo, que solo lleva desde mediados de
mayo en el poder y ha sido incapaz de aportar cierta estabilidad al país
más pobre de la Unión Europea.
La crisis política se intensificó la semana pasada, el día 23, cuando
miles de personas lograron bloquear el Parlamento e impedir que
salieran, durante varias horas, un centenar de diputados, periodistas y
tres ministros que estaban dentro. Las protestas habían sido siempre
pacíficas, pero aquel día volaron botellas y piedras contra el autobús
que pretendía sacar a los políticos del recinto. La policía
antidisturbios cargó —con un uso excesivo de la fuerza, según los
manifestantes— y hubo varios heridos, pero el vehículo tuvo que dar
media vuelta y esperar hasta bien entrada la madrugada a que escampara.
En febrero, miles de personas salieron a la calle contra la corrupción,
la pobreza y la desacreditada élite política. El grito que más se
escuchaba era “¡Mafia!” y tumbaron al Gobierno del populista de derechas
Boiko Borisov. En pleno invierno, el detonante de esas movilizaciones
fue un incremento de los precios de la luz, cuando muchos búlgaros no
podían pagar la calefacción, con facturas que consumían hasta más de la
mitad de los ingresos. El salario medio es de unos 350 euros al mes y
mucha gente se ve obligada a trabajar incluso después de la jubilación.
Nada de esto ha cambiado demasiado, y desde entonces se han sucedido
tres Gobiernos: el de Borisov, uno técnico hasta las elecciones de mayo
—donde Borisov sacó más votos pero no logró formar Gobierno— y ahora el
socialista de Plamen Oresharski. En medio, seis hombres murieron
quemados a lo bonzo en un desesperado gesto de protesta social.
El acicate de esta segunda oleada de protestas en apenas cinco meses ha
sido el nombramiento de un político y magnate de los medios de
comunicación, Delyan Peevski, al frente de la Agencia estatal para la
seguridad nacional, es decir, los servicios secretos, que ahora también
incorpora competencias de la lucha contra el crimen organizado. Los
manifestantes vieron en esa elección una prueba descarada de que la
oligarquía económica controla ciertos resortes del poder. “No hubo
debate parlamentario sobre el nombramiento y cambiaron la ley para que
el cargo coincidiera con su perfil”, denuncia Asen Genov, un
manifestante de los miles que han salido estos días a la calle. “Esta es
una protesta de valores. La transición desde el comunismo no logró
establecer una democracia auténtica. Tenemos un sistema superficial
basado en leyes y procedimientos, pero está atrapado en la red de
intereses de la oligarquía”, afirma.
A los dos días de protestas, Peevski dimitió, pero entonces los
manifestantes ya exigían que cayera el Gobierno. Y ahí siguen. Quieren
elecciones antes de 2014. Los búlgaros están hartos de los escándalos de
corrupción que salpican la vida pública. Hace cinco días, una encuesta
del instituto Open Society daba una idea del estado de ánimo de los
ciudadanos: el 72% cree que la situación política es “insoportable”.
El primer ministro ya ha anunciado que no va a dimitir. Irse resultaría
“una decisión personal sencilla de tomar, pero sería irresponsable para
el país”, dijo a Reuters el viernes pasado Oresharski. El analista
Daniel Smilov, del Centro de Estrategias Liberales de Sofía, considera
que la única opción son las elecciones anticipadas: “La cuestión es
cuándo se convocarán, si el año que viene junto a las europeas, o en
otoño. En ambos casos será necesario que los partidos lleguen a acuerdos
para poder continuar”.
La vuelta de las vacaciones se presenta ajetreada para los diputados
búlgaros. Alexander Stoyanov, del Centro de Estudios para la Democracia,
en Sofía, pronostica que las protestas volverán con más fuerza en
septiembre y serán más numerosas. “No nos iremos a casa hasta que haya
cambios”, asegura el activista Genov.
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