Harto de emprendedores
Estoy
un poco cansado de oír el típico discurso sobre los emprendedores, los
nuevos mesías que van a salvar España con su altruismo y sus altas
miras. De que nos vendan la moto de las cifras de autónomos en aumento y
de cómo eso, mejora el país. Y de que nos digan sin parar en los medios
de comunicación que llegó la hora de crear tu propio empleo y ser
atrevido.
A ver, vayamos por partes: las cifras de autónomos no han aumentado
porque en época de vacas flacas le está dando a la gente por arriesgar
lo poco que tiene en cumplir sus sueños y contribuir al país. Están
aumentando porque las empresas nos despiden y no nos queda otra. Porque nos despiden y a cambio nos ofrecen
contratarnos como autónomos, o otra empresa lo hace.
Por tanto NO SOMOS EMPRENDEDORES. Somos autónomos a la fuerza, con el
único objetivo real de reducir los gastos sociales de las empresas para
las que trabajamos.
Siguiente paso: ¿¿Me dice usted cómo, un autónomo que lo es porque no le
queda otra, que no tiene a nadie contratado sino que trabaja para una
empresa (probablemente la misma que le despidió) igual que antes pero en
peores condiciones, va a mejorar la economía o crear empleo??
No nos olvidemos del origen de las cosas.
Ahora todos somos superguays y trabajamos desde casa, nos buscamos la vida, somos nuestro propio jefe.
Pero la realidad es que estamos así obligados. Porque las empresas han
decidido ahorrarse nuestros gastos sociales, que los paguemos nosotros,
aunque de los beneficios sigamos sin ver un céntimo (¿Alguien recuerda
aquello de las pagas de beneficios? ja!), porque en realidad somos
subcontradados y el presupuesto ya estaba hecho, el precio no puede
variar, el plazo es este porque el cliente se ha decidido ahora… bla bla
bla
La realidad es que la mayoría sacamos para sobrevivir, que la mayoría no
vamos a hacernos ricos con nuestra empresa unipersonal, que no vamos a
encontrar la fama y la fortuna trabajando como autónomos para la empresa
de la esquina y para mi tío que necesita un chapú.
Seguimos viviendo el sueño de la clase media-alta. Pensamos que nuestra
nueva situación es una oportunidad, que nosotros no somos de esos pobres
que no tienen de nada. Tenemos una idea, tenemos iniciativa. O al menos
eso nos dicen en la tele, en los periódicos, y en las empresas…
Luego viene el cuento de la lechera, o del mercado libre, como queramos
llamarlo. Ese que dice que el mercado debe ser libre, que nosotros
ponemos nuestro precio y que si somos lo bastante buenos la gente lo
pagará. ¿Quién va a pagarlo? Las empresas están despidiendo a todo el
mundo, contratando a becarios y estudiantes en prácticas para hacer el
trabajo de personas con años de experiencia, y ¿van a pagarte a ti un
precio justo por tu trabajo? JA!
La realidad es otra, la realidad detrás de todo esto es que alguien ha
decidido que España debe ser una fuente de mano de obra barata, esa es
la “competitividad” de la que hablan tanto ahora. Competitividad en un
país donde no hay I+D+I, no hay tejido industrial y no hay educación de
calidad quiere decir “queremos que seáis lo mas parecido a esclavos
posible”
En el gráfico de la competitividad, el máximo es la esclavitud: cero
gasto, todo producción. Le das un cuenco de arroz a un montón de
desgraciados y ellos cosechan tu algodón o construyen tu absurda y
totalmente desproporcionada pirámide, o zurcen tus vaqueros o tus
deportivas de 200 euros y encima te deben estar agradecidos por darles
trabajo.
Eso, dicho así, es muy duro, aunque es lo que ocurre en otros países y
lo que más de uno está deseando que ocurra en todo el mundo. Pero como
es muy drástico, pues intentan acercarse lo más posible y que cobremos
lo mínimo, trabajemos cuantas más horas mejor y a ser posible no tengan
que pagar ninguna tasa social por nosotros. Eso sí, nosotros a emprender
y a levantar el país, que vaya panda de vagos anti-patrióticos que
estamos hechos, vergüenza tenía que darnos…
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