otro éxito de la "movilidad exterior": se van los más preparados y los que en país ha dedicado recursos para su formación; vienen más analfabetos (de países en "vías de desarrollo") y se queda la casta que lo ha arruinado todo (la misma que reconoce que no sabe inglés, pero luego dice que no importa pues en hispanistaní medio también es analfabeto).. el camino a un glorioso futuro.. disfruten lo votado..
Donde el tapeo da trabajo
Holanda no se caracteriza por su gastronomía, pero el sector de la
hostelería es el más requerido por los jóvenes españoles en busca de
empleo. Ya sea para montar un restaurante o para colocarse como camarero
y cocinero, el gusto del cliente autóctono por la palabra mágica,
tapas, ha disparado las consultas dirigidas a la Embajada española, en
La Haya. No todos llegan a lo mismo, pero el Consulado General español
en Ámsterdam calcula que unas 800 personas pidieron información sobre
vida y trabajo en el país durante el primer semestre de 2013. En los dos
últimos años, el aumento de llamadas ha sido considerable y sus
protagonistas respondían a tres modelos: contrato temporal, beca de
estudios o la intención de colocarse en alguna parte.
Como Rocío de la Herrán, malagueña de 26 años y licenciada en Administración y Dirección de Empresas.
Después de trabajar como teleoperadora y en la Agencia Tributaria,
entre otros contratos temporales, la vida le dio un vuelco cuando su
novio, un búlgaro criado en España, se fue a Puerto Rico seis meses con
una empresa de cruceros. “Él estudió Turismo, habla seis idiomas y
estaba en paro. Era una oportunidad. Yo decidí marcharme de Málaga y
busqué unas prácticas en los hoteles NH, en La Haya. Pero no las llegué a
hacer”. El relato de Rocío es frustrante y esperanzador. Después de
pagar 500 euros a una agencia privada de Málaga para que gestionara las
prácticas, resultó que no eran en La Haya, sino en otra ciudad de
Holanda. “Cometieron un error con la localidad. Me dio tanto coraje que
rechacé la oferta”. Antes del fiasco, Rocío trabajó en un restaurante de
Ámsterdam regentado por un holandés enamorado de las tapas españolas.
Ascendió rápidamente en el negocio. “Mi primo estaba en el paro. Su
novia es holandesa y se vinieron a ver qué encontraban. De camarero en
este mismo local, pasó a chef. Me llamó porque faltaban camareras, y
empecé sirviendo mesas. A los dos meses, el dueño ya me puso de
encargada. Luego pasó lo del hotel. Había dejado la casa donde vivía y
no tenía nada. Por suerte, el dueño me renovó el contrato. He firmado
por seis meses y quiere hacerme fija, pero estaré hasta diciembre. Mi
novio vuelve a Málaga. A lo mejor le sale algo aquí. Si no, tal vez yo
regrese a casa”, dice, y agrega: “Da mucha rabia haberse esforzado tanto
para tener que salir de España y hacer cosas donde no necesitan tus
estudios. Espero volver. Estoy bien aquí, pero es una frustración
personal”.
Para Ana Pinedo, de 26 años y de Toledo, la aventura hostelera holandesa ha sido algo menos accidentada. Licenciada en Ciencias Ambientales,
cuando trabajaba becada en una consultora despidieron a una compañera
con contrato fijo y pensó que su suerte estaba echada. En ese momento,
su novio encontró un buen empleo en una compañía holandesa en Ámsterdam.
“Dos meses después me vine con una beca para trabajar en los hoteles
NH. Me ocupo de coordinar el departamento de limpieza con la recepción.
Pero esto se acaba en agosto y luego seguiré buscando. Ya conocía
Holanda porque estuve en 2008 con el programa Erasmus”, explica. En su
círculo de amigos hay dos ingenieros agrónomos que trabajan en Alemania,
también en la hostelería. “Volver a España depende de muchas cosas. Es
mejor hacer algo que estar parado. Eso sí, me veo regresando en algún
momento”, concluye.
A Joaquín Reyes y Ana Moreira, un matrimonio madrileño de 32 y 31 años,
respectivamente, la crisis les ha lanzado a la aventura. En su caso no
se trataba de falta de trabajo, sino todo lo contrario. La tensión
derivada de la sobrecarga laboral les estaba pasando factura. “Era vivir
para trabajar y nada más. Con jornadas de más de ocho horas, muchas
más, y menos proyectos, pero la obligación de facturar lo mismo que
antes”, asegura Joaquín, ingeniero industrial con un máster en Tecnología Espacial.
“Mi empresa, GMV (dedicada al espacio, aeronáutica, transporte y
telecomunicaciones, entre otros) depende de la inversión del Gobierno
español en el sector aeroespacial. Desde 2008, con los recortes, la
gente que se va no es reemplazada y la presión es tremenda. Al reducirse
el número de proyectos, GMV me ofreció trabajar en ESTEC (Centro
Europeo de Investigación y Tecnología Espacial, abierto en la ciudad de
Noordwijk, al oeste del país). Antes era cliente. Ahora trabajo con el
cliente”, señala.
Joaquín cobra su sueldo de España y recibe en Holanda un plus en
concepto de expatriación. Su labor se centra en la comunicación de la
navegación de los satélites. “Para él es una oportunidad buenísima. Para
mí, que lo pensé mucho antes de decidirme, la experiencia es buena y
dura”, asegura Ana, su esposa. Licenciada en Administración y Dirección de Empresas,
trabajaba en el departamento de ventas de Nintendo. “Era no parar ni
para comer como Dios manda. Ahora tenemos más tiempo para nosotros, pero
creí que encontrar trabajo sería más fácil. Por un lado, todo el mundo
habla inglés como segunda lengua y eso facilita la llegada. Sin embargo,
para trabajar el holandés es indispensable. Y no es fácil aprenderlo
rápido. De momento, estoy mejorando mi inglés. Y disfrutando de las
ventajas de la nueva situación. Nuestros padres lo llevan mejor de lo
esperado. Hablamos más que antes, gracias a Internet y Facebook, y
Holanda está cerca”, dice. “Económicamente no me compensa este viaje. La
vida es más cara en Holanda y el plus de expatriado se va en vivir.
Pero la situación en España no se podía aguantar. La presión de la
crisis afecta a toda tu vida. Mi consejo es que la gente abra la mente y
los ojos. Esto de marchar es mejor verlo como una inversión. No es
rentabilidad desde el primer día. Tienes que creer en ti. Solo un 15% de
nuestros amigos sigue en España. Algunos se han ido a México, Australia
y Alemania”, relata Joaquín.
La situación española también ha afectado a José Luis Blanco, abogado de Mataró (Barcelona) de 25 años.
Especializado en Derecho Mercantil. En su caso, la situación es
doblemente difícil: apenas se constituyen empresas y el Derecho cambia
en cada país. “En Holanda, trabajo en una firma de abogados de
Ámsterdam, donde puedo aplicar mis conocimientos del derecho español. Es
un contrato de prácticas que finaliza en agosto, aunque hay otras
firmas que tienen lazos con España y América Latina. Ya veremos qué
depara el futuro”, apunta.
José Luis llegó a la capital holandesa tras un periodo de prácticas en
Santo Domingo y en el Parlamento Europeo, en Luxemburgo. “Trabajar fuera
es duro y yo vine a Holanda solo. Los países los hacen la gente, y el
día a día es bueno. Los fines de semana, la cosa cambia. Si te
descuidas, pasas hambre porque los horarios de comida son distintos. Lo
importante es no tener miedo a las nuevas experiencias”, asegura
mientras insiste en que sigue buscando trabajo en España. Igual que sus
cuatro compatriotas. Todos piensan en volver.
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