20130915

Donde el tapeo da trabajo

otro éxito de la "movilidad exterior": se van los más preparados y los que en país ha dedicado recursos para su formación; vienen más analfabetos (de países en "vías de desarrollo") y se queda la casta que lo ha arruinado todo (la misma que reconoce que no sabe inglés, pero luego dice que no importa pues en hispanistaní medio también es analfabeto).. el camino a un glorioso futuro.. disfruten lo votado..


Donde el tapeo da trabajo

Holanda no se caracteriza por su gastronomía, pero el sector de la hostelería es el más requerido por los jóvenes españoles en busca de empleo. Ya sea para montar un restaurante o para colocarse como camarero y cocinero, el gusto del cliente autóctono por la palabra mágica, tapas, ha disparado las consultas dirigidas a la Embajada española, en La Haya. No todos llegan a lo mismo, pero el Consulado General español en Ámsterdam calcula que unas 800 personas pidieron información sobre vida y trabajo en el país durante el primer semestre de 2013. En los dos últimos años, el aumento de llamadas ha sido considerable y sus protagonistas respondían a tres modelos: contrato temporal, beca de estudios o la intención de colocarse en alguna parte.

Como Rocío de la Herrán, malagueña de 26 años y licenciada en Administración y Dirección de Empresas. Después de trabajar como teleoperadora y en la Agencia Tributaria, entre otros contratos temporales, la vida le dio un vuelco cuando su novio, un búlgaro criado en España, se fue a Puerto Rico seis meses con una empresa de cruceros. “Él estudió Turismo, habla seis idiomas y estaba en paro. Era una oportunidad. Yo decidí marcharme de Málaga y busqué unas prácticas en los hoteles NH, en La Haya. Pero no las llegué a hacer”. El relato de Rocío es frustrante y esperanzador. Después de pagar 500 euros a una agencia privada de Málaga para que gestionara las prácticas, resultó que no eran en La Haya, sino en otra ciudad de Holanda. “Cometieron un error con la localidad. Me dio tanto coraje que rechacé la oferta”. Antes del fiasco, Rocío trabajó en un restaurante de Ámsterdam regentado por un holandés enamorado de las tapas españolas. Ascendió rápidamente en el negocio. “Mi primo estaba en el paro. Su novia es holandesa y se vinieron a ver qué encontraban. De camarero en este mismo local, pasó a chef. Me llamó porque faltaban camareras, y empecé sirviendo mesas. A los dos meses, el dueño ya me puso de encargada. Luego pasó lo del hotel. Había dejado la casa donde vivía y no tenía nada. Por suerte, el dueño me renovó el contrato. He firmado por seis meses y quiere hacerme fija, pero estaré hasta diciembre. Mi novio vuelve a Málaga. A lo mejor le sale algo aquí. Si no, tal vez yo regrese a casa”, dice, y agrega: “Da mucha rabia haberse esforzado tanto para tener que salir de España y hacer cosas donde no necesitan tus estudios. Espero volver. Estoy bien aquí, pero es una frustración personal”.

Para Ana Pinedo, de 26 años y de Toledo, la aventura hostelera holandesa ha sido algo menos accidentada. Licenciada en Ciencias Ambientales, cuando trabajaba becada en una consultora despidieron a una compañera con contrato fijo y pensó que su suerte estaba echada. En ese momento, su novio encontró un buen empleo en una compañía holandesa en Ámsterdam. “Dos meses después me vine con una beca para trabajar en los hoteles NH. Me ocupo de coordinar el departamento de limpieza con la recepción. Pero esto se acaba en agosto y luego seguiré buscando. Ya conocía Holanda porque estuve en 2008 con el programa Erasmus”, explica. En su círculo de amigos hay dos ingenieros agrónomos que trabajan en Alemania, también en la hostelería. “Volver a España depende de muchas cosas. Es mejor hacer algo que estar parado. Eso sí, me veo regresando en algún momento”, concluye.

A Joaquín Reyes y Ana Moreira, un matrimonio madrileño de 32 y 31 años, respectivamente, la crisis les ha lanzado a la aventura. En su caso no se trataba de falta de trabajo, sino todo lo contrario. La tensión derivada de la sobrecarga laboral les estaba pasando factura. “Era vivir para trabajar y nada más. Con jornadas de más de ocho horas, muchas más, y menos proyectos, pero la obligación de facturar lo mismo que antes”, asegura Joaquín, ingeniero industrial con un máster en Tecnología Espacial. “Mi empresa, GMV (dedicada al espacio, aeronáutica, transporte y telecomunicaciones, entre otros) depende de la inversión del Gobierno español en el sector aeroespacial. Desde 2008, con los recortes, la gente que se va no es reemplazada y la presión es tremenda. Al reducirse el número de proyectos, GMV me ofreció trabajar en ESTEC (Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espacial, abierto en la ciudad de Noordwijk, al oeste del país). Antes era cliente. Ahora trabajo con el cliente”, señala.

Joaquín cobra su sueldo de España y recibe en Holanda un plus en concepto de expatriación. Su labor se centra en la comunicación de la navegación de los satélites. “Para él es una oportunidad buenísima. Para mí, que lo pensé mucho antes de decidirme, la experiencia es buena y dura”, asegura Ana, su esposa. Licenciada en Administración y Dirección de Empresas, trabajaba en el departamento de ventas de Nintendo. “Era no parar ni para comer como Dios manda. Ahora tenemos más tiempo para nosotros, pero creí que encontrar trabajo sería más fácil. Por un lado, todo el mundo habla inglés como segunda lengua y eso facilita la llegada. Sin embargo, para trabajar el holandés es indispensable. Y no es fácil aprenderlo rápido. De momento, estoy mejorando mi inglés. Y disfrutando de las ventajas de la nueva situación. Nuestros padres lo llevan mejor de lo esperado. Hablamos más que antes, gracias a Internet y Facebook, y Holanda está cerca”, dice. “Económicamente no me compensa este viaje. La vida es más cara en Holanda y el plus de expatriado se va en vivir. Pero la situación en España no se podía aguantar. La presión de la crisis afecta a toda tu vida. Mi consejo es que la gente abra la mente y los ojos. Esto de marchar es mejor verlo como una inversión. No es rentabilidad desde el primer día. Tienes que creer en ti. Solo un 15% de nuestros amigos sigue en España. Algunos se han ido a México, Australia y Alemania”, relata Joaquín.

La situación española también ha afectado a José Luis Blanco, abogado de Mataró (Barcelona) de 25 años. Especializado en Derecho Mercantil. En su caso, la situación es doblemente difícil: apenas se constituyen empresas y el Derecho cambia en cada país. “En Holanda, trabajo en una firma de abogados de Ámsterdam, donde puedo aplicar mis conocimientos del derecho español. Es un contrato de prácticas que finaliza en agosto, aunque hay otras firmas que tienen lazos con España y América Latina. Ya veremos qué depara el futuro”, apunta.

José Luis llegó a la capital holandesa tras un periodo de prácticas en Santo Domingo y en el Parlamento Europeo, en Luxemburgo. “Trabajar fuera es duro y yo vine a Holanda solo. Los países los hacen la gente, y el día a día es bueno. Los fines de semana, la cosa cambia. Si te descuidas, pasas hambre porque los horarios de comida son distintos. Lo importante es no tener miedo a las nuevas experiencias”, asegura mientras insiste en que sigue buscando trabajo en España. Igual que sus cuatro compatriotas. Todos piensan en volver.

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