Cosas de la "Alianza de civilizaciones" de Zapatero..
Mutismo del islam ante la matanza de cristianos
La indiferencia del clero musulmán tras la masacre en la iglesia de
Todos los Santos en Pakistán es la regla habitual en Irak, Siria y
Egipto
Un grupo de cristianos paquistaníes protestan en Lahore por la falta de protección frente a los radicales
¿Vale más un musulmán agraviado que un cristiano muerto a la salida de
la iglesia? La indiferencia del clero musulmán tras la matanza de fieles
en la iglesia de Todos los Santos, en la ciudad paquistaní de Peshawar,
apunta en esa dirección. Ninguna muestra de luto en las máximas
instancias del islam paquistaní. Ninguna convocatoria de manifestaciones
de protesta o de solidaridad en minaretes y sermones el pasado viernes.
Nadie responde por la minoría más perseguida en Oriente, después de la
mayor matanza de cristianos desde la creación del estado de Pakistán en
1947.
La crítica situación que viven los más de tres millones de cristianos
paquistaníes se repite en muchos países de mayoría musulmana, donde se
registra un incremento de ataques contra las minorías no mahometanas. La
llamada Primavera Árabe no se ha traducido en más tolerancia religiosa
en ninguno de los países donde prendió hace dos años. Al contrario, los
prejuicios y el discurso de la ira han generado más episodios de ataques
contra la comunidad cristiana árabe en Egipto y en Siria, y han
diezmado literalmente la de Irak.
En El Cairo, la predicación de imanes fanáticos, cercanos a los Hermanos
Musulmanes, condujo a la quema y saqueo a finales de agosto de más de
60 iglesias coptas. «En pueblos de 50.000 habitantes, solo unos mil
apoyaban esos ataques, pero bastan y sobran porque los demás se quedan
en casa», relató entonces a las agencias uno de los responsables de la
comunidad copta.
Paradojas
En Siria, los cristianos se encuentran atrapados entre dos fuegos en el
conflicto armado sectario entre las comunidades chií —a la que pertenece
el presidente Assad— y la mayoritaria suní, controlada por un
batiburrillo de grupos armados liberales y cercanos a Al Qaida. La
reciente ofensiva rebelde contra el histórico enclave arameo de Malula
dio cierta publicidad a una hostilidad que es habitual contra la minoría
cristiana siria.
¿Por qué no se oyen protestas en las mezquitas, ni aparecen —salvo raras
excepciones— cartas abiertas en la prensa árabe de los ulemas, los
teólogos del islam? Los últimos años han sido testigos, por el
contrario, de manifestaciones de apoyo a los extremistas. En enero de
2011, dos predicadores incendiarios animaron a un joven guardia de
seguridad a asesinar al gobernador de la provincia paquistaní del
Punjab, por sus críticas a la ley de la blasfemia, responsable de
multitud de abusos contra los cristianos. Días después, decenas de miles
de musulmanes se congregaron en Karachi no para condenar al asesino
sino para vitorearle como un héroe.
En países donde los musulmanes no son siquiera mayoría absoluta de la
población, como en Nigeria, la guerra contra los cristianos tiene tintes
más políticos aunque manipula igualmente los prejuicios religiosos de
intolerancia. La imposición de la Sharía, la ley islámica, en el norte,
así como los ataques contra cristianos por parte de la guerrilla
islamista de Boko Haram, buscan sembrar el terror y provocar el éxodo de
los no musulmanes para crear el primer califato negro.
Mito y realidad
¿Quién podrá corregir los excesos de islamistas y fanáticos religiosos,
si el islam no tiene Papa? La vieja cuestión no justifica, sin embargo,
el mutismo de las autoridades religiosas en los países donde prende la
persecución de cristianos por el mero hecho de ser «infieles». La
comunidad islámica no tiene clero, pero sí autoridades y jerarquías.
Existen, entre los suníes, ulemas, muecines, imanes y jeques, que emiten
fatuas y ayudan a los mahometanos de a pie a interpretar el Corán.
Los chiíes —segunda gran corriente del islam — tienen su propia
jerarquía, compuesta por ayatolás y mulás, Unos y otros tienen gran
ascendiente en el pueblo. Más aún que en Occidente, porque, como
recuerda el experto egipcio Samir Khalil Samir, «el clericalismo en el
islam es todavía más fuerte que en la Iglesia católica».
El silencio de los clérigos moderados —probablemente mayoritarios— es
aprovechado por los radicales, muy activos en mezquitas, reuniones
internacionales y desde hace años en internet.
Un encuentro muy publicitado sobre la yihad, la guerra santa, celebrado
en 2002 en Beirut, con la presencia de más de 200 ulemas chiíes y suníes
procedentes de 35 países, llegó a la conclusión de que los atentados
suicidas de activistas palestinos (calificados de «muyahidin») eran
«acciones de martirio legítimas con fundamento en el Corán y en la
tradición del profeta». La cumbre clerical se celebró cuatro meses
después de los ataques del Once de Septiembre.
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